Europa Sur

Putin se queda solo en su defensa de la anexión del territorio ucraniano

● China, India, Irán y Turquía, habituales aliados rusos, eluden apoyar la adhesión de las cuatro regiones

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El presidente ruso, Vladimir Putin, tiene adeptos a su causa de construir un nuevo orden mundial pero se ha quedado solo en la defensa de la anexión de los territorio­s ocupados en el este y sur de Ucrania.

“En todo el mundo, incluido Europa y EEUU, tenemos muchos correligio­narios. En diferentes países y sociedades se desarrolla un movimiento anticoloni­al y liberador contra la hegemonía unipolar”, aseguró Putin en el discurso que pronunció el viernes en el Kremlin antes de firmar tratados de anexión con cuatro regiones ucranianas (Donetsk, Lugansk, Jerson y Zaporiyia).

Putin habló de una “nueva realidad geopolític­a” en la que Occidente ya no dictará las reglas de juego. En eso cuenta con el apoyo de China, cuyo líder, Xi Jinping, le ha llamado a liderar juntos un mundo cambiante y a defender los intereses de los países en desarrollo. Otras potencias como India, Irán y Turquía comparten su visión, pero ninguno ha apoyado ni su aventura militar ni su interpreta­ción radical sobre el derecho a la autodeterm­inación de los pueblos en Ucrania.

Putin ha intentado en vano recabar apoyos al aludir al precedente de la independen­cia de Kosovo (2008), una caja de pandora que el Kremlin ya utilizó ese año para atacar Georgia y reconocer la independen­cia de Osetia del Sur y Abjasia.

Rusia tiene en Asia a sus principale­s aliados. China, enfrentada a EEUU por Taiwán, y la India, resentida por los flirteos de Washington con Pakistán, le han dado la espalda a Occidente. Putin ha apostado todas sus cartas por Pekín en su antagonism­o con Washington. China es el principal socio comercial para Rusia, que le suministra grandes cantidades de materias primas, además de que se apoyan mutuamente en la arena internacio­nal.

Lo mismo ocurre con India, al que Moscú suple con armamento pesado, incluido misiles antiaéreos, e hidrocarbu­ros a precios muy ventajosos.

Ambos también respaldan a Moscú en su crítica a los países europeos por bloquear la llegada de cereal ucraniano y fertilizan­tes rusos a los países pobres. En septiembre, Putin intentó disipar todas las dudas sobre la “operación militar especial” de Xi y del primer ministro indio, Narendra Modi, durante la reunión de la Organizaci­ón de Cooperació­n de Shanghái.

No le salió bien. A lo máximo que llegan chinos e indios es a abstenerse cuando Estados Unidos quiso aprobar el viernes una resolución condenando las anexiones en el Consejo de Seguridad de la ONU. “No es momento para guerras”, le dijo Modi. Mientras, Pekín le ha llamado a “respetar la integridad territoria­l de todos los países”, un dogma de fe para el gigante asiático.

Rusia no puede aspirar a más. Y es que China lleva décadas persiguien­do el separatism­o en Tíbet y Xinjiang, mientras los indios nunca han dejado de combatir con Pakistán por el control de Cachemira.

Como ocurre con China, Turquía mantiene un equilibrio casi imposible entre Moscú y Kiev. Pese a ser miembro de la OTAN, es un gran socio comercial y geopolític­o de Rusia, al que compra armamento y coopera en energía nuclear, pero también de Ucrania.

Los intereses que comparte con Rusia en Siria y en el Cáucaso no dejaron otra opción a Ankara que ofrecerse como mediador. De hecho, la paz nunca estuvo más cerca que a finales de marzo con las reuniones de Estambul.

El líder turco, Recep Tayyip Erdogan, condenó en 2014 la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea y no ha dejado de denunciar la persecució­n de la minoría tártara por parte del Kremlin.

Esta misma semana, Ankara no dudó en calificar de “ilegítimos” los referendos separatist­as en Ucrania y el sábado el Ministerio de Exteriores rechazó categórica­mente la anexión, que consideró “una grave violación de los principios del derecho internacio­nal”.

Poco importa que Rusia haya abandonado a su suerte a Armenia en favor del aliado turco, Azerbaiyán, y que tampoco apoye las aspiracion­es independen­tistas de los kurdos en el norte de Siria.

Tanto chinos como indios y, especialme­nte los turcos, abogan por negociacio­nes de paz entre Kiev y Moscú, pero consideran que el Kremlin ha dado un portazo a esas esperanzas con la anexión. Rusos y serbios son aliados desde tiempo inmemorial. Ambos pueblos eslavos combatiero­n durante décadas contra turcos y otomanos.

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EFE Ucranianos exiliados en Moldavia protesta en la puerta de la embajada rusa por la reciente anexión del territorio.

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