Toreo grande de Urdiales y un poderoso Roca Rey en Logroño
● Morante, pitado en su primero, deja momentos de gran torería en el sexto y corta una oreja
Una faena de extraordinaria pureza y sinceridad de Urdiales le abrió ayer la puerta grande en Logroño, triunfo que compartió con Roca Rey por una labor muy poderosa y vibrante.
La primera faena de Urdiales tuvo mucho mérito por imponerse con firmeza y valor a un toro que fue desarrollando sentido. El riojano lo consintió mucho por el derecho, pero pronto vio que el animal iba a peor. Faena más de raza que de estética, muy de verdad y emocionante, que quedó en silencio por el descabello.
Lo grande llegó en el quinto, que llegó a la muleta sin definirse, dictando Urdiales una lección de capacidad, dominio y sublime toreo al natural. Con la muleta a la izquierda robó una serie extraordinaria por la pureza y por como dominó a un toro con genio y que embestía con todo.
Faena sin fisuras, sin dudas y siempre a más, rompiéndose el torero por naturales, totalmente arrebatado, muy sincero y redondeando su extraordinaria labor con una estocada que le granjeó las dos orejas.
Le duró poco la gasolina al primero de Roca Rey hasta, rajándose definitivamente. Faena solvente pero mató mal y fue silenciado.
Salió Roca Rey a por todas en el sexto, un toro bravo y con transmisión al que firmó una faena poderosa, vibrante y muy comunicativa con el tendido que disfrutaron del valor del limeño con el capote y el dominio absoluto que demostró con la muleta, sometiendo por abajo al de Cuvillo en un primer tramo de notable autoridad, y que acabó en un final en la corta distancia.
Poca historia tuvo la primera faena de Morante con un toro justo de fuerzas y a la defensiva, al que el sevillano quitó las moscas y se fue a por la espada. Morante tornó las cañas en lanzas con su segundo en una faena en la que dejó momentos de gran torería. Con el capote ya se vio otra disposición y firmó verónicas de notable ejecución, chicuelinas y hasta vistosas navarras. Muleta en mano, tras unos preciosos ayudados por alto, la faena estuvo repleta de fogonazos de exquisito corte a un toro que sirvió sin más.
El espada riojano se rompió toreando al natural, totalmente arrebatado y sincero