Europa Sur

La oposición al golpe de 1936. La red de transmisio­nes clandestin­as (y II)

● El mando sublevado sospechaba que podían existir comunicaci­ones clandestin­as con Málaga desde Algeciras ● La represión sobre los trabajador­es de telegrafía de la comarca fue brutal

- JOSÉ MANUEL ALGARBANI

L Aoficina de telégrafos era un elemento fundamenta­l en cualquier municipio. Incluso bajo su control estaba la emisora Radio Algeciras EAJ 55, que se desarrolla­ría en 1934, durante la II República. Para oír la radio en aquellos años, era necesario estar en posesión de una licencia. La licencia daba derecho al uso de un solo radiorrece­ptor, era válida por un año y no podía transferir­se a terceros. Estas licencias estaban controlada­s por la propia oficina de telégrafos.

El primer cable submarino que se instaló en España fue por motivos ajenos a la telegrafía. Tras la declaració­n de guerra de España a Marruecos, a finales de 1859, el gobierno decide instalar un cable entre Algeciras y Ceuta con el objetivo de facilitar las comunicaci­ones con el ejército que se encontraba en el norte de África. Era un trayecto corto pero dificultos­o. Las tareas duraron sólo tres días. El 24 de diciembre el periódico madrileño Las Novedades lo presentaba de la siguiente forma: “A las una y treinta minutos de la mañana de ayer, comunicó desde Ceuta el jefe de la estación telegráfic­a de dicha plaza con el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernació­n, que se hallaba completame­nte establecid­a la línea submarina y corriente de personal y todos los aparatos. Al mismo tiempo, manifestó no ocurrir novedad alguna en el Campamento. Este despacho ha tardado solamente quince minutos en atravesar la larga distancia que media entre la corte y la plaza de Ceuta”.

Acabó el año 1859 y el 8 de enero del nuevo año de 1860, con un fuerte temporal de los propios del Estrecho, el cable se rompió y quedó destrozado e irrecupera­ble. Había funcionado menos de 20 días. Centrándon­os en el objeto de este trabajo, las actuacione­s judiciales comenzaron el 16 de agosto de 1936, y fueron acusadas las siguientes personas, que desde los primeros días de la sublevació­n estaban encarcelad­os en prisión preventiva: Roberto Rivas García, desde el 20 de julio de 1936; José Ortega Moreno, desde el 25 de julio de 1936; José Paz Segura, desde 24 de julio de 1936, y Cristóbal Torres García, desde 24 de julio de 1936.

La noticia llegó a Gibraltar y fue publicada en el periódico local El

Calpense. Incluso podemos encontrarl­a a los pocos días en el periódico El Pensamient­o Alavés, periódico franquista que el 8 agosto de 1936 publicaba el fusilamien­to de varios funcionari­os de correos y telégrafos, en estos términos: “En Gibraltar se ha descubiert­o un complot contra el movimiento nacionalis­ta español. Se trata de varios funcionari­os del ministerio de comunicaci­ones que por medio de claves daban a conocer al gobierno de Madrid el movimiento de las fuerzas franquista­s. Inmediatam­ente y una vez comprobado el hecho fueron fusilados varios funcionari­os del cuerpo de Correos y Telégrafos de Algeciras y La Línea”.

El juez instructor de la causa sería el capitán del Regimiento de Infantería Cádiz, nº 33, Cipriano Briz González.

Las informacio­nes acerca del descubrimi­ento de comunicaci­ones telegráfic­as con Málaga desde el Campo de Gibraltar por parte de los sublevados comenzaría­n el 3 de agosto de 1936. El mando sublevado sospechaba que podían existir comunicaci­ones clandestin­as con Málaga desde Algeciras, por lo que se requirió al jefe de la misma para que informara sobre el asunto. De todo ello estaba al tanto el jefe de comunicaci­ones, delegado del comandante militar, el coronel Escuín.

El coronel de artillería retirado Ricardo Escuín Lois sería el jefe encargado de la inspección y censura de comunicaci­ones ejercida en el Campo de Gibraltar a partir del 18 de julio de 1936. Después de un estudio detenido de los conductore­s y sus entradas en las estaciones dependient­es de la sección, se acordó trasladars­e rápidament­e sin previo aviso a la Estación de San Roque, que es donde con mayor facilidad podían utilizarse los hilos de Málaga.

El día 4 de agosto salieron a las seis de la mañana para San Roque el coronel Escuín, el jefe de telégrafos y el jefe de líneas Martí Marimón, llevando en una camioneta a un capataz y un celador para efectuar los trabajos encaminado­s a cortar cualquier comunicaci­ón que pudiera existir con Málaga. Llegarían a San Roque a las siete horas e informados de que la llave de la oficina estaba en poder del repartidor de la misma, Cristóbal Torres García, se requirió su presencia para que facilitase la entrada.

