Doña Federica vs. don Vagancio
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Aunque parezca que hacen el mismo trabajo, no desempeña la misma labor el docente que jamás prepara una clase, tiene la costumbre de llegar tarde al aula, resuelve las dudas de sus discentes a regañadientes y en los exámenes exige a sus pupilos mucho más de lo que él jamás les dio, que aquel otro que nunca dejó de estudiar, aprovecha cada verano para actualizar sus conocimientos, prepara las clases, siempre llega puntual y apura hasta el último minuto, para que las “horas” sean precisamente eso, ¡“horas”! No cumple con sus obligaciones el profesor que concluye en junio habiendo explicado en clase el 15% del temario establecido por ley para un curso determinado. En nada se le parece a este el compañero que consigue año tras año completar los temarios con garantías de éxito para la mayoría de sus alumnos. ¿Acaso puede ser igual el trabajo de don Vagancio y el que desempeña doña Federica? Puede que los dos sean profesores, tal vez tengan el mismo salario (euro arriba, euro abajo, dependiendo de la Comunidad autónoma a la que pertenezcan); quizás porten el mismo maletín (uno con exámenes acumulados durante meses y otra con pruebas del día anterior ya corregidas). En definitiva, los dos tendrán una habilitación parecida para haber llegado a coincidir en el mismo tiempo y espacio, los dos recibirán el sueldo a fin de mes y ambos disfrutarán de los mismos días de vacaciones: don Vagancio quejándose porque “¡cada vez queda menos para tener que volver a trabajar!”, y doña Federica leyendo, poniéndose al día sobre las últimas novedades gramaticales, elaborando apuntes y comentarios de texto para el nuevo curso, y ultimando los detalles de su inminente doctorado.
Para todos aquellos que cada verano sufren en voz alta porque “los profesores tenéis muchas vacaciones, desde luego que no hay derecho”: los centros de enseñanza de adultos y las universidades tienen abiertas sus puertas para todos los que quieran estudiar e intentar pasar a formar parte del grupo de los que ustedes consideran “elegidos sin derecho”. Ahora bien, una vez dentro, les pediría encarecidamente que se unan al equipo de doña Federica, para que cada vez seamos más los que con nuestro trabajo silenciemos las voces de aquellos que sólo quieren conocer a don Vagancio. Sin embargo, me temo que, en el fondo, este personaje les resulta muy útil: gracias a él pueden desprestigiarnos a todos los demás. Miren Begoña Uruburu (correo electrónico).
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