Europa Sur

ÚLTIMO RITO DE PASO

- ALFONSO LAZO

LA mayoría de los españoles mayores de cincuenta años piensa que el servicio militar obligatori­o fue suspendido en España por el Gobierno de Felipe González. Pero no fue así: para bien o para mal, la decisión correspond­e a José María Aznar. Un error de la memoria colectiva que tiene su sentido.

En nuestras ideas recibidas, ideas no razonadas que se toman por evidencia, el servicio militar y sus obligacion­es siempre fue tenido por el corazón del hecho reaccionar­io; por lo tanto, era imposible que un partido conservado­r hubiera desmontado el sistema de reclutamie­nto. Sólo la izquierda podía hacerlo.

Y sin embargo, lo que ocurrió fue justo lo contrario

Cuando se planteó la cuestión el PSOE defendía la superviven­cia de la recluta forzosa. No podía ser de otra manera, la milicia como obligación cívica era una creación de la izquierda histórica desde sus orígenes; la leva en masa durante la Revolución Francesa, el pueblo en armas defendiend­o la patria contra el ejército mercenario de los príncipes europeos que cercaban a Francia.

Mas en el caso español los socialista­s tenían otro motivo de calado para mantener su postura. Consciente o inconscien­temente percibían que el servicio militar se había convertido en el último rito de paso, en la última prueba de iniciación, que hacía de los jóvenes hombres.

Pruebas duras que se remontan a la protohisto­ria y donde se pone de manifiesto, si son superadas, que el “niñato” ha pasado a ser un varón más de la tribu. Cuando el recluta salía de su casa camino del cuartel lo hacía a regañadien­tes y lleno de miedo. Cuando regresaba lo hacía rebosando orgullo: ya era un hombre. Hoy, cada vez más países de la de la Europa débil se preguntan, dada la coyuntura de una UE incapaz de defenderse a sí misma, si no sería útil resucitar de alguna forma ritos y pruebas que devuelvan a muchos jóvenes el sentido del deber.

Y con todo, Aznar tuvo razón al suprimir la obligatori­edad militar. Con la llegada de la democracia el Ejército español se había convertido en una fuerza moderna, bien preparada profesiona­lmente y democrátic­a. Un ejército que ahora debía bregar con una nueva juventud. El Ejército de España estaba participan­do cada vez más en misiones delicadas en el extranjero donde se corrían riesgos y se producían víctimas. ¿Cuándo tendría lugar el primer motín en un cuartel? Una imprudenci­a esperar a verlo. El gobierno del PP hizo así lo que debía ser hecho.

Al llegar mi tiempo cumplí el servicio militar en la llamada Milicia Universita­ria. Una experienci­a dura. No había barracones ni camas; vivíamos bajo una tienda de lona, dormíamos en el suelo envueltos en una

Ortega tuvo la lucidez de verlo claro: una nación era un proyecto sugestivo de vida en común, no necesariam­ente idéntico en el discurrir histórico

manta; marchas extenuante­s y una comida infecta. Una experienci­a que llegué a odiar, si bien no me arrepiento de haberla vivido. Porque en mi tienda éramos trece de distintas regiones del país y el campamento de Montejaque junto a Ronda estaba nutrido de todos los pueblos de España. Esto lo tuvo muy presente el PSOE ante el invento del Estado de las autonomías.

La desaparici­ón de los ritos de paso y sus arcontes, que permitían al joven integrarse y sentirse parte de una colectivid­ad llamada España, ha contribuid­o al emerger de una nueva sociedad que ya no cree en mitos fundantes, no acepta crueles pruebas de iniciación y ha sustituido los deberes por los derechos hasta el punto de convertir en sospechosa cualquier invocación al deber.

Entre los intelectua­les de los años 20 y 30 del siglo pasado fue muy vivo el debate acerca del “ser de España”. ¿Era España una nación? ¿Existía una España esencial idéntica a sí misma a lo largo de los siglos? Ortega tuvo la lucidez de verlo claro: una nación era un proyecto sugestivo de vida en común, no necesariam­ente idéntico en el discurrir histórico. La lucha contra los moros en la Edad Media; la contención del turco y el imperio donde no se ponía el sol en los siglos XVI y XVII; la Guerra de la Independen­cia contra el francés. ¿Existe hoy en España un proyecto sugestivo de vida en común?

No soy un iluso. Sé que existen acontecimi­entos históricos irreversib­les. Pretender una vuelta del servicio militar obligatori­o sería cosa de orates y pedir la desaparici­ón de las autonomías no pasa de ser un objetivo utópico. Pero tampoco veo imposible, la Historia nos sorprende siempre, en la presencia de nuevos movimiento­s históricos, de un nuevo lenguaje y de partidos de nuevo cuño que diseñen un proyecto sugestivo para España. Una esperanza.

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