TODOS SOMOS GUERRISTAS
ALFONSO Guerra ha sido una de las personas más vilipendiadas de este país, tanto como lo fue Adolfo Suárez, aunque a diferencia del dirigente socialista, al ex presidente del Gobierno no sólo se le atacó desde la derecha y los cuarteles, sino que sufrió ataques desmedidos desde la izquierda y la conspiración de los suyos.
Alfonso Guerra, sin embargo, terminó por provocar la conspiración en su contra cuando los damnificados en su partido doblaban a los denominados guerristas. Quien se mueve, no sale en la foto. Su modo de dirección era implacable.
Ahora, bajo esta ola de eclepticismo que nos invade, todos somos guerristas, como andalucistas. O felipistas, que a veces también parece que Felipe González gobernó desde 1982 con la consideración de hombre de Estado. Bajo palio. No ha sido Vox el primer partido que ha acusado al PSOE de tener las manos manchadas de sangre, se lo hemos escuchado a Podemos, al PP y a Izquierda Unida. Incluso uno de esos señaladores terminó formando parte de ulteriores gobiernos socialistas.
Guerra se ha enfadado porque Ferraz no le ha invitado al mitin de este sábado en Sevilla, donde se conmemorará el 40 aniversario de la primera victoria del PSOE en unas elecciones generales. Los
Guerra gusta ahora más a la derecha que le odió, porque habla mal de los nacionalismos y de la dirección del PSOE
mítines no se convocan mediante invitaciones, sino en los carteles, pura movilización, y eso Guerra lo sabe. Lo que le ha molestado es que el PSOE celebre en su ciudad este 28 de octubre en un acto donde sólo figuran como oradores Felipe González y Pedro Sánchez.
En la foto del Hotel Palace estaban los dos sevillanos, pero es más: cualquiera con memoria recuerda que Guerra era quien levantaba los mítines. Fue una parte esencial, posiblemente imprescindible, de ese cambio. Ambos, Felipe y Alfonso, sí participaron juntos en el mitin de apoyo a Susana Díaz en las elecciones primarias en las que se enfrentó con Pedro Sánchez. Pero ése no es el motivo del distanciamiento, Patxi López fue el tercer contendiente y hoy es portavoz del PSOE en el Congreso. Aznar y Rajoy tampoco se aman, y es que la vanidad no cabe en un jarrón chino.
Guerra gusta ahora más a la derecha, porque habla mal de los nacionalismos y de la dirección del PSOE, y esa combinación es irresistible. Corcuera se entusiasmó tanto con ese nuevo papel que se convirtió en estrella de los jaleadores hasta que terminó por darse de baja en el partido.