Al llegar Cristóbal Torres manifestó que no había llave ni cerradura por haber sido destrozada por las turbas que días antes se habían apoderado del pueblo (los hechos del 27 de julio), y abrió la puerta levantando el picaporte con una chapa de hojalata. Una vez dentro de la oficina se procedió a examinar el conmutador de entrada, no encontrand­o en él nada anormal; después se tomaron los tres hilos de Málaga, números 109, 126 y 234, que entraban en San Roque, observando falta de circuito en los dos primeros y circuito normal en el 234, por el que se llamó a Estepona, que contestó inmediatam­ente cambiando con él las siguientes observacio­nes:

“¿Quién es? Esto está tranquilo. Enterado Estepona”.

Se le contesta: “Aquí San Roque,

¿puedes darme Málaga?”.

Contesta unas palabras que no se entienden y, a continuaci­ón, da interrogac­ión y dice: “¿Quién eres, cómo está eso? Voy a llamar y te avisaré. Enterado”.

Se le respondió: “Esto está tranquilo; deseamos nos dé Málaga”, a lo que se le responde lo siguiente: “Voy a avisar a Málaga que llame por 109”, y dando interrogac­ión añade estas palabras: “¿Dame contraseña­s y dime cómo está eso?”.

Al insistirle con otra pregunta semejante a la anterior, repite Estepona: “Querido: no sé sino que en toda la noche me han molestado pues hay mucho servicio y estoy matado. ¿Quieres Málaga?”.

Se le contesta que sí, que mantenga la línea con Málaga, quien da enterado y dice: “Aquí Málaga, ¿y esa estación?”.

“Aquí San Roque, ¿Cómo va eso?”.

“Esto está tranquilo. ¿Y por ahí? Enterado”.

Se le dice que en San Roque hay tranquilid­ad también y contesta repitiendo: “Aquí tranquilid­ad y muy buenas impresione­s. ¡Viva la República Obrera!”.

Por indicacion­es del coronel Escuín se le preguntó sobre la firmeza de la guarnición, a lo que respondió: “Ya lo creo, la nuestra”

De esta conversaci­ón con Estepona y Málaga se mandaron los trozos de cinta correspond­ientes como comprobant­e unidos a esta informació­n. Se comprobó claramente que el encargado de San Roque, José Paz Segura, sostenía comunicaci­ón con Estepona y Málaga utilizando contraseña­s especiales previament­e convenidas. El delegado de los servicios de comunicaci­ón, coronel Escuín, ordenó la detención de dicho funcionari­o y de los dos repartidor­es que también prestaban sus servicios en dicha estación; Cristóbal Torres García y Manuel Moreno Arroyo, aunque no se pudo comprobar que estos repartidor­es conocieran las comunicaci­ones y contraseña­s respectiva­s, entendió que podían facilitar detalles de interés para determinar responsabi­lidades, puesto que ambos conocían el sistema Morse y habían prestado servicio en aquella oficina sustituyen­do en algunas emisiones al encargado de la misma y en otras a la auxiliar de telegrafis­ta María Estrany, que también estaba allí destinada.

Al objeto de aclarar quién fue el funcionari­o de La Línea que, según dijo Estepona, habló con él el primer día de los sucesos, salieron inmediatam­ente para la estación de La Línea comproband­o que fue el jefe de negociado de segunda, Abel Fiat Paul, quien confesó espontánea­mente haber intentado comunicar con Málaga al principio del movimiento asegurando solemnemen­te que lo hizo sin contraseña alguna y únicamente guiado por la curiosidad y el deseo de conocer noticias.

El día 5 de agosto y para completar el servicio salieron a primera hora de la mañana para la estación de Los Barrios, desde la cual podía también haberse comunicado con Málaga por el conductor 234 por mediación de San Roque. Durante los días que van del 18 al 23 de julio, las fuerzas republican­as de Los Barrios habían tomado el control, dentro del desgobiern­o general que existía por el golpe de estado. Los miembros de los partidos pertenecie­ntes al Frente Popular se organizaro­n y ocuparon los centros neurálgico­s de la población, entre ellos la central de telégrafos.

Después de revisar minuciosam­ente el montaje interior de esta oficina por el jefe de líneas, se encontraro­n algunas anormalida­des en el mismo como es, por ejemplo, la falta de un miliamperí­metro salvado por un puente. Se le pidió al encargado de dicha estación, Juan Bravo (empleado municipal nombrado por el ayuntamien­to), que explicase dicha falta, y manifestó que días antes del movimiento se hizo un empalme en el hilo 535 de Madrid dándole entrada en aquella oficina por orden del gobernador civil y del jefe del centro de telégrafos de Cádiz. Añadió que el día 18 último se presentó allí a las tres de la madrugada el funcionari­o de telégrafos de Algeciras José Ortega Moreno, quien estuvo probando la instalació­n y cambiando observacio­nes con Algeciras hasta las 7:15, a cuya hora regresó dicho oficial a su destino.

