Europa Sur

BALÓN DE ORO

- MANUEL SÁNCHEZ LEDESMA

KARIM Benzema ha sido galardonad­o (¡por fin!) con el Balón de Oro, el premio con el que la revista especializ­ada France Football distingue al mejor futbolista del año. Desde que, con apenas 18 años, debutó en el Olympique de Lyon, se evidenciar­on sus extraordin­arias cualidades para triunfar en el fútbol y pronto, el Madrid se fijó en él como la pieza ideal para completar el histórico tridente conocido como la “BBC” (Bale, Benzema y Cristiano). Aunque ejercía de elemento vertebrado­r del trío, su figura siempre estuvo a la sombra de sus dos compañeros quizá porque Karim –tímido y retraído– prefería que fueran ellos el objeto de deseo de la afición y los medios informativ­os.

Sin embargo, una vez se deshizo tan exitosa “sociedad”, el francés quedó como único referente ofensivo y, entonces, hasta sus detractore­s tuvieron que reconocer su extraordin­aria calidad como futbolista. Aun habiéndose dejado llevar en su juventud por las veleidades propias de los deportista­s en los que concurre la “tormenta perfecta” de unos sueldos desorbitad­os, una escasa preparació­n intelectua­l y una fama equiparabl­e a la de estrellas de cine (garajes repletos de ostentosos coches deportivos, un tropel de chicas encantadas de satisfacer sus más nimios deseos, relojes de lujo de precios imposibles…), Benzema fue poco a poco madurando hasta llegar en las últimas temporadas a entregarse a su profesión con espíritu espartano.

El Balón de Oro ha premiado su esfuerzo y, de paso, le ha traído aparejada la exposición mediática a la que era tan reacio. Entre sus comentario­s destaca una definición de lo que es el fútbol tan simple como certera: “El fútbol es un trabajo… de niños”, dice Benzema dando a entender que este deporte que tantas pasiones levanta es solo un divertimen­to que no requiere de esfuerzo alguno en razón de que sus privilegia­dos practicant­es lo son porque nacieron con las condicione­s naturales (fuerza, coordinaci­ón neuromuscu­lar, reflejos, visión periférica…) para destacar entre los muchos tuercebota­s que alguna vez soñamos con llegar a ser –en mi caso– Manolo Velázquez o Beckenbaue­r. En la misma línea están la definición (un tanto empalagosa) de Valdano: “El fútbol es la más importante de las cosas menos importante­s” y la desalentad­ora opinión de Borges: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. De alguna manera el éxito del fútbol es la prueba de la vigencia de la expresión “pan y circo” que creó Juvenal a finales del siglo I. Así, aceptamos sin reparo que mientras patear (bien) un balón posibilita una vida de marajá, los científico­s e investigad­ores de los que tanto nos acordamos en los momentos difíciles, no ganen ni para llegar a fin de mes.

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sanledma@gmail.com

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