Europa Sur

Ha fallecido un salesiano. Su sembraza

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Don Aurelio Rodríguez Mancebo nació en La Alberca, provincia de Salamanca, el día 23 de septiembre de 1934. A los 11 años, en 1946, ingresó en el aspirantad­o salesiano de Antequera, los cuatro siguientes en Montilla, Córdoba. En 1951 como novicio a San José del Valle. En 1952 y 1953 estudió Filosofía y Magisterio en Utrera, donde estuvo 1955 y 1956. En Sevilla hizo su segunda profesión de fe. En 1957 hizo los votos perpetuos, para pasar a Posadas, Córdoba, a estudiar Teología, ordenándos­e sacerdote el 24 de junio de 1961. Esta es su longeva vida sacerdotal y pastoral. Los años 1961, 62 y 63 los pasó en la Universida­d Laboral de Sevilla, a donde volvió los años 1974 y 1975. Fue consejero en Puerto Real, en 1964, cargo que repitió en Puebla de la Calzada, Badajoz cinco años más. Entre 1971, 72 y 73 se licenció en Pedagogía en la Universida­d Salesiana de Roma. En 1976 se encargó de la EGB en Triana. De 1977 a 1981 fue director del colegio de Algeciras. Durante los años 1982, 83 y 84 fue destinado a Cádiz, volviendo en 1985 y 86 a Badajoz. De 1987 a 1991 fue director en Mérida (dos años) y los otros tres en Badajoz. En 1992 fue director de BUP y COU durante cuatro años. De 1996 a 2000 fue profesor y educador en Mérida. En 2001 y 2002 fue profesor y vicario parroquial en Badajoz. De 2003 a 2006 ejerció de párroco en Badajoz y los tres años siguientes en Rota, Cádiz. En 2009 volvió a Cádiz durante siete años, hasta 2017 en que estuvo un año destinado en Jerez. Desde aquí volvió al colegio de Badajoz, que él vio nacer y construir, hasta el pasado jueves en que nos abandonó definitiva­mente.

Larga vida, 88 años, larga historia, largo camino de idas, venidas y retornos de don Aurelio y de sus 61 de sacerdocio y de entrega a la misión de San Francisco de Sales. Fue muy querido allá por donde pasó, dejando su huella personal y sacerdotal, así como muchos y buenos amigos y feligreses, que te recordarán siempre gratamente. Hombre afable, querido, de verbo fácil y mente despierta. Amigo de todos y ni un solo enemigo. Creyente sin fisuras ni ambigüedad­es. Amigo personal. Me quedo con una frase suya que denota su fe en Dios y en María Auxiliador­a que me repetía cuando le preguntaba cómo estaba: “Cada día que amanece y vivo es un regalo de Dios y de María Auxiliador­a”.

Querido Aurelio, ya no habrá más regalos; ya te los llevaste todos. Y sobradamen­te merecidos. Este será tu último destino: La Gloria del Padre. Descansa en paz.

Nota: Las fechas y datos son de un archivo facilitado por él, titulado ‘Fechas’. César Sánchez Norato

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