DIOS SALVE AL REY
● Con la muerte de la reina de Inglaterra, nos hemos entregado a la novelería y a la amnesia histórica
–escoceses, más bien–, e idean sus teorías al tiempo que el Imperio Británico se enseñorea del mundo desde el siglo XVIII. ¿Y hasta hoy? Valga proponer que sí: el corazón financiero de la Tierra está en Londres. Ni siquiera el ha dañado al Reino Unido, por mucho que tras esa
auguráramos ruina a un país que –no es moco de pavo– ostenta la en los continentes: para hablar de negocios o de ciencia o tecnología, el mundo habla en inglés; una ventaja competitiva descomunal, una prueba del éxito. Estados Unidos es hija de Inglaterra, y ya casi todo queda dicho.
Anteayer murió Isabel II, reina de Inglaterra y de muchos más sitios. Mientras, en este extraño país hemos dedicado en estos días todos los espacios de comunicación a su figura, con un afán que huele a novelero. Y a olvidadizo: España siempre ha sido rival y hasta enemigo de Inglaterra, y viceversa. Pero allá cuidado; cuántos arrobados y arrobadas se han declarado devotos de la difunta y le han rendido homenaje desde el jueves, aunque sea por su estética dudosa,
La figura de Isabel II era tan meramente representativa como útil económicamente
por su perseverancia y carácter ejecutivo en un cargo meramente representativo, por no decir que por la naturalidad de la pompa y circunstancia impresionantes de la Corona británica. La serie extraordinaria, ha sido un gran activo de marketing nacional y una palanca de legitimación para la figura de esta mujer que reinó 70 años. Y su figura era su país: de eso se trata en la monarquía a día de hoy. De representar. Que no es poco.
Ser republicano es algo sencillamente natural; incluso ser nacionalista lo es, como enarbolar banderas de terruño. Digo esto porque los antimonárquicos españoles y los independentistas irredentos que ofenden sin pena al vigente rey Felipe VI –un hombre valiosísimo para el país– no se han enterado de que hay que tirar para adelante de la mejor manera posible. Apoyando a las instituciones, y no despreciándolas ni menoscabándolas con cegarruta pose. Al menos, mientras constitucionalmente rijan. Dios salve al Rey.