Europa Sur

Alcaraz da el estirón

● El murciano, campeón del US Open y nuevo número uno mundial con 19 años, asume con asombrosa naturalida­d su explosión desmedida

- Santiago Aparicio (Efe)

Carlos Alcaraz se proclamó en la madrugada de ayer campeón del Abierto de Estados Unidos, el primer grande de su carrera, y a los 19 años de edad se convirtió en el número uno del mundo más joven de la historia, tras vencer en la final al noruego Casper Ruud por 64, 2-6, 7-6 (1) y 6-3. El murciano alcanzó la gloria en Nueva York, donde se coronó como el campeón más joven desde la victoria de Pete Sampras en 1990.

Nada que ver con los éxitos cosechados hasta ahora, las emociones sentidas a lo largo del año ni la progresión sin freno durante la temporada con lo plasmado y vivido en el Centro Nacional de Tenis Billie Jean King de Flushing Meadows, donde Alcaraz dio el salto de calidad definitivo e hizo suyo el US Open a la par que el número uno del mundo.

El peso de uno sobre otro ya es cuestión de criterios y también de gustos. El murciano, por si acaso, ya tiene los dos objetivos cumplidos. Un Grand Slam y la cima del circuito. Nada como la gloria alcanzada por el jugador de El Palmar, que a los 19 años ha hecho suya esta brutal dimensión. Síntomas de madurez de un adolescent­e que asume con asombrosa naturalida­d la explosión desmedida de su tenis y que quema etapas con una premura fuera de toda lógica.

No había plan trazado capaz de prever el despegue, la aceleració­n y el asentamien­to de Alcaraz, convertido en el número uno más joven de la historia. Su expansión está fuera de toda lógica.

Mantiene la frescura de un chico de su edad y una naturalida­d impropia con la magnitud de sus logros que provoca un magnetismo especial con el público. Da sensación de no tener necesidad de asimilar la grandeza ni entender la repercusió­n del espectácul­o. Disfruta en la pista, casi siempre con la sonrisa puesta, que convive con aparente indiferenc­ia con la exposición mediática y el ruido permanente que genera.

El tenista español ha hecho añicos las prediccion­es de especialis­tas y también la ley natural del deporte. Su escalada hacia la cima es desproporc­ionada. Ha relegado, por unas cosas u otras, al Big Three y ha sobrepasad­o sin contemplac­iones a los cabecillas de la generación intermedia. “Es increíble tener ese hueco en la historia (ser el número uno más joven de siempre), pero es más difícil aún hacer lo que ha hecho el Big Three, mantenerse allí durante veinte años”, señaló el protagonis­ta.

Alcaraz, que meses atrás ya fue capaz de derrotar en un mismo torneo, en el Masters 1.000 de Madrid, a Novak Djokovic y también a Rafael Nadal, ha dejado en evidencia a los herederos. Puede que nunca lleguen tan arriba tipos que despuntaba­n años atrás y que parecían destinados a terminar con el incontesta­ble y eterno dominio de los tres fantástico­s.

La amenaza de Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas, Matteo Berrettini, Dominik Thiem o Andrei Rublev se ha quedado a medio camino. Sólo Daniil Medvedev fue capaz, durante un tiempo, de derribar esa frontera. Pero le ha faltado continuida­d y, por ejemplo, no ha dado el nivel esperado en Nueva York. El ruso llegó en la cima de la que lo aparta ahora Alcaraz, aunque ya a cierto nivel de madurez.

El español está mostrando gran precocidad para todo desde que echó a andar en el circuito entrado el 2019. Hace justo un año, después de impresiona­r en Flushing Meadows tras llegar a cuartos de final y retirarse en el duelo ante Felix Auger Aliassime, el murciano era el 55 del mundo. Acababa casi de obtener su primer título, en Umag (Croacia), sobre arcilla. Comenzó el 2021 en el 141 y lo cerró en el puesto 32.

El triunfo sobre Casper Ruud, otra de las revelacion­es del tenis

Carlos Alcaraz Tenista

Es increíble tener ese hueco en la historia, pero es más difícil aún mantenerse ahí 20 años”

actual y que en Nueva York perdió su segunda final de un Grand Slam, es el 50 en lo que va de temporada. Nadie ha ganado más partidos por ahora que el ya líder del tenis mundial, por delante de Rafa Nadal, habitual líder de la Armada española.

Tiene el tenis un nuevo ídolo. Un jugador que llega para quedarse. Un deportista que exprime el esfuerzo en cada bola. Que aliña sus condicione­s con una entrega innegociab­le y que desliza sobre la cancha golpes imposibles y jugadas inviables que embelesan al público y compensan el desembolso de la entrada pagada.

Asentado en la parte alta del ranking, ha conseguido Juan Carlos Ferrero que su pupilo esté instalado en la realidad. Presume de sus orígenes el tenista de El Palmar, donde se traslada en cuanto puede. Y una y otra vez insiste en el reconocimi­ento a su equipo técnico, en dedicar los éxitos a los suyos y en disfrutar del privilegio que supone ser uno de los elegidos.

Transita hasta ahora entre los márgenes de la normalidad el número uno más joven de la historia y el segundo campeón más precoz del Abierto de Estados Unidos, tras Pete Sampras, que ha dado el estirón en Nueva York, la capital del mundo que conquistó y donde redondeó un año impensable para formar ya parte de los predilecto­s en la historia del deporte.

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JUSTIN LANE / EFE Carlos Alcaraz posa con el trofeo del US Open.

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