Vivir mirando a tánger
La casa de esta propietaria belga se ha inspirado en un cortijo andaluz, tanto en la distribución de los espacios como en la decoración de sus estancias
LA casa que hoy publicamos se ubica en uno de los parajes más privilegiados de la provincia, en las montañas de Bolonia. Su propietaria belga adquirió la misma hace más de cuarenta años, tras unos años veraneado en Sotogrande y descubrir este lugar, con vistas a la ciudad marroquí de Tánger en el horizonte.
Su distribución está inspirada en un pequeño cortijo andaluz. Un patio, con piedra de Tarifa, comunica con diferentes pabellones de la casa donde se ubican las diferentes estancias.
El patio combina el suelo de Tarifa con la madera de las diferentes puertas que comunica con las estancias, algunas originales de la casa, y el color blanco de sus paredes.
La casa se distribuye en un salón comedor, comedor de verano, tres dormitorios con sus baños y un pabellón donde se encuentra el estudio de la propietaria y donde realiza sus collages. Todo ello, rodeado de hermosos jardines diseñados por la dueña de la casa, junto con diferentes porches.
El salón lo protagoniza una mesa baja de madera hecha a medida por el vejeriego Daniel Salcedo. A ello, le acompaña una original pareja de sillas bajas marroquíes de madera y hierro junto con un sofá y dos sillones tapizados en color cáscara de huevo. Una amplia chimenea preside la estancia sobre la que se apoya una escultura de hierro. Junto a la chimenea se ubica una librería de mampostería con libros y algunos objetos decorativos. Entre sus cuadros está una pareja de láminas de plantas medicinales. En uno de sus espacios se sitúa un paragüero de hierro sobre el que se cuelga una colección de sombreros. Una parte del salón se destina a un pequeño comedor con una mesa de hierro. Entre los muebles auxiliares ubicados en este espacio se halla una antigua mesa tocinera. Esto está decorado con una pareja de fanales, en el cual en su interior se encuentra dos obras de arte realizada por su propietaria. En los extremos de la mesa tocinera se coloca una pareja de lámparas de hierro, que ilumina el espacio descrito. Aprovechando una pequeño lateral de esta estancia descrita, se ha colocado una pequeña y original consola de hierro de la India, que la ornamenta diferentes objetos decorativos. En el dormitorio resalta tanto el color rosa de una de sus paredes
como los cuadrantes de estaño, que se utiliza como cabecero, realizado en Méjico. En uno de los laterales de la cama, una lámpara de madera y tela adquirida en Bangkok se apoya sobre una mesa de madera. En otro de los laterales cuelga una colección de corazones de diferentes materiales adquiridos en muchos lugares del mundo. En la parte opuesta al cabecero se ha creado un lugar de trabajo con una mesa de madera junto a un original sillón esquinero de procedencia familiar. La parte superior está ocupada por unas estanterías de mampostería sobre las que descansas diferentes objetos decorativos mejicanos. En otro de los laterales de la habitación cuelga una pareja de exvotos de la artista belga Isabelle de Borgcharave. Todas las puertas que rodean esta estancia son de cedro y cuarterones de finales del siglo XVIII.
El comedor principal de la casa se ubica junto a la cocina. Una gran mesa de madera con diez sillas de madera y hierro ocupa la parte principal de la habitación. La cerámica protagoniza la decoración de esta habitación. En las paredes cuelga una gran colección de cerámica francesa de Barbotine. Una chimenea de gran tamaño de piedra destaca en uno de los laterales de esta estancia junto con una pareja de tibores de la Provenza del siglo XVIII.
El color blanco se utiliza en todos los baños de la casa, con una decoración personalizada en sus espejos, realizado con conchas y caracolas de mar.
Toda la decoración de la casa refleja la creatividad de su propietaria, tanto en el mobiliario, como en las tapicerías y objetos decorativos.