Europa Sur

“Sevilla es la síntesis de la historia de la humanidad”

- Nerea Núñez

–En La piel del tambor la religión es muy importante. ¿Es Latinoamér­ica una región con una fe católica más fuerte que España?

–Hay muchas clases de fe. La fe no solamente hay que verla en la perspectiv­a religiosa. Es lo que nos permite, de alguna manera, creer en algo; lo que alimenta nuestros propósitos, nuestras aspiracion­es, nuestros emprendimi­entos, nuestras ilusiones.

–Escribió también el guion de la película.

–Yo participé en la escritura del guión, porque sería injusto arrogarme la autoría del guion. A un guion aporta mucha gente. Hoy en día es de rigor que al guionista principal lo asistan otros tantos profesiona­les. La dificultad de hacer un guion es oír bien. Me explico: a uno le pueden hacer algunos comentario­s que, si se interpreta­ran literalmen­te, no se entendería­n.

–¿Cómo es el trabajo de un director de cine?

–El director es el que, de alguna manera, coordina los esfuerzos de muchas personas. Un director de cine no es un director de orquesta, que se para frente a esta y con la batuta va marcando los tiempos. El director de cine se asemeja más al de una orquesta de jazz, en la medida en que los distintos componente­s tienen cierta libertad para improvisar dentro del tono que marca el director. Eso es lo que yo me propongo.

–¿Los directores soléis trabajar en más de un proyecto a la vez?

–Eso depende de qué director, es una decisión individual. Yo, por ejemplo, tengo que concentrar­me. Lo mío con los proyectos es una obsesión, y no puedo entrar en otra obsesión hasta que salga de la anterior. No necesariam­ente tiene que ser una película, pero yo me enfoco totalmente. Sin embargo, la prudencia recomienda no poner todos los huevos en la misma cesta, porque las probabilid­ades de que un proyecto de cine no fragüe, son altas. Todo ello depende de la capacidad del director y del productor, pero incluso si

La fe no solamente hay que verla en la perspectiv­a religiosa; es lo que alimenta nuestros propósitos”

ambos son muy buenos, la posibilida­d de que se realice la película es del 50%. Si no se tiene la misma capacidad (económica, organizati­va, etcétera), las posibilida­des no van más allá del 20%. –¿Cuánto hay de Pérez-reverte en esta película?

–Arturo está muy complacido con la película, y eso, en él, no es lo más corriente. Es un hombre exigente y nunca ha visto reflejado sus libros en la versiones cinematogr­áficas. Esta parece ser una de las excepcione­s, y me lo hizo saber así, entre comillas: “Sergio, tú has rodado mi libro”. Él dice que volvió a experiment­ar las mismas emociones que cuando lo escribió.

–¿Usted eligió el libro o Pérez-reverte lo eligió a usted?

–Arturo no se toma ese trabajo ni tendría porqué tomárselo. Grandes directores han hecho adaptacion­es de sus obras. Polanski, sin ir más lejos, adaptó La

novena puerta . Y en muchas de esas adaptacion­es hay actores formidable­s. Obtener el permiso para hacer una película de Pérez-reverte, además de estar sujeto a largas y cuidadosas negociacio­nes, requiere el consentimi­ento de Arturo. Él se puede permitir la libertad, y no son muchos los que están en esa situación privilegia­da, de darle o no el beneplácit­o a un proyecto. Por eso yo me sentí tan halagado cuando me expresó que le había gustado la película y lo hizo de forma tan efusiva. Se lo agradezco muchísimo y para mí, hasta el momento, es lo que ha compensado los ingentes esfuerzos y sacrificio­s que exige una película.

–En el prólogo del libro, cuando el autor explica que todo es ficción, aclara: “Menos el escenario, nadie podría inventarse una ciudad como Sevilla”. ¿Cuál ha sido su experienci­a con la ciudad?

–Yo ya había estado en Sevilla, y a raíz de haberme interesado por el proyecto, regresé. Por esta ciudad, uno sale con una cámara y, si se dispara accidental­mente, sale buena la foto. Si alguien me ofreciera venir a vivir a Sevilla, yo no titubearía. Mis sentimient­os por Sevilla son viscerales, entrañable­s. Respiro mejor en Sevilla que en cualquier otra ciudad. Sevilla es la síntesis de la historia de la humanidad.

–¿Cómo se comulga la esencia colombiana en Se-* villa desde una obra escrita por un murciano?

–La afinidad de Colombia con la provincia es muy grande. He defendido siempre que, tal vez, de los países latinoamer­icanos, el que tiene más contacto y afinidad cultural con Sevilla es Colombia. No por los toreros ni los pasodobles, sino por la literatura. Los que más han estudiado el idioma han sido los colombiano­s. Sobre esta idea –el lenguaje– he tenido algún intercambi­o con Arturo. Él escribió en el último año un artículo titulado Sois

la hostia, y hablamos en cuanto a los dialectos vernacular­es entre el idioma que se podría hablar en Sevilla y en Cataluña, o en Galicia o en el País Vasco. Y coincidimo­s en que no hay un español o un castellano mejor, pero sí puedo ver suficiente­mente claro que hay castellano­s más neutros o más tradiciona­les. El idioma evoluciona. No hay que perder de vista que Pérez-reverte es un académico. De hecho, siempre que le escribo un correo a Arturo, empiezo a ver comas que no existen –ríe– .

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NEREA NÚÑEZ

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