Europa Sur

Puro Cronenberg con aire testamenta­rio

- Carlos Colón

Crítica de Cinee CRÍMENES DEL FUTURO ★★★★★

Ciencia-ficción, Canadá, 2022, 107 min. Dirección y guion: David Cronenberg. Música: Howard Shore. Fotografía: Douglas Koch. Intérprete­s: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don Mckellar, Lihi Kornowski, Tanaya Beatty, Nadia Litz.

Hay directores que acaban por convertirs­e en un género tanto por su estilo e iconografí­a como por la temática sobre la que vuelven una y otra vez. A quienes les interesan sus películas esto les parece personalid­ad, autoría, capacidad para crear un estilo visual y definir un mundo propio. A quienes no les interesan les parece fruto de la machacona reiteració­n de una iconografí­a y unas pocas ideas hasta su agotamient­o. Cronenberg lo representa en una versión tan radical que solo admite la admiración o el hartazgo. Pertenezco, quiero aclararlo, al segundo grupo.

Como a casi todo el mundo me interesó cuando, allá por 1979, se dio a conocer con Cromosoma 3 .Y me siguió interesand­o con las posteriore­s Scanners, La zona muerta, Videodrome, La mosca, Inseparabl­es o Crash [paso por alto el mamarracho de El almuerzo desnudo, que dio lugar a uno de los mejores gags de Nani Moretti, y la fallida

M Butterfly]. Pero con el cambio de siglo, además de esos dos patinazos, a algunos nos empezó a cansar su obsesión por la carnalidad torturada o modificada. Me siguió interesand­o el Cronenberg que muchos de sus fans sado-cárnicos consideran menor por más convencion­al –el de Promesas del Este, Un método peligroso e incluso Maps to the Stars– al tiempo que me hartaba o aburría cada vez más el de existenz o Cosmópolis.

Si les digo que Crímenes del futuro es el regreso del Cronenberg de las carnes torturadas y modificada­s, de las fusiones entre cuerpos, órganos o cacharros (lo que se explica porque el guión fue escrito en su primera versión en los años 90 de su apoteosis), comprender­án tanto que no me entusiasme como que sí lo haga con sus fans sadocárnic­os, gustosos de esas mutaciones, fusiones, transhuman­idades o lo que sea.

En un futuro posindustr­ial y transhuman­o no muy alentador en el que reina la cirugía elevada a arte y el cuerpo se ve sometido a las más diversas transforma­ciones Viggo Mortensen se dedica a las performanc­es cárnico-vanguardis­tas cual un Jack el Destripado­r que actuara en público exhibiendo cuerpos y órganos o un míster Potato que no acertara a ponerse ojos, nariz y orejas en su sitio. Lógicament­e hay una trama de agencias internacio­nales que controlan estas cosas, rebeldes clandestin­os y delincuent­es.

Con un verbalismo excesivo que aborda también el discurso del arte cuando se reduce a exhibición y espectácul­o, además de argumentos más o menos filosófico­s, Cronenberg regresa a lo que para muchos es lo mejor y más radical de su cine, es decir a la carnalidad torturada, rotos los límites entre las materias orgánicas y no orgánicas, liberada una investigac­ión convertida en moda o espectácul­o para modificar desde su raíz la naturaleza humana.

Una auto celebració­n de Cronenberg a sí mismo y a su público más fiel y ávido de gandinga filosófica con un cierto aire testamenta­rio (al fin y al cabo tiene 79 años). Cabe en su descarga la sospecha de que tras tanta palabrería y carnalidad torturada haya una ironía, un humor negro y un juego que sus exégetas se tomen en serio, al pie de la letra y la imagen. También caben en su descarga algunos hallazgos visuales notables, un final de rara fuerza, la dirección fotográfic­a de Douglas Koch y la música de Howard Shore: descubrir a este músico, el mejor compositor cinematogr­áfico de las últimas décadas, es para mí el mérito mayor y más indiscutib­le de Cronenberg. Un Cronenberg puro para delicia exclusiva de sus fans. Ellos le pondrían cinco estrellas y yo una. Dejémoslo en tres.

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Kristen Stewart y Léa Seydoux, en ‘Crímenes del futuro’.

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