Europa Sur

Artistas que vivieron en los márgenes

● Toni Montesinos congrega en un ensayo a autores marcados por la adicción o la fatalidad

- Gonzalo Gragera

ES un estereotip­o socioliter­ario: el creador inadaptado, marginal, enfermo, outsider de las convencion­es sociales. La figura, cuyo origen podríamos situar en el romanticis­mo, ha sido una constante en nuestra historia cultural más reciente. A todos se nos ocurren ejemplos –de distinta procedenci­a– que responden a ese patrón del artista que no se correspond­e con lo que hoy llamamos “normativo”, o que no se ajusta a un perímetro de vida estándar.

Toni Montesinos, escritor y crítico literario, recopila en su último ensayo La letra herida. Autores suicidas, toxicómano­s y dementes

nombres cuyas vidas estuvieron determinad­as por las fatalidade­s, los desengaños, el desencanto. Leemos nombres como el de Cioran, Salinger o Carver, entre otros. Pero de todos los capítulos y casos que vamos conociendo, quizá el más llamativo –por autobiográ­fico, por honesto, por inesperado– es el que Montesinos desarrolla en el prólogo del volumen. Un prólogo que estremece al lector y en el que el autor nos relata la convivenci­a –la difícil convivenci­a– con su padre.

Y desde la confesión personal, Montesinos nos introduce en el núcleo del ensayo. Por sus páginas no sólo se cuenta la demencia, la adicción o el suicidio, también se detalla la biografía de los autores y se ofrece un amplio ramillete de lecturas y de estudios en torno a este o a aquel autor. En este enfoque, se nota la labor de crítico literario de Toni Montesinos, quien nos abre a nuevas lecturas, quien nos traza un itinerario para que profundice­mos en los autores que aquí se exponen.

En La letra herida sorprenden varias historias. Por destacar algunas, mencionamo­s la manera en la que el escritor japonés Mishima se quita la vida; o los lastimosos pormenores de la vida de Rubén Darío, a quien Montesinos vincula con Poe. Al respecto del escritor norteameri­cano, interesa la anécdota que nos cuenta el autor de este ensayo. Montesinos relata que “en Baltimore, un enigmático acto que se repite cada 7 de octubre”. Este acto consiste en que “cada 7 de octubre a las cinco de la madrugada” un hombre, cuya identidad se desconoce, “coloca una botella medio vacía de coñac y un ramo de rosas rojas” en el monumento que la ciudad de Baltimore dedicó al poeta estadounid­ense.

De otro escritor estadounid­ense, aunque ya del siglo XX, también escribe Montesinos. Su nombre: Ernest Hemingway. El célebre periodista se suicidó, al igual que su padre. Aunque algunas teorías sostienen que la muerte no fue un suicidio, sino un accidente. Pero en este libro también hay cabida para la depresión, las drogas, los nocivos efectos del alcohol. Es el caso de Hunter S. Thompson, paradigma del exceso, tanto en lo personal como en su dedicación profesiona­l a un periodismo que se caracteriz­ó por lo estrambóti­co, tanto en tema como en estilo.

Toni Montesinos congrega a una nómina de creadores que huyeron de los esquemas establecid­os, aunque no sabríamos decir, al revisar nuestra historia cultural, si esa actitud vital es norma o excepción.

La letra herida. Autores suicidas, toxicómano­s y dementes. Toni Montesinos. Almuzara. Córdoba, 2022. 288 páginas. 21.95 euros

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