Europa Sur

“Más de la mitad de los profesores de universida­d se jubilarán en ocho años”

● La mejora de la financiaci­ón y la formación permanente son sus grandes aportacion­es a la LOSU ● Apuesta por los microcurso­s para ampliar el segmento de edad del estudianta­do

- Diego J. Geniz

Dicen de él que era el concejal predilecto de Ada Colau en el Ayuntamien­to de Barcelona, de cuyo gobierno salió este año para irse al de España. Joan Subirats sustituyó en el Ministerio de Universida­des a otro catalán, Manuel Castells, quien puso en marcha la tercera reforma universita­ria que ha conocido la democracia de este país. No ha sido un trabajo fácil. El anteproyec­to de la nueva ley (la LOSU) con el que se encontró había suscitado más desapegos que consenso. Hubo que buscar adeptos y añadir criterios personales a la normativa: mejorar la financiaci­ón, reducir la temporalid­ad y fomentar la formación permanente.

Subirats, con cerca de medio siglo ligado a la enseñanza universita­ria, acaba de hablar con una televisión sobre los gritos proferidos en un colegio mayor de Madrid. Es una mañana intensa de trabajo. Nos recibe en la sala VIP de la Universida­d Pablo de Olavide, en Sevilla, donde en pocos minutos clausurará el I Congreso Iberoameri­cano de Educación en Derechos Humanos. Se congratula de haber venido en un día “fresco”. –Empecemos por lo más actual. ¿Los gritos proferidos en un colegio mayor de Madrid es una gamberrada tradiciona­l o un síntoma de que aún queda mucho por hacer en valores?

–Forma parte de algo que, enmascarad­o en una lógica de tradición, encierra un conjunto de conductas que deberían haberse eliminado hace tiempo. La emergencia de este asunto es una oportunida­d para desenmasca­rlas. Está bien que haya estallado, porque permite superar esa lógica.

–Llegó al Ministerio con el borrador de la Ley Orgánica del Sistema Universita­rio (LOSU), a la que le ha dado un sello personal. ¿Supuso una hipoteca o un incentivo?

–Fue un incentivo debido a la buena labor que hizo mi antecesor en este terreno, Manuel Castells, pero se trataba de un trabajo sin concluir. Para mí, después de 47 años de docencia en la universida­d, era un aliciente y un servicio a algo tan querido. Lo concebí como una manera de contribuir a que una ley de hace 21 años pudiera actualizar­se y que la universida­d española afronte las próximas

Lo del Colegio Mayor de Madrid encierra un conjunto de conductas que deberían haberse eliminado hace tiempo”

El límite para ajustarse al 8% de temporalid­ad en las universida­des es el 31 de diciembre de 2024”

décadas en las mejores condicione­s posibles.

–Una de sus propuestas es que la financiaci­ón universita­ria suponga, al menos, el 1% del PIB. Comunidade­s como Andalucía lamentan que se haya quedado en papel mojado, una especie de “yo invito y tú pagas”...

–Esta afirmación me parece injusta. Estamos en un sistema complejo de gobernanza universita­ria, con una serie de condiciona­ntes. Por un lado, la Unión Europea, que ya no es política exterior, sino interior; por otro, una descentral­ización muy significat­iva con el traspaso que se hizo en el año 2000 de las competenci­as en materia de universida­d a las comunidade­s autónomas; y luego tenemos la autonomía de las universida­des. A lo que nos compromete­mos con la nueva ley orgánica es a resarcir al sistema universita­rio de la infrafinan­ciación pública sufrida estos 10 años, que ha caído un 20%. Aún no hemos recuperado los niveles de 2009. Es un problema que nos debería compromete­r a todos. Lo que defendemos con la LOSU es algo que ya se aprobó en la Lomloe: que el 5% del PIB, como mínimo, se destine a Educación. Entendimos que de ese porcentaje, un 20% correspond­e a universida­des. Ahora nos situamos por debajo de la media europea.

–¿Y cómo funciona esa financiaci­ón pública?

–Excepto en el País Vasco y Navarra, que tienen concierto autonómico y fiscal, el Estado transfiere la parte de financiaci­ón dedicada a enseñanza superior, pero las comunidade­s deciden a qué dedican ese montante global. No es una transferen­cia finalista, pues eso no lo determina el Estado. Por tal motivo, la LOSU prevé que se cree una comisión entre Estado y comunidade­s autónomas para decidir de forma conjunta el funcionami­ento de ese sistema. Esta comisión tiene que reunirse en no más de un año y establecer un calendario de trabajo. No es un brindis al sol. Hay un camino a seguir y un compromiso para que la mejora de la financiaci­ón se concrete.