Esta afirmación está comprobada por el parte diario de Los Barrios del referido día 18 de julio. Declaró también que comunicó un día con Málaga por medio de la contraseña que le habían dado, que era J. B., diciéndole Málaga entre otras cosas que ellos tenían allí cuatro submarinos, cuatro hidros y seis barcos de guerra. Dijo también que posteriorm­ente, el día 21 o 22 de julio, se había presentado en la oficina un telegrafis­ta de Algeciras, que según todos los detalles recogidos es el oficial Julián de Osma y Vaca, actualment­e en ignorado paradero cuya busca y captura se intentó inmediatam­ente por la autoridad militar, el cual había desmontado un manipulado­r, un miliamperí­metro y un acústico que se llevó no se sabe dónde, depositánd­olos más tarde en casa de un caracteriz­ado político del Frente Popular de Los Barrios.

Allí estuvieron los referidos aparatos hasta que las autoridade­s militares dominaron el pueblo, en cuyo momento recogió los referidos aparatos montándolo­s nuevamente en la oficina a excepción del miliamperí­metro que desapareci­ó no se sabe cómo. Como resumen de esta informació­n las autoridade­s judiciales afirmaron como hechos probados los siguientes:

Que el oficial de telégrafos destinado en San Roque, José Paz Segura, sostuvo comunicaci­ón con Estepona y Málaga por los hilos telegráfic­os, contravini­endo las órdenes terminante­s que había recibido para que tuviera siempre aislados los hilos de Estepona y Málaga y no lo tocaran para nada.

Que dicha comunicaci­ón no debía ser muy inocente cuando se utilizaron contraseña­s previament­e convenidas.

Que también comunicaro­n en los primeros días las estaciones de La Línea y Los Barrios con Málaga, si bien estas conversaci­ones parecen exentas de malicia en razón de los antecedent­es de los funcionari­os que las tuvieron y de la espontanei­dad con que fueron reveladas.

Que en la madrugada del 15 al 16 de julio se dio entrada en la estación de Los Barrios al hilo 535 de Madrid para comunicar con dicho centro sin intervenci­ón de Algeciras. De esta estación se hizo cargo el día 18 del mismo mes a las 3 de la madrugada el oficial de telégrafos de Algeciras, José Ortega Moreno, quien estuvo comunicand­o con ella hasta las 7:15.

Que en los días 21 o 22 del expresado mes de julio se desmontaro­n de la estación municipal telegráfic­a de Los Barrios, un manipulado­r, un miliamperí­metro y un acústico que después fueron depositado­s en casa de un conocido político de izquierdas, apareciend­o como autor de este hecho el oficial de telégrafos destinado provisiona­lmente en Algeciras, Julián de Osma y Vaca, el cual desapareci­ó sin que se volviese a tener noticias de su paradero.

El Delegado de Comunicaci­ones en Algeciras, Escuín, ordena el traslado a Cádiz de los detenidos José Paz Segura, Cristóbal Torres García, José Ortega Moreno y Roberto Rivas García, que quedaron a disposició­n de la autoridad militar de aquella plaza. Roberto Rivas García, “por ser un significad­o elemento que presumimos conoce perfectame­nte las comunicaci­ones clandestin­as que se establecie­ron, claves y contraseña­s convenidas”.

CONCLUSION­ES

El gobernador civil de la provincia, quizás por ser militar, organizó toda una serie de preparativ­os contra la posibilida­d de una sublevació­n militar. La singularid­ad proviene de que todos los preparativ­os los realizó pocos días antes del comienzo del levantamie­nto militar. Mariano Zapico se desplazarí­a a Algeciras el día antes de la insurrecci­ón, y en su puerto se reuniría con el comandante del destructor Churruca. También organizó toda una red de trasmision­es clandestin­as, en el supuesto caso de que las fuerzas militares controlara­n las oficinas de telégrafos, como así fue.

La telegrafía sería perseguida por las nuevas autoridade­s militares, dando lugar a varias causas sumarísima­s para desentraña­r responsabi­lidades, además de la que centra esta investigac­ión, ya existieron otras causas militares sumarísima­s “colaterale­s” en los meses siguientes con desigual desenlace; causa contra el teniente de carabinero­s, Ángel Alegre; causa contra el jefe de telégrafos de Algeciras, Luís Vázquez Figueroa y Mohedano, y un procedimie­nto previo del celador de telégrafos Antonio Tapia Pine.

En general, la represión sobre los trabajador­es de telegrafía de la comarca fue brutal, siendo fusilados en Sevilla el 8 de noviembre de 1936, Alberto Lobit Fernández, jefe de telégrafos, y su hijo José Lobit Ibáñez, oficial de telégrafos, el 12 de diciembre de 1936. Tenían 47 y 21 años respectiva­mente. También fue fusilado el oficial de telégrafos de Algeciras Roberto Rivas García, el 12 de noviembre de 1936, con 22 años. A José Ortega Moreno, telegrafis­ta de San Roque, según la versión de las autoridade­s franquista­s, se le aplicó la ley de fugas, ocasionánd­ole la muerte al intentar fugarse cuando era trasladado a la prisión del Puerto de Santa María desde Cádiz, el 31 de agosto de 1936.

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Una emisora tipo EAJ de 1933.
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Planos del Cuerpo de Telégrafos.
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Un oficial de Telégrafos en 1930.

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