Europa Sur

El entierro, en la Catedral mañana al mediodía

Ceballos es velado desde anoche en Jaén, que celebrará hoy un funeral antes de trasladarl­o a Cádiz

- P–M.D.

El día que se conoció, el 31 de julio de 2011, que dejaba de ser obispo de la diócesis de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos transmitía felicidad, no tristeza; veía la noticia como una “acción de gracias” y no como algo negativo. Y ya entonces anunciaba que se marcharía a vivir a su Jaén natal para colaborar y ser atendido a la vez por las Hermanitas de los Pobres. Pero, eso sí, aseguraba que cuando “deje de valerme por mí mismo regresaré a Cádiz para pasar aquí mis últimos días y para ser enterrado en la Catedral”, como correspond­e a los obispos eméritos.

De hecho, en una entrevista concedida semanas después de presentar su renuncia ante el Vaticano (en septiembre de 2010, aunque Zornoza no fue nombrado hasta julio del año siguiente), Ceballos aseguró que su condición de obispo “me hace ser un gaditano más que vivió en esta tierra y en esta Iglesia y la sirvió con todo el corazón”. “Y cuando muera, seré enterrado en esta Catedral de Cádiz”, insistía.

No pudo cumplir Ceballos su deseo de regresar a Cádiz, donde tan querido fue durante sus casi 20 años de episcopado y donde ha dejado una huella que sigue imborrable entre sacerdotes y fieles católicos. Pero atendiendo a sus palabras del año 2011, el obispo emérito será enterrado en la cripta de la Catedral.

La ceremonia tendrá lugar mañana viernes a las doce del mediodía. Previament­e, el emérito está siendo velado desde anoche en el Seminario de Jaén, donde hoy volverá a abrir la capilla ardiente hasta que a las diez y media de la mañana sea trasladado a la Catedral para celebrar allí un funeral en su honor, antes de trasladar el cuerpo a Cádiz.

Una vez en Cádiz y hasta mañana al mediodía, se va a habilitar una capilla ardiente en la iglesia de Santiago.

Ceballos tuvo siempre muy claro que quería descansar en Cádiz. Aunque así lo había manifestad­o en diversas ocasiones, en su despedida formal como obispo de la diócesis, confesó que en Cádiz “he dado todo lo mejor de mi vida, tal y como soy, y tengo que confesaros que he estado muy contento evangélica­mente hablando”, destacando de su labor que en todo momento había procurado “estar cerca, muy cerca de todos, y sobre todo de los pobres, desfavorec­idos y enfermos, así como de los inmigrante­s, dentro de mis limitacion­es, debilidade­s y fragilidad­es”.

Fiel a su estilo prudente, bondadoso y humilde, Ceballos se despidió de obispo con un agradecimi­ento generaliza­do. “Un obispo sin los sacerdotes, los diáconos permanente­s, los religiosos y las religiosas, las vírgenes consagrada­s, los seminarist­as, las familias y los laicos no puede hacer nada. De modo que mil gracias a todos por vuestra magnífica colaboraci­ón”, dijo en el año 2011.

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Ceballos, en sus inicios en Cádiz.

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