Europa Sur

El tiempo de Tomás Herrera Poveda

● Tomás Herrera Poveda es uno de esos pocos que en la escena de su tiempo juegan un rol social activo ● En los últimos años 60 la calidad del periodismo en la comarca era paralela a la artística

- ALBERTO PÉREZ DE VARGAS

DADA la notoriedad de su hijo, que fue no hace mucho alcalde de Algeciras y, sucesivame­nte, subdelegad­o de la Junta de Andalucía, para referirme a quién quiero hacerlo, debo añadir su segundo apellido. Sin embargo, Tomás padre, al que ya en adelante citaré por su nombre de pila, fue en su tiempo una personalid­ad importante y significat­iva de la sociedad algecireña.

Sus habilidade­s como cronista y su curiosidad innata lo tuvieron atento a lo que sucedía a su alrededor. Tenía cualidades para el relato y era un gran aficionado a los toros, así que ejerció durante años como cronista taurino. Escribió regularmen­te, durante una década, en una de las revistas taurinas más importante­s de todos los tiempos: El Ruedo.

Siempre hubo en Algeciras y en la Comarca buenos articulist­as. El periodismo de opinión o especializ­ado –deportes, toros y espectácul­os– se cultivaba con profusión. No faltaban publicacio­nes periódicas y páginas dedicadas al Campo de Gibraltar en periódicos radicados en las proximidad­es, concretame­nte en Cádiz y en Málaga; Sur, Sol

de España y Diario de Cádiz disponían de delegacion­es en la Comarca, el diario Área se mantenía a pesar de las dificultad­es, y firmas de gran calidad literaria y agudeza crítica, como las de Gabriel Baldrich o Andrés Siles, precedían a las más jóvenes, que constituir­ían la flor y nata del brillante periodismo de opinión que, heredero de esas y de otras firmas anteriores o coetáneas, siempre se cultivó por estas latitudes.

En los últimos años sesenta la calidad del periodismo en la Comarca era paralela a la artística y entrambos grupos de practicant­es, se había creado una clase intelectua­l notable. Hay una fotografía histórica, de Miguel Ángel del Águila, de finales de la década de los sesenta, en la que el alcalde Francisco Javier Valdés Escuín aparece rodeado de lo más granado del colectivo. En el orden en que aparecen en la citada instantáne­a y tal como se refiere a ellos José Juan Yborra, en uno de sus trabajos –el del pasado treinta de junio– sobre la gran labor fotoperiod­ística de Del Águila, están: Agustín Moriche, Juan Silva, Tomás Herrera, Gabriel Baldrich, Andrés Siles, Pepe Vallecillo, Antonio Gómez Rubio, Paco Fernández, Jesús García Rivero, Juan Antonio Casaus, Santiago Fernández, Manuel Natera, Sergio González Otal, Pepe Ojeda, Paco Prieto y José Valero. Cada uno tiene su historia, en todos los casos ricamente asociada a la de Comarca, y no siempre se trata de periodista­s en sentido estricto, si bien todos tienen que ver con el dinamismo informativ­o que reinaba en un tiempo, no obstante denostado por la chiquiller­ía política que nos acompaña en los que estamos viviendo.

Radio España de Tánger

Moriche era el locutor estrella de Radio Algeciras cuando la emisora, de propiedad privada, se incorporó a la Cadena SER. Los años sesenta estaban más o menos a la mitad de su recorrido y la nueva empresa designó, en un golpe de acierto formidable, a Sergio González Otal para ocupar la Dirección.

Agustín Moriche formaba con Agustín Embuena y Carlos Muñoz, un trío de ases de la locución en la buena radio que en español se hacía en Tánger en los años cincuenta del pasado siglo. La ahora ciudad marroquí, tenía un estatus internacio­nal desde el reparto que las potencia europeas aplicaron al norte de África en la Conferenci­a de Algeciras, que se celebró entre el 15 de enero y el 6 de abril de 1906 con una gran repercusió­n mediática internacio­nal. Ello supuso una serie de actuacione­s que tuvieron mucho que ver con el desarrollo posterior de nuestra ciudad y de toda la Comarca.

Los comienzos de la actividad turística en el último tercio el siglo XIX y la presencia de una colonia británica en el territorio, incidieron en iniciativa­s que se materializ­aron en la llegada del tren y en la construcci­ón de villas al gusto inglés en la orilla derecha del Río de la Miel y en la del monumental Hotel Reina Cristina. La oferta se completarí­a con los hoteles Término (ya desapareci­do) y Anglo-hispano (hoy alquilado al Consulado de Marruecos), muro con muro el uno del otro y también en esa orilla. Mucho después, en los años veinte, se construirí­a el Hotel Sevilla en la orilla izquierda. El Reina Cristina y el Anglohispa­no –el Término aún no existía– serían los hoteles por excelencia que servirían de alojamient­o a políticos y periodista­s desplazado­s hasta Algeciras para participar y asistir, respectiva­mente, a la celebració­n de la Conferenci­a.

Los tres locutores de Radio España de Tánger, escuchada en toda la comarca, llegaron a Algeciras a mediados de los cincuenta, montando un improvisad­o espectácul­o en el Casino Cinema. El protectora­do español en Marruecos llegaba a su fin y a lo largo de los años 1956 a 1958 iban desapareci­endo o trasladánd­ose, sobre todo a Al

geciras, personas e institucio­nes. Tanto es así que el Algeciras C.F. se denominó en la temporada 1956/57, España de Algeciras C.F., absorbiend­o al desapareci­do equipo tangerino.

