Europa Sur

“El límite del humor está en la risa del público”

JUAN DÁVILA

- Álvaro Ochoa

–Está triunfando sobre el escenario con su espectácul­o, ¿cómo lo definiría? –Lo que se me pasa por la cabeza lo suelto. En el

show hay verdad. Y cuando la gente ve que algo es honesto, se peta. Viene gente de todas las edades: desde chavales de Tik Tok hasta abuelas o carniceros. Hago un humor muy universal. También pasa que ahora no hay El Club de la Comedia o Comedy Central .Ylos chavales quieren hacer planes. Y quieren reírse como todo el mundo. No sé cómo llamarlo, pero engancha a la gente. Es la esencia de lo que yo soy.

–¿Cuándo surge?

–Lo adapté después de la pandemia. Era la estructura de lo que hacía hablando de enanitos y pecados capitales. La idea es que volvamos a ser niños y seamos libres. La gente necesita no reprimirse. Es un monólogo en el que el protagonis­ta no soy yo. La gente necesita su minuto. Y a mí me encanta.

–Su estilo es interactua­r con el público.

–Sí, pero si no les doy el pie, no hablan. Hay muchos que vienen querien-* do dar caña y en el teatro se cagan lo más grande (risas). Hay gente que dice cosas en el show y luego se sorprende de haberlo hecho. Se sueltan. Es muy terapéutic­o. Es como lo que hacía Alejandro Jodorowsky, pero a través de la risa. Llevo 11 años haciendo improvisac­ión. Cuando empecé, había 20 o 30 personas. No hay filtros. No hay límites. El límite del humor es la risa del público. Si la gente se ríe, adelante; si se crean situacione­s tensas, cuidado. Hago lo que me apetece. Soy bastante anárquico e impulsivo. Ahora lo estoy petando con la comedia, pero todo lo que he hecho de ficción es drama.

–¿Es más fácil hacer reír o llorar?

–Es más fácil hacer llorar. La risa es sorpresa. Con el drama empiezo a hablar y a tocar un tema y la gente entra. La risa no se puede manipular. Sale o no sale. Tengo mil recursos: imitacione­s, humor absurdo... Lo voy haciendo en el momento. No es el típico micro con el cómico soltando su texto. Parece que hay un purismo del monólogo que habla de la técnica y la pureza. Y yo paso de todo eso y de las reglas en el humor. –¿Se plantea sacar el show de Madrid?

–Está viniendo la gente en vez de ir yo. Algunos vienen y vuelven en el día sólo para verme. Como el que vienen a un concierto a un partido de fútbol. Yo no me fijo en espectácul­os de comedia para aprender, sino en conciertos. Yo soy la Rosalía de la comedia (risas).

–Su espectácul­o versa sobre los pecados capitales, ¿cuál es el que más se comete?

–España es un país donde la envidia es tela. Si la gente me ve a mí hacer esto la gente me va a tener envidia, pero dentro del gremio sí. Cuanto más arriba estás, más hay. El que cree que debería estar ahí y no está...

–Usted cometió el de ser osado al dejar la policía por la actuación, ¿qué le decían los suyos?

–Mi familia y mis amigos me dijeron que estaba loco por dejar una plaza por oposición. Yo trabajaba en uno de los pueblos que mejor pagaba a sus policías. La decisión fue complicada. Me la jugué. Al principio, cuando mi padre venía a verme en microteatr­o para ocho personas... Ahora, algunas veces saco a un policía del público y hacemos un día normal patrulland­o. Con 31 años me apunté a la escuela Coraza y con 33

En el colegio era capaz de revolucion­ar la clase. La ponía patas arriba a base de ocurrencia­s”

años pensé que o lo dejaba en ese momento o no lo hacía nunca. Libraba una semana, en la que ya hacía monólogos, y otra trabajaba.

–¿De pequeño soñaba con ser actor?

–De niño quería ser futbolista. Llegué a Tercera División. En el colegio era capaz de revolucion­ar la clase. La ponía patas arriba a base de ocurrencia­s, de calentar al os compañeros. Y en los equipos de fútbol, igual. Una vez jugué en Valdebebas con el Alcobendas contra el filial del Real Madrid. Íbamos fatal y teníamos que ganar como fuera. Me llevé un

radiocasse­tte y 16 latas de Red Bull. Y estuvimos todo el partido defendiend­o y en dos contraataq­ue nos pusimos 0-2 y ganamos. Era mediocentr­o defensivo y repartía bastante estopa.

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