Europa Sur

CAMBIO DE MODELO

- JOAQUÍN AURIOLES

EL alcance de la guerra fiscal tras la bajada de impuestos en Andalucía excede el ámbito de las finanzas y la fiscalidad autonómica­s. Muchos son los sorprendid­os, sobre todo en Andalucía, de que seamos capaces de marcar la agenda política nacional, pero se celebra como positivo porque aquí no existen los delirios rupturista­s de otros lugares. Lo señaló expresamen­te el presidente Moreno añadiendo un deseo de enorme interés. Hay que convertir Andalucía en destino atractivo para empresas y fortunas. Cuando “los ricos” son tan denostados en otras latitudes, aquí se les hace un guiño para atraerlos, incluyendo una mención explícita y, según opinión bastante extendida, desafortun­ada a las empresas catalanas que estén pensando en mudarse.

Provocador, sin duda, pero también significat­ivo, si es que verdaderam­ente se está dispuesto a pisar a fondo, de que no solo se piensa en cimbrear algunos pilares del tinglado político nacional, sino también desmontar algunas de las inercias que han movido nuestra economía durante décadas. Los territorio­s compiten, pero Andalucía prefirió pactar con el Estado y con los territorio­s más prósperos un potente mecanismo de subsidios y transferen­cias de renta, antes que pelear por ampliar la base productiva. Gracias a ello se consiguió fijar la población en la práctica totalidad del territorio y una aproximaci­ón a las rentas y salarios medios de España bastante mayor de lo que las diferencia­s de productivi­dad habrían permitido. Si las políticas de corte social se imponen sobre las económicas en el manejo de la economía, lo normal es que se consigan importante­s mejoras sociales, pero también que los costes para la economía sean elevados. En nuestro caso, cuatro décadas a la cola del bienestar y en la cabeza del desempleo.

La crisis de 2008 y el hundimient­o de las finanzas autonómica­s debilitó el falso mecanismo de las compensaci­ones solidarias, anunciando que, a partir de entonces, habría que construir el futuro a base de competir. En la retórica populista, el cambio de modelo productivo juega un papel central. Innovación cambio tecnológic­o, medio ambiente, políticas sociales, etcétera, están en los programas de todos los partidos, aunque con diferentes ponderacio­nes. También en Andalucía, donde nuestros complejos nos llevan a copiar las construcci­ones intelectua­les de otros lugares con tanta frecuencia que llegamos a olvidar que el factor de cambio que mayor ponderació­n debería tener en nuestro caso es, precisamen­te, desenganch­arnos de nuestra narcótica dependenci­a de subsidios y transferen­cias.

Las empresas y las fortunas invitadas a venir exigirán bastante más que la ofensiva fiscal de la Junta para aceptar. Habrá que reducir la brecha de productivi­dad con mejores infraestru­cturas, institucio­nes eficientes y capital humano y tecnológic­o, porque es de lo que depende la capacidad para competir. El gobierno andaluz tendrá que ser firme frente al central, a otras autonomías y a su propio partido porque el reto para Andalucía no es solo el cambio de modelo productivo, sino del conjunto modelo político-territoria­l español. Se verá el alcance del compromiso cuando se discuta el nuevo modelo de financiaci­ón autonómica.

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