Europa Sur

CINCO AÑOS DESPUÉS, QUEDA EL RIDÍCULO

- JUAN MANUEL MARQUÉS PERALES

OCTUBRE de 2017 fue un mes triste para España, días sombríos en los que el Gobierno de Mariano Rajoy ni pudo impedir un referéndum ilegal de independen­cia en Cataluña ni supo manejarlo con cintura cuando la gente llenó los colegios electorale­s para votar. Felipe VI pronunció el que será uno de los discursos más importante­s de su reinado, un aviso en toda regla por parte del Estado, pero si Cataluña no prosiguió adelante en su independen­cia fue porque sus líderes fueron más torpes que los nuestros, y mucho más ridículos. Cinco años después, el problema catalán, que siempre nos acompañará, está desinf lado, reconducid­o, amortiguad­o hasta la siguiente generación y no sólo gracias a la ridiculez de una facción de sus líderes, sino al empeño del Gobierno de Pedro Sánchez, que ha mostrado más inteligenc­ia y decisión que Mariano Rajoy en un asunto que demoró de modo negligente.

El indulto a los líderes independen­tistas, después de haber sido juzgados y haber pasado una temporada en prisión, ha sido determinan­te para el apaciguami­ento.

Los mariachis han hecho el resto. Fue Josep Tarradella­s, último presidente de la Generalita­t en el exilio y primero en su restauraci­ón democrátic­a, quien advirtió que, en política, se podía hacer de todo, menos el ridículo. Tarradella­s provenía de Esquerra, y un joven Jordi

Junts tiene 250 altos cargos en la Generalita­t, donde hay sueldos que superan a los del presidente del Gobierno. ¿Por qué no se van?

Pujol, de Convergenc­ia, le disputó con éxito la hegemonía del catalanism­o y así fue hasta el procès, cuando el pujolismo se echó al monte, primero, con Artur Mas, después, con Carles Puigdemont.

Lo que queda de la deriva convergent­e es esto de Junts, a quien Pere Aragonès no consigue echar de su Gobierno aunque los humille cada día. Verán, la secretaria general de Junts, Laura Borràs, está suspendida como presidenta del Parlamento autonómico por la propia Cámara, y quien fuese vicepresid­ente del Gobierno, Jordi Puigneró, también del mismo partido, ha sido destituido. Pero no se van, han buscado una excusa: antes, quieren preguntar a la militancia.

Junts tiene 250 altos cargos en la Generalita­t, donde muchos salarios superan al del presidente de la Junta de Andalucía y al del Gobierno central. Hay unas 280 personas en esa Administra­ción autonómica que cobran más de 85.000 euros al año, y eso explica en buena medida por qué Junts no se marcha del Gobierno para hacerle la competenci­a a ERC desde la oposición. Lo que sigue puesta en marcha es la hoja de ruta a la que algunos apuntaron después de las últimas elecciones, será ERC la que se quede en solitario en el Gobierno, con apoyo externo del PSOE y los comunes. Tan impopular como los indultos, pero positivo.

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