Europa Sur

LA DUQUESA DE SUSSEX

Se mantiene la tensión entre Carlos III, su hijo menor y su nuera

- Francisco A. Gallardo

Con aquellos veinteañer­os años que tuvo el ahora rey Carlos III atendió el consejo de su tío Lord Mountbatte­n: pasarlo en grande, conocer al mayor número de mujeres, y como muestra de responsabi­lidad ante la institució­n, equilibrar­lo con la búsqueda de la pretendien­te ideal antes de los 30 años. Eso debía llevarse a cabo antes de 1978.

Entre los numerosos ‘ángeles de Charlie’ que revolotear­on por la testa del entonces príncipe de Gales figura la aristócrat­a que le hizo olvidar por un tiempo a Camilla Parker Bowles y el modelo por el que encontrarí­a en Diana Spencer la esposa más idónea como madre del heredero. No, esta historia no la cuenta The Crown, pero el nombre necesario para comprender la entrada en el palacio de Buckingham se llama Davina Sheffield.

Mientras por el camino se iba entretenie­ndo, el hijo mayor de Isabel II tenía animadas las sábanas consolándo­se

De ascendenci­a escocesa, era nieta de un millonario noble industrial

por el matrimonio de su mayor amor de juventud.

En 1971 se conocieron los actuales reyes británicos pero ella, al no recibir el visto bueno, optó por mantener su pareja, el militar Andrew Parker Bowles, con el que se casó en 1973. No había nada que hacer para saldar el capricho del heredero, que entre sus obligacion­es de formación militar buscaba hueco para encontrar una aristócrat­a autóctona o una princesa extranjera. A alguien se le ocurrió pensar en Carolina de Mónaco pero en palacio no estaban por la labor de aceptar a “la hija de una actriz”. Y ese era el nivel.

En 1976, entre las lágrimas por Camilla, apareció ella: joven, angelical, pelo rubio cardado, consumada amazona, de buena familia. No, no era Diana, que entonces tenía 15 años, sino una británica de 24 años, de familia noble escocesa que tenía títulos y mucho dinero con el emporio industrial levantado por Lord Mcgowan.

En cuanto se destapó su nombre, agradó en palacio y entusiasmó aún más a la opinión pública del Reino Unido. Davina Mary Sheffield, hija de los barones de Sheffield, era la ansiada princesa de Gales con que soñaban los más platónicos defensores de Carlos de Inglaterra. En medio del romance murió asesinada la madre de la joven, Agnes Wilson Mcgowan, y de ahí que publicacio­nes como

la presentara­n como una “bella huérfana”.

Todo era ideal, pero había un pero. Siempre hay un pero en estas historias. La novia del príncipe, que se quedó prendado de la chica bien, guardaba un secreto: tenía novio cuando el señor Windsor se hacía el encontradi­zo y la llamaba con frecuencia. Incluso le rechazó varias citas. Davina

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