MUSK PIDE QUE LA UE PAGUE
● Europa, por la cuenta que le trae, se echará a la espalda buena parte el coste de la supervivencia de Ucrania en esta guerra
allá), Spacex lleva tres años enviando al espacio satélites Starlink, de los cuales pretende hacer orbitar 12.000. El objeto social declarado de este proyecto es tejer una red que lleve internet a todo el planeta, sin colisionar –eso aseguran– con 5G, o sea, llegando adonde no lo hacen las redes fijas. Pero no es eso solamente, sino mucho más, y será casi todo en unos años, que quizá ni sus ojos ni los míos verán... o sí. Un servicio de internet de banda ancha, y cobertura mundial (para quién es la baratura, quién lo sabe). Starlink lleva dando servicio gratuito al ejército ucraniano desde que la Rusia de Putin invadió Ucrania con su tremenda infantería y a misilazos artilleros. Uno de los objetivos militares primeros de la guerra del XXI es la infraestructura de conexión del enemigo. Sin comunicación, no hay nada que hacer. Según afirma la compañía de Musk, ellos llevan perdiendo, o dejando de ganar, 20 millones al mes para que el ejército de Zelenski pueda mínimamente defenderse frente al Goliath con sede en el Kremlin.
Los satélites Starlink son la viva imagen del poder corporativo y planetario de EEUU
La UE, por boca del alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el español Josep Borrell, ha propuesto que los Veintisiete paguen la factura de los sistemas de Starlink; tanto es lo que la Europa que nos alumbra se juega en esta guerra que causa inflación galopante en los bolsillos de los presupuestos de los estados miembros y de los de sus ciudadanos; de la propia viabilidad comunitaria. El juego es de suma cero: lo que Spacex ganará tras demostrar su absoluta imprescindibilidad en este conflicto es lo que soportarán los europeos occidentales y periféricos de Rusia. Estados Unidos se demuestra una vez más –y puede que más que nunca– como el ancla del Viejo Continente. Y no lo hace tanto con su poder militar y su liderazgo vía OTAN, sino con sus compañías señeras. El centro del poder de la Tierra ha gravitado hacia China, pero sobre todo hacia Estados Unidos. O lo que es lo mismo: de sus grandes corporaciones.