Europa Sur

LOS NIÑOS Y EL DÉFICIT DE NATURALEZA

- ANA VILLAESCUS­A

UN mes en el que comienza el nuevo curso escolar es quizás el momento idóneo para ref lexionar sobre algo a lo que pediatras y psicólogos dedican su atención, el “síndrome por déficit de naturaleza”. Por mi condición de bióloga, que ha trabajado con sus alumnos muchas veces en el medio natural, y por el hecho de tener una hermana pediatra, siempre a la última en todo lo referente a la salud de los niños, me he animado a abordar este tema a la vuelta de las vacaciones de verano.

El concepto al que aludo en el título de este artículo fue acuñado por Richard Louv, periodista, escritor y educador ambiental estadounid­ense. Louv, autor del libro Los

últimos niños del bosque, llama nuestra atención sobre la necesidad de acostumbra­rnos a relacionar­nos con nuestro entorno natural en edades tempranas. Todo debe empezar en las aulas. Afirma también que una sociedad cada vez más tecnológic­a necesita del contacto con la naturaleza.

El profesor José Antonio Corraliza, de la Universida­d Autónoma de Madrid, concluye en un estudio realizado sobre sobre 172 niños de entre 10 y 13 años de cuatro centros educativos de Cuenca que aquellos niños que disfrutan de un mayor contacto con el medio natural son capaces de afrontar mejor algunas de las situacione­s adversas a las que son expuestos habitualme­nte y sufren menos estrés del que cabría esperar si no contasen con

Una sociedad cada vez más tecnológic­a necesita del contacto con la naturaleza

este factor protector que es la naturaleza. El impacto de los eventos estresante­s en los niños es menor cuanto mayor es la cantidad de naturaleza cercana y este efecto positivo es más evidente en aquellos niños más vulnerable­s. Es importante, por tanto, que tanto el entorno educativo como el familiar promuevan el contacto con la naturaleza de forma frecuente.

Las psicólogas Martínez Lledó y Repiso Domínguez, vinculadas al proyecto Natura en Familia de Madrid, nos alertan sobre cómo los niños en la naturaleza aprenden a gestionar el tiempo de una manera más calmada “porque en el mundo natural las cosas tienen sus tiempos y no funcionan según la inmediatez que ofrece, por ejemplo, la tecnología”. Ambas especialis­tas hacen hincapié también en la importanci­a de “conciencia­r a los más pequeños sobre los problemas medioambie­ntales más urgentes y promover prácticas de vida sostenible­s”.

Según palabras de Louv, “necesitamo­s incorporar el aprendizaj­e basado en la naturaleza y darle crédito a aquellos profesores que insisten en exponer a sus alumnos al entorno natural, a pesar de tendencias opuestas que se promueven, como la creciente inmersión en tecnología en detrimento de la naturaleza. Profesores y escuelas no lo pueden hacer solos, se necesita la contribuci­ón de padres, legislador­es y comunidade­s”. Palabras estas que, desde mi experienci­a, suscribo al cien por cien.

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