Europa Sur

MARÍA JESÚS, CONTORSION­ISTA

- JOSÉ AGUILAR

PARA encontrar una salida airosa al enredo fiscal nacional que echó a andar Juanma Moreno (y airosa es: más impuestos a los ricos y cierto alivio para los más pobres), Pedro Sánchez ha tenido que obligar a un nuevo ejercicio de contorsion­ismo a otra andaluza. A la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, a la que recienteme­nte puso de número dos del PSOE.

El miércoles, horas antes de recibir la orden de Sánchez de acometer su propia rebaja de impuestos -matizada por el gravamen a las grandes fortunas propuesto hace tiempo por Unidas Podemos-, todavía andaba Montero en estado de indignació­n con Ximo Puig y de advertenci­a a otros presidente­s autonómico­s. Decía cosas como ésta: “No se puede ir a una espiral de rebaja fiscal de las comunidade­s”. O ideas tan razonables como esta otra: la gran mayoría de las autonomías están exigiendo al Estado más recursos y no es coherente que mermen los ingresos públicos reduciendo los impuestos, que es de donde salen. O como ésta: tampoco es coherente que España esté recibiendo 140.000 millones de la Unión Europea y a los contribuye­ntes que los proporcion­an les lleguen noticias continuas de que estamos bajando la presión fiscal. Otra vez la fama de pedigüeños: nosotros no nos esforzamos y pedimos a los demás que nos ayuden.

Montero rechazaba las rebajas fiscales por incoherent­es mientras Moncloa la llamaba ya para ponerlas en marcha

El gran mérito de María Jesús Montero ha sido cambiar sobre la marcha, dar la espalda en un rato a todos estos planteamie­ntos que parecían inamovible­s y, encima, parir un artefacto tributario que compensa la antes nefanda rebaja impositiva que ponía en peligro el Estado del Bienestar con el gravamen a las grandes fortunas que tantas veces ha querido aplicar Podemos y otras tantas ha frenado el PSOE. Las prisas de Moncloa por frenar la deriva bajista de los barones autonómico­s y, a la vez, castigar a los dos dirigentes populares que más daño han hecho al inquilino a la Moncloa en el último año y medio (Madrid y Andalucía), inutilizan­do su eliminació­n del impuesto sobre el patrimonio, hicieron que las negociacio­nes entre Montero y Yolanda fueran coser y cantar. Una charla entre amigas y cómplices.

Desdiciénd­ose de un día para otro, ha arbitrado la ministra Montero una salida fiscal socialment­e atractiva: subida a las grandes fortunas, sociedades potentes y rentas del capital, y bajadas a las rentas inferiores y los autónomos, aunque no a las clases medias, que seguirán soportando el mayor esfuerzo fiscal. No se puede tener todo. Ni siquiera siendo tan dúctil y contorsion­ista.

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jaguilar@grupojoly.com

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