Europa Sur

“Si eres joven ahora todo es difícil, burocrátic­o, caro”

ORIOL PLA

- Francisco A. Gallardo

–Tiene un por

–Es el premio que guardo con más ilusión. Lo tengo guardado en una caja en casa de mis padres porque estuve haciendo obras en casa, pero cuando instale las estantería­s se quedará ahí. Estoy regresando del Festival de San Sebastiánd­onde todo ha ido muy bien. –¿Cómo surgió protagoniz­ar la película

El día de mañana. silvestres?

merecido Ondas

Girasoles

–Pues de una llamada de Bárbara Díez, la productora, casi dos años antes de empezar a rodar. Después de estrenar la anterior película del director, Jaime Rosales. Se me acercó y dijo lo típico, “bueno, ya haremos más pelis”. Y en este caso era en serio. –Háblenos de su personaje. ¿Podemos decir que encarna a un maltratado­r, un tipo agresivo?

–Diría más bien que es un tipo con mucha agresivida­d dentro, de resorte frágil que ha ido acumulando en el transcurso de su vida. Hay muchos tipos de agresivida­d. La física es la más evidente, pero hay muchas señales que alertan de las personas tóxicas. Pero a la vez es un personaje que tiene mucha luz, muchas ganas de vivir, muchas ganas de amar. Como dice mi compañero Lluís Marqués “no es lo mismo amar mucho, que amar bien.”

–¿Cómo se afronta en la realidad a las personas tóxicas?

–Yo soy un desastre. Yo peco de majo, de naif… A mí me gusta que todo el mundo a mi alrededor se sienta querido y les abro las puertas de mi casa y un día pienso: ¿se puede saber qué hace este personaje en mi cocina? ¿Por qué no se va? Es así… Hay gente que te resta. Que te quita energía.

O que no te sabe ver y acompañar, o con la que simplement­e no te expandes… A veces es difícil darse cuenta. Yo a veces me doy cuenta tarde pero cuando lo veo, lo siento en mi tripa y hago lo posible para que entiendan que no tienen espacio en mi vida. ¿Cómo se protege uno? Siguiendo con la analogía de la casa. Hay que tener cuidado a quien dejas entrar en tu vida o en tu persona.

–Andar con cuidado, pero sin ser un desconfiad­o. –Tiene que haber una especie de antesala en la que sientes si esa persona te hace bien o mal. Segundo, creo que tenemos que con-* fiar mucho en nosotros mismos. Hay que tener fe en uno, confianza directa. Y el cuerpo sabe, a veces, mucho más que la cabeza. Hay formas de ser que no nos sientan bien y poner límites claros. Si es necesario, decir, hasta aquí hemos llegado.

–¿Cómo fue rodar junto con su compañera, la actriz Anna Castillo?

–¿Te imaginas si dijera que me cae mal? Qué fuerte… ¿Anna Castillo? Es una maravilla. Nos lo pasamos genial rodando, Anna es lo contrario de lo que hablábamos antes, ¿no? Es una actriz tremenda, llena de intuición y de ganas de jugar. Es lo más importante para la escena: es una jugadora muy viva y muy despierta. Y juega muy alto y muy fuerte. Fue un regalo.

–¿En qué nos deberíamos fijar sobre la personalid­ad de Jaime Rosales como director?

–En la búsqueda de la verdad, de lo terrenal, de lo genuino y lo sutil. Hay que fijarse en los detalles, en el fuego lento. Un gran amante del cine de Vittorio De Sica, de esos momentos mundanos que esconden la vida misma para luego, cuando estás en la madriguera, romperte la realidad en dos. La vida cambia en un instante, Y creo que ese instante le tiene enamorado. Su cine es muy particular. A mí lo que más me gusta es que se acerca siempre desde la curiosidad y la creativida­d hasta el último plano en la sala de montaje.

A veces es difícil darse cuenta de la gente tóxica. Hay que tener cuidado a quien dejas entrar”

–En la serie

era un joven con ganas de prosperar en los 70. En perspectiv­a… ¿Ha empeorado el panorama para los jóvenes de hoy?

–Mis padres estuvieron en el auge cultural de los 70’ en Barcelona y en Cataluña. Yo, aunque no viví esa época, soy un poco nostálgico. En los 70 se murió Franco y la cultura se descorchó cómo una botella de cava. Me hablan de una Barcelona llena de vida, de libertad, de ganas de hacer cosas, de sinergia, organizaci­ón y cultura de base. Y es que estaba todo por hacer. Ahora creo que si eres joven no hay espacios ni oportunida­des donde se pueda uno expandir. Si eres joven ahora todo es difícil, burocrátic­o, caro y crítico (que no autocrític­o). Siento que hay más alienación y todo va regido

por el mercado y lo ¿Dónde se ha quedado lo punki? ¿Dónde está el riesgo? ¿Se puede arriesgar? ¿Es la cultura un reflejo de la salud social de un país? ¿Cuánto dinero se invierte por persona en cultura en este país? ¿Y en Francia? Yo soy muy crítico con mi tierra y creo que se podría hacer mucho mejor.

–¿Cómo describe aquella Barcelona previa a la transición? ¿Se perdió algo la por el camino?

–Todo por hacer. Todo por aprender. Hace nada vi un documental llamado

de Toni Rumbau y Ferran Baile. Hablaba de cómo los amantes de ese oficio se buscaron la vida para reinventar­se, modernizar­se, aprender, juntarse y salir a la calle. Teatro de calle... Se juntaba la gente.

Ateneos, talleres, protestas, asociacion­es… Todo por hacer. El Raval seguía siendo el Barrio Chino con sus cabarets, sus bares regentados por tuertos italianos que presentaba­n a desafinado­s cantantes de flamenco que te partían el alma... ¿De dónde sale sino Ocaña, Pau Riba o Comediants (donde estaba mi padre)?… Si alguien le interesa mucho les recomiendo un libro que se llama

de Marc Roig i Badia.

–¿Qué cree que nos espera en este invierno tan difícil que se plantea?

–Nos espera frío y precios locos de las eléctricas. Y nos espera mucho sentido del humor. Mucho cine español, música, teatro y libros. Nos espera lo mismo de siempre pero totalmente diferente.

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