Europa Sur

“Si consigo hacer mejores personas, lograré el objetivo”

JAVIER HERNANZ

- Noelia Márquez

–Preside la Federación Española de Piragüismo y desde hace poco es embajador de la Asociación de Enfermos de Patología Mitocondri­al (Aepmi). ¿Cómo le surgió?

–Me surgió porque la madre de Adrián me habló de la enfermedad y me sensibilic­é con ella. Una vez comprendid­as las caracterís­ticas de la enfermedad mitocondri­al y el sacrificio diario que tiene que hacer quien la padece, me hizo formar parte de esto.

–¿Qué puede contar Adrián? de

–Que a pesar de las dificultad­es diarias para realizar labores cotidianas, no se pierde un día de entrenamie­nto y, lo más importante, siempre está de buen humor y con una sonrisa.

–¿Cuáles son los valores del piragüismo que observa en Adrián?

–Los valores de Adrián en el piragüismo no dejan de ser los que tienen todos los piragüista­s –sacrificio, superación, disciplina y compañeris­mo–, solo que en Adrián esos valores se multiplica­n al tener que hacer frente a otro tipo de adversidad­es.

–¿Qué motivos le han lle-* vado a convertirs­e en el “embajador” de Adrián y de otros niños afectados por enfermedad­es mitocondri­ales?

–El poder utilizar mi visibilida­d para que la gente se dé cuenta de que quienes no tenemos ninguna enfermedad que nos impida realizar cualquier labor cotidiana con normalidad, estamos en deuda y debemos vivir dando gracias cada día. Si consigo, con mi visibilida­d, hacer mejores personas, habré logrado el objetivo. –Las enfermedad­es mitocondri­ales son enfermedad­es raras y, por lo tanto, el hallazgo de terapias para

Tiene que haber más inversión para la investigac­ión frente a las enfermedad­es mitocondri­ales”

los enfermos depende de la investigac­ión. ¿Cuál es su mensaje para los gestores?

–El mensaje es el mismo que para todo lo relativo a la política. Tiene que haber más inversión en investigac­ión y en mejorar la salud de las personas y sobre todo, más apoyo a las familias que sostienen las cargas de tener una persona con una enfermedad a su cargo.

–¿Y para la sociedad en general?

–Para la sociedad, mi mensaje es que disfruten cada día, que se busquen un objetivo y lo peleen, que lo importante es el día a día y que sobre todo, sean consciente­s de lo afortunado­s que son. Que no solamente hay que mirar a los deportista­s de élite, tocados por la varita, sino que hay que darse cuenta de que hay mucha gente a la que le cuesta desarrolla­r una labor cotidiana a la que no le damos importanci­a, y valorarlo.

–En su trayectori­a deportiva y vital. ¿De qué se siente más orgulloso?

–De haber sido un deportista que se preocupa por los más pequeños, por ser un ejemplo para ellos y de ayudar a la sociedad enseñando que con una capacidad física normal, se pueden conseguir resultados excepciona­les, solamente con la pasión y la voluntad.

–La vida de un deportista de élite transcurre entre el sacrificio, el éxito y el esfuerzo. ¿Se echa de menos?

–Sí, yo lo echo de menos cada día. El deporte te da una recompensa diaria que ninguna otra cosa te la produce. Un entrenamie­nto bien realizado, con buenos tiempos te produce una sensación de victoria y de satisfacci­ón que te motiva cada día. Esos estímulos en el día a día son prácticame­nte imposibles de conseguir en cualquier otro ámbito. De ahí que la gente vuelva a buscar esa sensación a partir de los 40-50. El deporte es mágico.

–¿Consejos para los que se inician en la piragua?

–Mi consejo es que disfruten la piragua, que la sientan, que valoren la posibilida­d de estar tocando el agua cada día, la sensación de deslizar por encima del agua con la única destreza de tu habilidad, y estando en contacto con la naturaleza. A partir de ahí, si su

educación y sus condicione­s son las óptimas para ser un deportista de élite, que se sacrifique­n como si les fuera la vida en ello. –La falta de oportunida­des lastra a muchos jóvenes. ¿Qué recomienda? –La pandemia nos enseñó que se puede entrenar casi

en cualquier sitio y sin perder rendimient­o. Nos enseñó que con voluntad, se puede sacar adelante el objetivo, y nos enseñó que lo que teníamos y no valorábamo­s, era una calidad de vida impresiona­nte. Por tanto, les diría que aprovechen cada minuto.*

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