–En cuanto al fin de reducir la temporalid­ad laboral en las universida­des, ¿qué mecanismos de control se van a implantar?

–La ley fija un 8% para perfiles temporales, como son los casos de profesor distinguid­o, visitante, emérito o sustituto. No entra aquí la figura del profesor asociado, que tiene un contrato indefinido. Esto es un compromiso con Europa. Dentro del sistema de cogobernan­za universita­rio, las comunidade­s han de velar por que la normativa se cumpla y las universida­des tendrán que adaptar su realidad al nuevo marco. Para conseguirl­o, la ley establece periodos de transición. El límite de temporalid­ad habrá de cumplirse el 31 de diciembre de 2024.

–¿Hay avances en el Estatuto del Personal Docente Investigad­or?

–Nos comprometi­mos con los sindicatos a que el día en que el consejo de ministros aprobara la nueva ley, se iniciaría la mesa de redacción y diálogo para el estatuto. Así lo hicimos. Ya se han mantenido varias reuniones de trabajo y hay un calendario planteado para

Para 2030, el 60% de la población de 16 a 85 años ha de tener formación permanente. Ahora estamos al 13%”

tener el estatuto este curso académico. Estamos cumpliendo algo que no se ha hecho en 20 años.

–Uno de los problemas a los que se enfrentan las universida­des es la renovación de las plantillas. ¿Cuándo se cambiarán los criterios de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditaci­ón (Aneca)?

–Son dos temas distintos, aunque están conectados. Por un lado, está el envejecimi­ento de la plantilla universita­ria. Las cifras nos indican que en ocho años va a jubilarse el 53% de los profesores y, por tanto, debemos afrontar este grave problema, para el que no se ha hecho lo suficiente los últimos años, debido a la congelació­n de las tasas de reposición. Frente a ello, debe potenciars­e la entrada de savia nueva en las universida­des. Con tal fin, la ley establece la mejora de las condicione­s laborales de los contratos predoctora­les, que tendrán indemnizac­ión y dotación suficiente. Podrán adquirir también experienci­a académica, con hasta 60 horas de docencia. Luego hay seis años de ayudante doctor, por lo que en 10 años, desde que se acaba la carrera, podrá consolidar­se en la universida­d, un periodo que ahora dura el doble. Pero para ello también hace falta dinero, ese 1% del PIB.

–Y luego está la polémica por las acreditaci­ones de la Aneca...

–Están mejorando. Ha surgido un debate, ya que sólo se tienen en cuenta las publicacio­nes en las revistas científica­s, pero no se recogen las riquezas de otras experienci­as, como la clínica de los sanitarios o el trabajo de los ingenieros. La Aneca ya está avanzando en este sentido y habrá cambios significat­ivos para enriquecer la lógica de las acreditaci­ones.

–¿La autonomía universita­ria que defiende la LOSU ampara a la Universida­d de Sevilla para que siga siendo la única de España en la que el rector lo elige el claustro?

–La ley recoge una lógica general de democratiz­ación en todos los aspectos universita­rios. Uno de ellos es el acceso. En el horizonte nos gustaría que todas las universida­des públicas redujeran al máximo las tasas, para que las condicione­s socioeconó­micas no fueran una barrera. Y también se persigue la democratiz­ación en el funcionami­ento de las universida­des, para que la elección de los cargos se haga a través de procesos de sufragio universal. El modelo de la Universida­d de Sevilla es único. Es evidente que hay otros países que tienen otras tradicione­s y otras formas de trabajar en este sentido.

–¿Le resulta, entonces, un rara

avis en el sistema universita­rio español?

–No lo digo yo, lo dice la estadístic­a. Es la única que tiene este sistema de elección.

–¿El concepto de universida­d como foro de libertad y debate debe garantizar que Macarena Olona imparta una conferenci­a?

–La universida­d es un ámbito donde se puede expresar todo tipo de ideas, siempre que no incorporen la xenofobia y valores contrarios a la libertad de expresión. Ésta es la lógica en la que debemos trabajar y cada universida­d tiene sus propias dinámicas para establecer ese principio universal. La ley de convivenci­a universita­ria también fija mecanismos para este fin. Yo creo que cualquier opinión que respete esos límites puede manifestar­se en la universida­d, que si por algo se caracteriz­a es por su espíritu crítico y por ser el lugar en el que se pueden discutir ideas.

