El capitán que saltó del barco
Nadie ha ostentado más años la presidencia del CGPJ ni ha acaparado tanto poder como Carlos Lesmes, cuya salida pone fin a una última etapa muy convulsa en la que personalizó el hartazgo por el bloqueo institucional, con un órdago a socialistas y populares, que nunca creyeron que el capitán saltara del barco. Porque al contrario de lo que sucede con quienes están en la rampa de salida, la recta final de su mandato de casi nueve años será la más recordada. Un ultimátum en directo ante el rey, una dimisión en diferido, un último servicio al Esque tado (o algunos dicen que al Gobierno) con la renovación del TC y una conjura en el CGPJ donde no gusta el plan urdido por Lesmes para sustituirle. Fuego amigo, dicen sus allegados, que no olvidan que fue Lesmes el que plantó cara al Gobierno de Pedro Sánchez ante las críticas por los nombramientos de altos magistrados con un consejo en funciones, el que verbalizó los titulares más duros contra las reformas del CGPJ, pero también el que elevó el tono contra el PP, por situarse encima de la ley con sus condiciones para renovar un poder del Estado. Se marcha por
dice no poder permanecer impasible ante la incapacidad de PSOE y PP para renovar el Consejo pero defendiendo su actuación, especialmente en sus cuatro años en funciones, pese a que deja el órgano de gobierno de los jueces enfrentado y descabezado. Perdió la cuenta de las cartas remitidas a Congreso y Senado para instar a la renovación y no dudó en paralizar los nombramientos, cuando auguraba un acuerdo entre PSOE y PP que nunca fructificaba y mientras hacían oídos sordos a las advertencias de Europa.