Brasil vota si Lula vuelve al mando doce años después y pone fin a la era Bolsonaro
● El izquierdista, favorito en las elecciones más polarizadas ● El ultraderechista pone en duda la fiablididad del sistema de voto electrónico ● Las largas colas retrasan el cierre de los colegios
Brasil celebró ayer unos comicios decisivos en los que elegía entre la continuidad del ultraderechista Jail Bolsonaro en la Presidencia o el giro a la izquierda con el regreso del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ya gobernó el país durante dos mandatos, entre 2003 y 2010. Un total de 156,5 millones de electores estaban convocados a las urnas en primera vuelta para elegir presidente, así como para renovar el Congreso y elegir a los gobernadores regionales.
Las largas colas de votantes obligaron a que el cierre unificado de los colegios electorales –previsto para las 17:00, horario local de Brasilia, la capital– se retrasara y el recuento de los votos electrónicos se prolongó varias horas más de lo previsto. A la 01:15 de la pasada madrugada en España, con el 76,3% de los votos escrutados
En la víspera, la duda principal era si el líder del PT lograría más del 50% de los votos
Lula contabilizaba el 46,15% de los apoyos, mientras que Bolsonaro obtenía el 45,14%.
Las elecciones de 2022 son las más polarizadas desde que Brasil recuperó la democracia en 1985, se han caracterizado por un clima de crispación entre el líder del Partido de los Trabajadores (PT), Lula da Silva, el gran favorito en las encuestas, y el actual presidente, quien busca la reelección.
La polarización entre los principales candidatos se ha extendido a lo largo de la campaña a sus seguidores, con algunos casos de ataques y muertes motivadas por discusiones políticas en los últimos días. Pese a este clima, la jornada transcurrió con “tranquilidad y seguridad”, salvo incidentes puntuales.
En proyecciones de la firma Quaest, los partidos conservadores seguirán ocupando la mitad de las sillas de la Cámara Baja, los de derecha encogerán ligeramente (de 253 a 245) y los de izquierda crecerán (de 121 a 129).
En la víspera de los comicios, la principal duda era si Lula conseguiría más de la mitad de los votos válidos, que le garantizarán la elección sin necesidad de segunda vuelta. Ello debido a que, según los últimos sondeos, el ex dirigente sindical contaba con el 50%-51% de los votos válidos (ya descontados blancos y nulos), mientras que el líder ultraderechista, que aspira a la reelección, tenía un 36%.
Ante tal situación, Lula había dedicado los últimos días de su campaña a buscar el llamado “voto útil”, a atraer a electores de candidatos sin posibilidades que quieran apoyarlo para dejar definido el pleito el domingo. El expresidente, que gobernó entre 2003 y 2010, extendió el viernes su campaña hasta Ceará, el estado de mayor influencia del líder laborista Ciro Gomes, el tercer candidato más votado en las presidenciales de 2018 y que aparece tercero en los sondeos de este año (con un 6%), con la intención de intentar ganarse a los electores de su exministro.
La otra gran duda era la posible reacción de Bolsonaro en caso de una derrota, ya que el presidente había dicho que tan sólo aceptará el resultado en caso de que las elecciones sean “limpias y transparentes”, algo que ha generado incertidumbre.
Desde que Lula apareció como favorito en los sondeos, el líder ultraderechista puso en duda la fiabilidad y seguridad del sistema de votación electrónico de Brasil, dando a entender que puede ser objeto de fraudes y alegando que las autoridades electorales tienen una preferencia por su rival. Algunos sectores, incluyendo los dirigentes del PT, temían en este sentido que el jefe de Estado esté preparando el terreno para buscar apoyo para un posible golpe de Estado.
La urna electrónica viene siendo usada por Brasil desde 1996 sin que hasta ahora se haya comprobado un fraude.