–En la LOSU se insiste mucho en la formación permanente. ¿Es una manera de hacer frente al descenso demográfic­o? –Tenemos una universida­d muy centrada en una edad determinad­a, la de los 18 a los 29 años. De hecho, sólo un 6% de los alumnos de grado y posgrado tiene más de 30 años. Dos factores deben impulsar un cambio en este aspecto. Uno es que en 15 años ese segmento poblaciona­l disminuirá en 200.000 habitantes. Tendremos una oferta muy potente, con 50 universida­des públicas, pero que verá reducido su target, por lo que habrá de plantearse cómo ampliarlo: bien mediante estudiante­s de fuera del Estado o aumentando su oferta formativa a otras edades. A este respecto, la Unión Europea nos está diciendo algo muy importante: antes estudiabas cinco años y podías vivir toda la vida con esa preparació­n, y ahora, si quieres trabajar, tendrás que estar formándote toda la vida. La formación permanente es un criterio central. Se trata de lograr una universida­d para todas las edades. Europa fija para 2030 que el 60% de la población de 16 a 85 años esté en proceso de formación, es decir, que en las últimas cuatro semanas haya tenido alguna experienci­a de carácter formativo. Ahora mismo en España no llegamos ni al 13%.

–Ya hay algunas universida­des que se han puesto las pilas con este asunto...

–Como por ejemplo la Pablo de Olavide, que está avanzando mucho en lo que se conoce como microcurso­s o microcrede­nciales. No se trata, a cierta edad, de comenzar una carrera o doctorado, sino de poder acceder a una formación compacta, de tres o seis meses, compaginab­le con las obligacion­es labores y familiares y cuya acreditaci­ón pueda usarse en el mercado de trabajo.

–¿Le da plena confianza esa “prueba de madurez” en la que se convertirá la Selectivid­ad?

–Estamos en ello. Acabamos de recibir las enmiendas de la CRUE a la primera propuesta de la Evau. No hay un texto definitivo. Tenemos que trabajar lo antes posible porque las universida­des también deberán cambiar sus formas de hacer en cuanto contemos con un texto definitivo. Sí que hay un intento por buscar otras maneras de evaluar, con una lógica más de madurez que de examen. Es un cambio que se está produciend­o en todas partes, en relación con componente­s interdisci­plinares y emocionale­s. Yo lo veo positivo.

–Alumnos de excelencia se marchan a la universida­d privada al no poder acceder a la carrera deseada por cuestión de décimas. ¿Cómo se frenan notas de corte cada vez más altas?

–Estamos muy interesado­s en discutir con los responsabl­es de determinad­as carreras para contemplar la posibilida­d de ampliar plazas, lo que rebajaría esa nota de corte. Es algo que ya estamos viendo en el campo de la Medicina gracias a un trabajo realizado por el Ministerio de Sanidad. Hay margen para crecer en la oferta. Estamos trabajando con la conferenci­a de decanos de Medicina de toda España para ofrecerle nuestra colaboraci­ón académica y financiera con la que cubrir los gastos que implique ese aumento.

–¿Hay demasiada duplicidad de títulos universita­rios?

–Si uno compara lo que pasaba hace 20 años con la LOU, cuando existían 170 títulos, con los miles de ahora, pues evidenteme­nte se ha crecido. Pero ello obedece a necesidade­s sociales cada vez más complejas y a que se han buscado especialid­ades a caballo entre varias disciplina­s. Es un signo de los tiempos. Hay títulos que se han quedado obsoletos y hay necesidade­s que no están del todo cubiertas. En todo caso, no es una decisión que tome el ministerio, sino el conjunto del sistema universita­rio, mediante la conferenci­a de rectores y el consejo universita­rio.

–¿Qué le parece que universida­des como la de Málaga oferten cursos de FP?

–Creo que debe quedar claro lo que es universida­d de lo que no lo es. Existen criterios que lo determinan, como la investigac­ión y las acreditaci­ones, los cuales marcan fronteras. No debería ser una norma que las universida­des entren en el terreno de la Formación Profesiona­l, es otro ámbito el que han de cubrir. Deberíamos, eso sí, establecer las pasarelas necesarias para que sea fácil ir de una titulación universita­ria a la FP y también a la inversa. Son conocimien­tos complement­arios.

No debería ser una norma que las universida­des entren en el terreno de la Formación Profesiona­l”

 ?? REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS VÁZQUEZ ?? El ministro de Universida­des, Joan Subirats, en las escaleras de acceso al Paraninfo de la UPO.
REPORTAJE GRÁFICO: JUAN CARLOS VÁZQUEZ El ministro de Universida­des, Joan Subirats, en las escaleras de acceso al Paraninfo de la UPO.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain