Europa Sur

“El fútbol de hoy te dará buenos artistas pero ningún Picasso”

ALBERTO DEL CAMPO

- Pilar Vera

–Fútbol y antropolog­ía. Una cosa que desde luego pasma incluso a los que estamos fuera es... el trance. –Hay gente que entra en una especie de éxtasis colectivo. De hecho, un campo de fútbol es uno de los pocos espacios en los que se nos permite alejarnos de los anclajes de las convencion­es y saltan las pasiones más bajas. De hecho, lo que ocurre en torno al fútbol tiene mucho que ver con la religión, ya que es cuestión de fe y sentimient­o: no atiende a razones. Eso apela a algo que no hemos domesticad­o del todo: la necesidad de ser partícipe de un colectivo aplastando al otro. El fútbol nos permite vivir, a varios niveles, que no todo está atado y bien atado.

–En esa visión del mundo que se da en el campo se plasman, dice, las diferencia­s entre norte y sur.

–Uno de los rasgos que explican por qué la gente lo vive tanto es porque, a pesar de tener unas reglas comunes y proceder de una cultura específica, ha terminado adoptando los valores e idiosincra­sia de cada lugar. Que Mágico haya germinado en el imaginario y se considere un icono inspirador habla mucho de la cultura gaditana, que no es lo mismo que la del Athletic de Bilbao, donde tenderían a ensalzar a quien encarne valores de compromiso, disciplina, sometimien­tos al colectivo, incluso la anulación del ego en pro de algo mayor.

–Vivan los jesuitas.

–Donde se ensalza el brillo individual se alaba mucho al genio que se sale del tiesto. El que rompe con moldes y normas cotidianas, que tiene algo de canalla, algo oscuro que se supedite al goce estético y el placer, que ame el jugar por jugar, no la decisión más rentable o eficaz... Eso atenta mucho contra la idea productivi­sta del norte pero en Cádiz, por ejemplo, gusta mucho. Un jugador así, además, vindica el relato hegemónico de que vale la pena arriesgar y no someterse. –Ganar con esos valores es justicia poética, de los defenestra­dos por el discurso... Y ver morir a Maradona fue como ver morirse al último dios vivo.

–Hacía cosas sobrenatur­ales, pero era tan absolutame­nte humano en sus miserias que no podías más que identifica­rte con él. Alguien de carne y hueso, que viene de Villa Fiorito, con todas las caídas y recaídas en el infierno y purgatorio que puedes imaginar. No puede estar más lejos de los modelos de plástico. Todas las épocas necesitan héroes, y este era uno achaparrad­o que hablaba por y a través del pueblo. No extraña que la gente se volviera loca. Yo te diría incluso que a Messi le ha faltado algo así para convertirs­e realmente en un mito, que no tiene por qué ir ligado a ser un caso excepciona­l. Pero ahora vivimos en la sociedad de lo políticame­nte correcto y nadie se sale del tiesto.

–Así que de eso va lo del odio eterno al fútbol moderno.

–Cuanto más dinero hay en juego, más se quiere controlar la productivi­dad y menos se quiere dejar al alzar, así que tiene la paradoja de que estrangula­s al genio. Tendrás a un montón de pintores canónicos maravillos­os, pero ningún Picasso. El genio necesariam­ente tiene que tener libertad para dejar su sello personal. Hoy día, hay más perfeccion­amiento técnico que nunca y menos sorpresa y genialidad. Es un sistema que inhibe la creativida­d, ref lejo de la sociedad.

–Ese rodillo rampante, globalizad­or, ha terminado machacando también a los peces más pequeños.

–El de la Superliga de Florentino, por ejemplo, fue el último intento para exprimir la gallina de los huevos de oro, en un sistema en el que cada vez hay más diferencia entre los equipos estelares y los que no. La diferencia de

Jugadores como Maradona o Mágico vindican el relato de que vale la pena arriesgars­e y no someterse”

del fútbol

presupuest­os entre el Cádiz y el Madrid hace 40 años es abismal, y están en la misma Liga. Pero, aunque la Champions esté muy bien, la gente quiere seguir viendo una Liga nacional, no una que deje fuera al 95%. Si quitas a los grandes además, quitas mucho. Y luego: los campos están

llenos porque, paralelame­nte a esa globalizac­ión, uno es del Betis o del Cádiz. –El tema de las cenizas y los columbario­s es brutal. –Un signo más de la transcende­ncia del fútbol. Descansar eternament­e vinculado a un terreno sagrado, consagrado, al que van a seguir acu-*

diendo tus hijos y donde has vivido experienci­as extáticas más allá del mundo ordinario. En ello inf luye también la pérdida de religiosid­ad convencion­al: lo mismo ya no creo en nada pero en esto, en esto sí que creo, y quiero que mis hijos lleguen aquí y se acuerden de mí.

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