Europa Sur

23 NOCHES de corbata

- Juan Vergillos

La Bienal de flamenco nació, entre otras cosas, como motor de creación del flamenco contemporá­neo. Es el espíritu que le insufló José Luis Ortiz Nuevo y que mantuvo, con buen criterio, Manuel Herrera Rodas. Hoy, sin embargo, es una institució­n sevillana, una fecha más en el calendario de celebracio­nes anuales de nuestra ciudad. Es decir, parece interesar más al ciudadano de a pie, a muchos ciudadanos de a pie, que a los aficionado­s más exigentes, sean estos de orientació­n tradiciona­lista o progresist­a, y por eso, las últimas ediciones reciben críticas de estos dos frentes. Eso sí, el hecho de considerar­se con derecho a criticarla implica tenerla entre nuestras institucio­nes más propias. Pero el sevillano de a pie, que no está interesado en la vanguardia jonda, se anima en estos “días señalaítos” a acercarse a los teatros. Aunque luego no se acuerde del flamenco durante dos años. Es un gran logro, en una ciudad con celebracio­nes de tanto peso como la Semana Santa, la feria, el Rocío, etcétera.

La Bienal apuesta desde hace décadas por la cantidad. Es, en este sentido, un dinosaurio, un concepto de festival que tuvo su esplendor antes de las últimas crisis contemporá­neas. Así podemos ver que, independie­ntemente de la dirección del mismo, hay artistas que parecen fijos en el calendario bienal de septiembre. En realidad un cambio de director, en la Bienal, no significa un cambio de dirección, como comprobamo­s en el

Ortiz Nuevo: el director es una persona que, por muchas ideas que tenga, tiene que trabajar con el equipo fijo, el de la casa, que es el mismo, con breves variacione­s, desde hace lustros. El director viene solo, no con sus colaborado­res. Y, francament­e, creo que es este equipo de la casa el que le da su idiosincra­sia, como digo el mismo desde hace décadas, al festival. Lo experiment­al está, claro. Pero en los márgenes, que es la mejor forma de que no esté. Nos referimos a la búsqueda, no al simulacro. Porque, como dijo Paul Valèry, “todo cambia en este mundo menos la vanguardia”. No obstante, señalábamo­s arriba, el haber conquistad­o el corazoncit­o de los sevillanos tiene mucho valor. Aunque la Bienal vive, y la pasada edición dio fe de ello, de los extranjero­s. Bueno, ya sabemos que el f lamenco vive de los extranjero­s, que no se iban a llenar sólo con el público autóctono. Y así fue. Por fin este año sí que la Bienal es parte del trabajo de los

y sí que cientos de aficionado­s han podido planificar sus vacaciones y sus ahorros teniendo en cuenta el magno evento.

Como siempre, la Bienal, festival para el gran público, presenta lo más granado de su programaci­ón en formato bailable. los hombres no bailan? Israel Galván, Andrés Marín o Alfonso Losa nos confirmará­n que sí.

En el cante, a falta de pesos pesados de la generación que eclosionó en los 70, nos fijamos en clásicos como Juana la del Pipa, La Macanita o Dolores Agujetas. Jerez estará muy bien representa­do en esta edición. Como siempre. Como correspond­e, ya que sigue siendo la gran cantera del cante jondo contemporá­neo. También jóvenes valores de la tierra como María Terremoto vendrán a la Bienal. Y otros clásicos como Marina Heredia o ha programado, con un ciclo dedicado en exclusiva a este instrument­o, llamado

por el que pasarán Gerardo Núñez, Alfredo Lagos, Jesús Guerrero, etc. Dos maestros como Vicente Amigo y Rafael Riqueni, dos supervivie­ntes de la edad de oro del concertism­o jondo, abrirán y cerrarán este festival. ¿Es que las mujeres no tocan la guitarra?

Y el toque de otros instrument­os: estará representa­do por Sergio de Lope y otro clásico de la Bienal, Accademia del Piazere.

Así pues, pongámonos la corbata para las siguientes 23 noches porque ya están aquí “los días señalaítos”.

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