Una terna de novilleros sin actitud se deja ir un buen encierro de Gibaja en Zaragoza
Los utreros, dispares de volúmenes, cabezas y cuajo, dieron buen juego en su totalidad
Una mezcla de desaciertos, falta de actitud y escasa apuesta para el toreo, repartida en distinto grado entre los tres actuantes, fue la causa de que se fuera sin aprovechar al desolladero la noble y más que manejable novillada del hierro de López Gibaja lidiada ayer en Zaragoza.
El día en que la serie continuada de festejos de la feria del Pilar volvía a arrancar después de tres años de parón por la pandemia y sus medidas preventivas, al ruedo de Pignatelli saltó una novillada con mucho que ofrecer y de claras opciones de triunfo para aspirantes con ganas de crecer en la profesión.
Solo que, por los errores de los tres espadas, por la falta de criterio lidiador y la ligereza, o incluso la brusquedad, de sus faenas, los utreros pudieron pasar hasta por descastados o flojos, cuando la realidad evidenciaba un noble comportamiento general y, en algunos casos hasta clase y bravura en las embestidas.
Seis novillos de Antonio López Gibaja, dispares de volúmenes, cabezas y cuajo, pero casi todos de buenas y finas hechuras, que en su totalidad dieron buen juego, desde la nobleza pastueña a la bravura con picante.
Santana Claros, de hueso y oro: pinchazo, estocada trasera y dos descabellos (silencio tras aviso); contraria (ovación).
Diego García, de verde hoja y oro: trasera tendida (vuelta al ruedo tras leve petición de oreja); cinco pinchazos y descabello (leve división al saludar).
Álvaro Alarcón, de corinto y oro: dos pinchazos y estocada delantera desprendida (silencio); estocada trasera y dos descabellos (silencio).
En cuadrillas, destacó la brega de Miguel Ángel Sánchez con el cuarto. El Ruso y Juan Cantora saludaron tras banderillear al segundo. Menos de un cuarto.