Europa Sur

Juan Manzorro: el vejeriego universal

● La calle Marqués de Tamarón que le vio crecer como niño guarda un rincón dedicado por el Ayuntamien­to de Vejer al cariño por su pueblo

- José María Ruiz

Una fotografía de Juan Manzorro proyectada en una pantalla gigante instalada sobre el lienzo de las Murallas de la Segur con la frase “Ya te cogeré en mi calle” arrancaba el último acto que el Ayuntamien­to de Vejer ha organizado para recordar y ensalzar la figura de este vejeriego que ha llevado a su municipio por bandera, fuese donde fuese.

Precisamen­te en esa calle del Marqués de Tamarón, residía Juan Manzorro con su madre, Gertrudis, de la que todos recuerdan cómo lo llevaba siempre de la mano.

En ese emblemátic­o lugar se vivió hace pocos días un emotivo homenaje donde amigos, familiares y compañeros de Canal Sur acompañaro­n a las autoridade­s locales actuales y pasadas, en la inauguraci­ón del Rincón de Juan Manzorro, que fue su casa de la infancia. El regidor vejerigo, Manuel Flor, junto a su viuda, Mónica de Ramón, vivieron ese emotivo acto organizado por el Ayuntamien­to en memoria de este vejeriego que no se perdía una Velada del mes de agosto.

Juan Manzorro ha dejado en Vejer muy buenos amigos, a los que visitaba cada vez que podía, como Pepe Galván, uno de los reposteros más veteranos del municipio, que aún sigue en activo en la pastelería La Exquisita.

En el propio hotel Convento de San Francisco se reencontró con el que fue su compañero de pupitre, Manolín Ligero, camarero ya jubilado tras prestar sus servicios en este establecim­iento durante 23 años, pero con el que compartió muchas vivencias y las clases en el Castillo.

Recuerda que eran cuatro aulas, que acogían los primeros cuatro cursos de la Educación General Básica (EGB). Allí se formaron y aprendiero­n las nociones básicas de la enseñanza muchos de los vejeriegos que residían por las calles cercanas, como Ramón y Cajal; Eduardo Shelly, José Castrillón Shelly; la Costanilla, la Judería y Guzmán El Bueno, Juan Relinque o San Ambrosio, entre otras muchas.

Tan peculiar era ese lugar que el patio de armas era utilizado como recreo para los cursos superiores, mientras el inferior era para los más pequeños. Profesores como Francisco Guerra, Emilio Lozano y Pedro Martín, entre otros tantos, compartían, allá por el año 1970, la tutoría de unos pequeños expectante­s por aprender Lengua, Matemática­s o algunas de las muchas manualidad­es que se desarrolla­ban.

Recuerda Manolín Ligero que Juan era un niño tímido, al igual que él, y que ambos compartían la misma banca. De aquellos momentos destacaba la llegada de Juan con su madre, y que ambos se acompañaba­n para entrar y salir de la clase e ir al recreo.

Tras marchar Juan Manzorro con su madre a Cádiz, entró a estudiar en Valcárcel, retomándos­e esa amistad años después, cuando Juan retomó su relación con su pueblo natal.

La propia Mónica de Ramón, su pareja durante muchos años, ha recordado que tres meses antes de agosto ya reservaba en el hotel Convento San Francisco una habitación.

El día 14 le gustaba ya estar en su pueblo para no faltar, el día 15, a la función principal en la parroquia, donde la Virgen de la Oliva, a la que procesaba gran devoción, preside el altar mayor. Por la tarde le gustaba ver salir la procesión, llegar a la plaza de los

Estudió de pequeño en el Castillo, donde compartía el recreo en el patio de armas

pescaítos, subir la Corredera y, rápido para el hotel, para verla pasar por la Plazuela desde el balcón. Se trataba de una cita ineludible y donde la ilusión aumentaba cada año, según ha expuesto su viuda.

En el homenaje que su pueblo le ha rendido su amigo y compañero, Fernando Pérez, fue el maestro de ceremonias de una cita de la que dijo que “a él le encantaría estar presentand­o este acto, estoy convencido de ello. Si pudiera diría quítate de aquí que voy a presentar yo esto”, apuntando cariñosame­nte, que “no he visto un tío más fatiga que Juan Manzorro.

Pérez Cabrales reconoció que “no he conocido a nadie que fuera capaz de querer de la misma manera a su ciudad natal, a su pueblo y a la ciudad donde vivió tantos años, y cómo se identificó y cómo se hizo querer sin esforzarse mucho”.

Este no ha sido el único reconocimi­ento de Vejer a Juan Manzorro, que fue pregonero de la Velada de Agosto en 1989, rey Melchor en la Cabalgata de Reyes, pregonero del Carnaval y exaltador del cartel y del programa de las fiestas de su Patrona, la Virgen de la Oliva Coronada. Ha recibido el premio ‘Ciudad de Vejer’ y el pasado mes de octubre, muy emocionado, recibía la Medalla de la Ciudad en la categoría de Proyección del Municipio.

 ?? LOURDES DE VICENTE ?? Juan Manzorro en las instalacio­nes de Diario de Cádiz.
LOURDES DE VICENTE Juan Manzorro en las instalacio­nes de Diario de Cádiz.
 ?? CEDIDA ?? Juan Manzorro y Mónica de Ramón, junto a la Virgen de la Oliva en su ermita.
CEDIDA Juan Manzorro y Mónica de Ramón, junto a la Virgen de la Oliva en su ermita.

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