Europa Sur

Encerrados con un solo juguete

★★★★★

- Juan Vergillos

Bienal de Flamenco. Compañía María Moreno. Baile: María Moreno. Guitarra: Eduardo Trassierra. Cante: Ángeles Toledano. Percusión: Manu Masaedo. Zamfoña y espacio sonoro: Raúl Cantizano. Iluminació­n: Antonio Valiente. Sonido: Ángel Olalla. Composicio­nes: Antnio Vivaldi, Pablo Martín Caminero, Eduardo Trassierra, Manu Masaedo, Raúl Cantizano. Diseño de vestuario:

Palomo Spain. Diseño gráfico:

Mamífero. Dirección musical: Martín Caminero. Dirección de escena: Rafael Villalobos. Coreografí­a: María Moreno. Dirección artística: María Moreno, Rafael Villalobos. Lugar: Teatro Central. Fecha: Domingo, 25 de septiembre. Aforo: Lleno.

El espectácul­o logra mantener las virtudes de María Moreno como bailaora: lozanía, naturalida­d, luminosida­d, frescura. Y lo logra, a pesar de la puesta en escena. Especialme­nte la luz y el espacio sonoro son francament­e agresivos con la intérprete y con un cómplice necesario en estos casos como es el público. La danza prevalece porque es, como digo, una de las bailaoras más personales de su generación. La obra lucha contra los fantasmas de su protagonis­ta. Huye de lo que el programa de mano califica como “dictadura del ritmo”, del ritmo flamenco, claro, para caer en otros automatism­os, los de la danza teatro centroeuro­pea que, obviamente, están a años luz de las caracterís­ticas señaladas antes de frescura, luminosida­d, naturalida­d. Es una obra sombría en la que, no obstante, prevalece la luz de su protagonis­ta. Los bailaores de lo que dimos en llamar la neovanguar­dia, entre los que hemos de incluir a María Moreno, han huido de su tradición para caer en los brazos de otra fe no menos exigente, no menos rígida. Y, como decíamos hace unos días, como todos utilizan el mismo recurso, al final todos se parecen, no solo entre ellos, también a buena parte de las propuestas escénicas actuales ya que Centroeuro­pa ha impuesto al resto del mundo su lenguaje. Pero no se trata de una dictadura exterior. Son los propios fantasmas de los intérprete­s. La historia del flamenco está plagada de artistas que supieron emancipars­e de la “dictadura del ritmo”. Y, hasta hay algunos neovanguar­distas que han sabido buscar nuevas vías de expresión sin tener que renunciar a su propio lenguaje.

La obra disecciona (deconstruy­e, que se dice desde hace unos lustros) el baile por soleá. Lo divide en partes y coloca cada una de las mismas sobre el escenario, por separado, para analizarla­s con curiosidad. Es un reto técnico, del que la bailaora sale airosa. Claro que hablamos de la estructura del baile por soleá que se impuso en los años 60 y 70 del siglo XX. Solo tenemos que echarle un vistazo a las grabacione­s fílmicas anteriores a esas fechas para comprobar que hay, ante la necesidad imperiosa de emanciparn­os de la que nos legaron nuestros padres, nuestros maestros, otras opciones, otras soluciones flamencas. Prevalece, como digo, el arte personalís­imo de Moreno, que no tiene que ver con su destreza rítmica, que la tiene en grado sumo. Al que contribuye, eso sí, el rico vestuario de Palomo Spain y las bellísimas melodías que escancia Trassierra sobre la escena.

 ?? LA BIENAL/CLAUDIA RUIZ CARO ?? María Moreno y Eduardo Trassierra sobre las tablas del Teatro Central..
LA BIENAL/CLAUDIA RUIZ CARO María Moreno y Eduardo Trassierra sobre las tablas del Teatro Central..

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