Activistas lanzan puré a un cuadro de Monet en Alemania
● Dos militantes vandalizan la pintura, protegida por un cristal y que costó 110 millones de dólares
Dos simpatizantes del grupo activista por el clima Letzte Generation (Última generación) lanzaron ayer puré de patatas contra un cuadro de Claude Monet, de la serie Les meules (Los almiares) expuesto en el Museo Barberini de Potsdam, cerca de Berlín.
En un comunicado del grupo activista, señalaron que con su acción “plantean a la sociedad la misma pregunta que dos valientes jóvenes mujeres hicieron en la Galería Nacional de Londres con sopa de tomate hace una semana: ¿qué vale más, el arte o la vida?”. “Cada vez más personas se niegan a aceptar en silencio la progresiva destrucción y puesta en peligro de la vida humana en nuestro planeta”, afirmaron los activistas.
El cuadro no sufrió daños durante la acción, “todo lo contrario del inconmensurable sufrimiento que las inundaciones, las tormentas y las sequías ya nos traen hoy como presagio de la inminente catástrofe”, agregaron.
La portavoz del museo, Carolin Stranz, confirmó que dos activistas habían lanzado puré de patatas contra el cuadro de Monet y que la pintura no había resultado afectada. Por su parte, un portavoz policial señaló que a continuación las dos activistas se pegaron a una pared de la sala de exposiciones, aunque fueron “despegadas” y detenidas temporalmente.
Se les ha abierto una investigación por daños a la propiedad y allanamiento de morada.
El cuadro, protegido por un cristal, data de 1890 y pasó a la colección Hasso Plattner del Museo Barberini en 2019 tras ser adquirido por 110,7 millones de dólares en una subasta de Sotheby’s. “Se me paró el corazón cuando me enteré de la acción”, dijo la portavoz del museo, quien precisó que se trata del cuadro de Monet más caro jamás vendido. La sala quedó cerrada y un experto está examinando la obra de arte para detectar posibles daños.
Ya la semana pasada, miembros de la organización Just Stop Oi vertieron sopa de tomate sobre el cuadro Los girasoles de Van Gogh en el Museo de la Galería Nacional de Londres. La acción de ayer fue recibida con incomprensión por parte de representantes de la política regional.
“Esto es barbarie cultural y no una declaración política. Estáis perjudicando vuestra causa”, escribió en Twitter el alcalde de Potsdam, el socialdemócrata Mike Schubert. La ministra de Medio Ambiente del estado federado de Brandeburgo, la verde Ursula Nonnemacher, afirmó que “la lucha contra la crisis climática no se ve fortalecido con ataques a cuadros famosos” y agregó que al contrario, lo que hace falta es un “amplio consenso social”.
La ministra regional de Cultura, Manja Schüle, señaló que con su acción las activistas “hacen un f laco favor” a la “gigantesca tarea de la protección del clima” y “destruyen deliberadamente” tesoros culturales”.
En tan sólo 14 días activistas en la lucha contra el cambio climático han atacado destacadas obras de arte para llamar la atención sobre el calentamiento global. Ayer le tocó el turno al cuadro de Claude Monet y el 14 de octubre en Londres la agresión fue contra Los girasoles de Van Gogh, acciones a las que hay que añadir que el pasado 9 de octubre dos personas pegaron su mano al cuadro de Pablo Picasso Masacre
en Corea, expuesto en Melbourne (Australia). En los tres casos los autores fueron activistas que trataban de llamar la atención sobre la crisis climática.
También este año, el 25 de mayo, fue atacado el cuadro de La Gioconda, uno de los principales reclamos del Louvre de París, al que un visitante lanzó una tarta, aunque la obra no sufrió daños al chocar contra el cristal blindado que protege el óleo desde hace seis décadas. El atacante fue reducido por la seguridad del museo.
Además del ataque fallido en mayo, la emblemática obra de Leonardo da Vinci colecciona agresiones: en 1956 un hombre con problemas mentales lanzó una piedra contra el cuadro que rompió el cristal de protección de la obra y provocó el desprendimiento de la capa pictórica a la altura del codo izquierdo de la Monna Lisa. Esos daños, pese a la restauración, aún son visibles.
Se instaló entonces el cristal antibalas que hizo posible que la pintura no sufriera daños en otro ataque, esta vez con pintura, lanzado en 1974 por una mujer cuando el cuadro se encontraba en una exhibición en el Museo Nacional de Tokio. La agresora protestaba contra la política del museo, que dificultaba el acceso al mismo a las personas discapacitadas. Se decidió entonces que La Gioconda no saldría del Louvre, pero ello no impidió que en 2009 una mujer de nacionalidad rusa lanzara contra el cuadro la taza que acababa de comprar en la tienda del museo en protesta por que le habían denegado la ciudadanía francesa. El lienzo no sufrió daños.
Hace 10 días vertieron sopa de tomate sobre ‘Los girasoles’ de Van Gogh en Londres