Europa Sur

PICASSO ‘LIGHT’

- ▼ MANUEL GREGORIO GONZÁLEZ

EL lunes, en la presentaci­ón del Año Picasso, el ministro de Cultura, señor Iceta, advirtió contra una posible reprobació­n del pintor, a cuenta de sus aspectos personales. Tales aspectos, según parece, se ciñen a su curriculum sentimenta­l, y no a su conocida vinculació­n al comunismo. Quiere decirse, entonces, que el ministro de Cultura teme que la obra de Picasso quede ensombreci­da por su donujanism­o, cuando nos hallamos en plena vindicació­n del “hombre blandengue”, que tanta fama póstuma ha traído al Fari. En cualquier caso, el ministro tiene razón, siendo así que dichas precaucion­es debieran recordarse para otras ocasiones menos cómodas y llevaderas.

En tal sentido, señalemos que fue el estalinist­a Sartre quien recuperó la obra del antiguo filo-nazi Heidegger pasada la contienda. Y destaquemo­s, de igual modo, que la canciller Merkel retiró de su despacho unos cuadros de Nolde, tras conocer sus simpatías nacional-socialista­s (la obra de Nolde ya fue considerad­a, ay, “arte degenerado” por el Reich). Podríamos añadir otros muchos casos de poca ejemplarid­ad humana, por mano del algún artista de relieve. Por supuesto, la divulgada criminalid­ad de Caravaggio; pero también los latrocinio­s de Villon, la intemperan­cia de Alonso Cano, posible homicida de su segunda esposa, o la ingobernab­le cólera del Torrigiano, quien le partió la nariz a Miguel Ángel y acabó sus días en el castillo de

La identifica­ción de la bondad y la belleza, física y moral, fue un último residuo de platonismo que murió con el XVIII

San Jorge de Triana. Recordemos, ya puestos, al excelente pintor Agostino Tassi, que abusó de su joven alumna, la extraordin­aria Artemisia Gentilesch­i (conocemos los detalles por la transcripc­ión del proceso). A lo cual podríamos sumar una sospecha, fundada solo parcialmen­te, como es la identifica­ción de Jack el Destripado­r con el pintor inglés Walter Sickert. La escritora policial Patricia Cornwell escribió un libro vertiginos­o y gastó considerab­les cantidades de dinero para demostrar dicha identidad, no concluyent­e. Pero, ¿y si Sickert fuera, en efecto, the Ripper? ¿Y si sus cuadros contuviera­n, además, la evocación de una brutalidad sin nombre?

La identifica­ción de la bondad y la belleza, física y moral, fue un último residuo de platonismo que murió con el XVIII de Winckelman­n. Pretender que un artista excepciona­l sea, además, una persona sin tacha, no deja de ser una ridícula forma de voluntaris­mo. Pero Picasso era Picasso, no por su relación con las mujeres, o por su inconsecue­nte estalinism­o. La pintura de Picasso es la gran escotilla, el vórtice sumo (“el faro de largo alcance” ha dicho el rey), por donde pasa y se trasfigura, al completo, el arte del XX.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain