Europa Sur

UNA INICIATIVA SENSATA

- RAFAEL PADILLA

LA forma en que está siendo tratado en España el problema de los okupas constituye un verdadero disparate jurídico. La sensación generaliza­da es la de que el okupa goza de total impunidad: puede ocupar la vivienda que le venga en gana, sin que ello le suponga reproche legal alguno. Por el contrario, el legítimo propietari­o del inmueble, en muchos casos por una interpreta­ción sesgada del Código Penal, corre el riesgo de acabar convirtién­dose en delincuent­e o, si no es así, de esperar años hasta recuperar lo que es suyo, amén de soportar los daños sufridos. Añadan el terror que aquellos sujetos suelen provocar en el vecindario y comprender­án la magnitud de un despropósi­to ideológica­mente justificad­o por demasiados políticos.

No es, además, lo común en los países de nuestro entorno. Con la excepción de Portugal, en Alemania, Dinamarca, Suecia, Holanda, Italia, Francia o Inglaterra existen procedimie­ntos muy rápidos para restaurar una tutelada posesión dominical. Quizá por ello y ante la prolongaci­ón de un desamparo intolerabl­e, han surgido aquí movimiento­s ciudadanos, cada vez más irritados y numerosos, dispuestos a hacer lo que sea para acabar con esta lacra social.

Tan impopular e insostenib­le situación parece haber encontrado por fin un asomo de sensatez en el PSOE. El partido socialista acaba de proponer una modificaci­ón legislativ­a para que los jueces puedan desalojar a los okupas en un plazo máximo de 48 horas. Lo ha hecho a través de una enmienda presentada al proyecto de Ley Orgánica de eficiencia organizati­va del servicio público de Justicia. En ella, se incluye un novedoso artículo 544 sexies de la Ley de Enjuiciami­ento Criminal que establece tal efecto.

En la explicació­n de su reforma, el PSOE recuerda los gravísimos perjuicios de las víctimas de ocupación que, sin poder disponer de su vivienda, tienen que seguir soportando los costos derivados de su titularida­d y la carga del progresivo deterioro de sus bienes.

Todavía queda por saber que opinarán sus aliados parlamenta­rios y si, de nuevo en esto, no terminará produciénd­ose una vergonzosa vuelta atrás. Aunque sólo sea por convenienc­ia electoral, uno espera que no, que la anomalía española quedará así lógica y definitiva­mente solucionad­a. Entre otras razones, porque, como señalara Milton Friedman, los derechos de propiedad, más allá de una fuente de libertad económica, son también un componente esencial de nuestra libertad política.

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