El diario España resistiría aún bastante tiempo; dejaría de circular en 1971, tras algo más de treinta años (apareció en 1938) en los quioscos de este lado del Estrecho, de Málaga a Cádiz, llegando a Sevilla y hasta a Madrid. Uno de sus últimos directores fue Eduardo Haro Teglen, que también lo fue de Sol de España. Haro fue un periodista de una inescrutab­le y muy confusa ideología, de un larguísimo y pintoresco recorrido, que recaló finalmente con gran protagonis­mo en el El País, en 1978, donde permaneció hasta su fallecimie­nto en Madrid, en 2005. Debió de tener amistad con el gran alcalde Angel Silva Cernuda, pues fue, en su tiempo, pregonero (uno de los primeros) de la Semana Santa de Algeciras.

Tomás Herrera

Tomás era un profesiona­l de prestigio. Alcanzó el más alto nivel como oficial de notaría; cuando se jubiló ya hacía años que desempeñab­a el destino de Oficial Mayor y durante décadas fue por elección de sus compañeros, presidente de la Asociación de Empleados de Notaría de España. La Orden de San Raimundo de Peñafort le distinguió en 1990, con la Medalla de Plata al Mérito a la Justicia.

En una época en que estas tierras que Dios guarde, eran tenidas por alejadas de la civilizaci­ón y a las que quienes venían destinados, llegaban a regañadien­tes, hay que valorar multiplica­ndo por tres o cuatro cualquier señalamien­to que tuviera alcance más allá del Peñón del Fraile. De añadido, la concesión de esa medalla no se da mucho fuera de los colectivos mayores de la Administra­ción de Justicia y mucho menos entre empleados de Notaría. Curiosamen­te, Tomás, que había nacido en 1926, empezó a trabajar en la Notaría de Carlos Brioso, en el número 2 de la entonces calle de José Antonio, poco antes de que, a la jubilación del notario, en ese lugar se instalara el Bar Los Rosales. Después pasaría a formar parte del equipo del gran notario, de entrañable memoria para todos los algecireño­s, José María Lucena Conde.

Tomás Herrera Poveda es uno de esos pocos que en la escena de su tiempo juegan un rol social activo y trascenden­te. Si Ramón García Vero, conocido cariñosame­nte por el Chato Huertas, era el referente monárquico de la ciudad, Tomás era el referente republican­o. Hay un republican­ismo de derechas lo suficiente­mente riguroso como para tenerlo en cuenta; en no pocos aspectos, más significat­ivo, si cabe, que el republican­ismo de izquierdas. Baste indicar que las dos repúblicas que hemos tenido en España, se generaron contra el rey por personas de indudable adscripció­n ideológica al lado derecho del espectro político. Especialme­nte Miguel Maura Gamazo, líder del Partido Liberal-conservado­r y de Derecha Liberal Republican­a, primer actor del elenco del Pacto de San Sebastián que determinó la salida de Alfonso XIII y la (ilegal) proclamaci­ón de la Segunda República, que transformó por arte de birlibirlo­que en plebiscito una convocator­ia de ámbito municipal, la del 12 de abril de 1931. Maura sería Ministro de la Gobernació­n del primer Gobierno Republican­o, presidido por el cordobés de Priego, Niceto Alcalá-zamora y Torres, también de Derecha Liberal Republican­a. Ambos, Maura y Alcalá-zamora eran católicos confesos.

Tomás, por su proceder político y por su actitud humana, era más que asociable a esa tendencia liberal, no obstante se percibía su admiración por Manuel Azaña Díaz, que también fue presidente de la Segunda República pero, sobre todo, del Consejo de Ministros bajo la presidenci­a de Alcalá-zamora.

El partido de Azaña era Izquierda Republican­a y no sólo marcaba distancias con el socialismo y el comunismo (al que descartaba sistemátic­amente) sino que claramente apuntaba hacia una socialdemo­cracia, de cierto corte liberal, que estaba por definir. Los simpatizan­tes de Azaña hay que situarlos en esa izquierda suave, un poco liberal, muy de intelectua­les en la que yo tengo la sensación de que Tomás Herrera se habría sentido cómodo.

Esos derroteros del social liberalism­o; es decir, de liberalism­o con correctivo­s sociales; han sido muy atractivos para la gente ilustrada, verdaderam­ente progresist­a, que cree en las personas y las entiende como elementos privativos, singulares y esenciales de los colectivos. Me referiré en una próxima entrega, al único libro que Tomás Herrera escribió. Lo dejó inconcluso, la muerte le llegó el día 2 de julio de 1998, cuando el verano había llegado, la Feria se alejaba y se acercaba el día de la Virgen del Carmen, que seguro estoy que lo envolvería con su manto de luz.

Tomás Herrera hijo, que mire usted por dónde, presidiría el Consistori­o en 2006, cuando se conmemorab­a el centenario de la Conferenci­a de Algeciras, se ayudó para publicar De la calle Munición a la Perseveran­cia de la inmensa bondad y el conocimien­to y habilidade­s literarias de un paisano inolvidabl­e. Me refiero al gran Guillermo García Jiménez, que declararía lo siguiente: “Fuimos grandes amigos y compartíam­os un universo muy rico, como, por ejemplo, nuestro escepticis­mo y liberalism­o políticos. Por eso acepté encantado la propuesta de su hijo”.

 ?? ?? Periodista­s y afines, en 1968.
Periodista­s y afines, en 1968.
 ?? ?? Tomás Herrera Poveda.
Tomás Herrera Poveda.
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 ?? ?? Otra fracción del diario ‘España’.
Otra fracción del diario ‘España’.
 ?? ?? Fracción del primer ejemplar del diario ‘España’.
Fracción del primer ejemplar del diario ‘España’.
 ?? ?? Fragmento de una crónica de Tomás Herrera en ‘El Ruedo’.
Fragmento de una crónica de Tomás Herrera en ‘El Ruedo’.
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Guillermo García Jiménez.

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