Elecciones en Italia, turbulencias en Europa
MALAS noticias para Europa. El resultado de las elecciones celebradas el domingo en Italia confirmó los pronósticos con un triunfo contundente de la derecha populista de Hermanos de Italia, en coalición con el partido Forza Italia del eterno Berlusconi y La Liga de Matteo Salvini. Ello colocará al frente del Gobierno italiano a Giorgia Meloni, dirigente de la formación ultra, que ha sabido conquistar a una amplia franja de votantes en un país que ha hecho de la falta de estabilidad una forma de entender la política y que en esta ocasión ha reaccionado con un giro drástico a las perspectivas de una situación económica que se deteriora por días y un contexto internacional altamente inf lamable. Meloni, cuyo perfil radical se pudo ver en Andalucía durante los actos de campaña en los que acompañó a la candidata de Vox Macarena Olona, pertenece a una formación política que emparenta con los restos ideológicos del fascismo, a través del extinto Movimiento Social Italiano, aunque durante las semanas previas a la consulta electoral ha dulcificado su discurso para ampliar su base electoral. Italia, núcleo duro de la Unión Europea y una de las economías más robustas de la zona euro, entra en una etapa de incertidumbres que preocupa en Bruselas. Tras la complicada salida del Reino Unido, la instalación en Roma de un Gobierno que no comparte los elementos básicos de la construcción europea añade turbulencias a una UE que no atraviesa, ni mucho menos, sus mejores momentos. La crisis energética que ya deja sentir sus efectos, la inf lación fuera de control, la prolongación sin perspectivas de final de la guerra de Ucrania y las amenazas de Putin de utilización de armamento nuclear configuran el contexto internacional más peligroso desde el final de la Guerra Fría. La aparición de un Gobierno populista en uno de los países fundamentales del continente enciende las alarmas, por más que Italia haya sido desde el final de la II Guerra Mundial un ejemplo de inestabilidad controlada.
La instalación en Roma de un Gobierno populista enciende las alarmas en una Unión Europea que no pasa por sus mejores momentos