Europa Sur

El aire envejecido del PSOE andaluz

- TEODORO LEÓN GROSS

« PRESUPUEST­OS »

Ya hay presupuest­os para Andalucía, y esto mismo sucederá los próximos años, sin la tensión del mercadeo parlamenta­rio que se acaba de escenifica­r en el campo de minas del Congreso con los socios nacionalis­tas y la secesión. Ventajas de la mayoría absoluta, algo que ningún Gobierno andaluz disfrutaba desde hacía años para sacar sus cuentas sin subasta. Década y media. Eso sí, tampoco hay coartadas: para bien o para mal, son los presupuest­os de Juanma Moreno, suyos y sólo suyos. De momento, cuentan con un considerab­le apoyo social, no ya por el barómetro publicado esta semana, sino por la proximidad 19J que, de hecho, Moreno convocó con el argumento de tener presupuest­os en tiempo y forma. Y esto mismo complica a la oposición cuestionar las cuentas frente al aval de la mayoría absoluta de los ciudadanos. El tiempo dará y quitará razones, porque en esto no hay verdades absolutas, sino aquel apólogo del

Juan de Mairena –felizmente reeditado por Página Indómita– que Alfonso Guerra, protagonis­ta inesperado de la actualidad, tanto recomendab­a en 1982: la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. –Agamenón: Conforme.

–El porquero: No me convence. El presidente ha adelantado los grandes titulares en el Parlamento con más de la mitad del gasto dedicado a política social –incremento­s entre el 10 y el 15% para Sanidad, Educación y otras partidas sociales– pero la oposición hará su trabajo diciendo “no me convence”. En todo caso, el éxito de los presupuest­os no se mide por sus objetivos, sino por sus resultados; no se evalúa con retórica sino con números. Esto no va de buenos deseos sino de buena gestión. Y los datos de empleo recuerdan esta semana que se parte con lastres sombríos que aún sitúan a Andalucía en el furgón de cola, aunque se miren también las luces como el récord de ocupación. Moreno de momento sigue beneficián­dose de la debilidad de sus rivales –Ciudadanos bajo la amenaza de la extinción, Teresa Rodríguez contra los molinos de viento, Podemos en el diván del psiquiatra, Vox bajo la olonitis y el PSOE en su bucle melancólic­o– pero un Gobierno nunca es mejor por tener una oposición debilitada.

« MELANCOLÍA »

El PSOE de Andalucía ejerce de anfitrión entusiasta para celebrar la gran victoria socialista del 28-O de 1982, cuarenta años atrás, marcada por el acento andaluz de Felipe González y Alfonso Guerra a los mandos. Fueron los años dorados del socialismo, cuando seis de cada diez andaluces los votaban. Meses antes, en mayo, habían arrasado en las andaluzas con 66 escaños nunca superados. Pero en política, la tentación melancólic­a es peligrosa. El PSOE andaluz es un partido en reconstruc­ción bajo unas condicione­s que nunca conoció: la oposición. De momento, parecen no saber el partido que quieren ser y tienden a aferrarse al partido que fueron. Pero Guerra tiene razón: este PSOE es otro PSOE.

Claro que a Guerra le han dado de su propia receta: por moverse, no sale en la foto. Felipe se lo ha afeado a Moncloa. Han tenido más determinac­ión en sacar a Alfonso del acto que a Queipo de la Macarena.

El sanchismo se ha impregnado del izquierdis­mo populista abdicando de la socialdemo­cracia, como apunta Ignacio Varela, autor de un brillante libro sobre el camino a aquel éxito –él estuvo allí– titulado Por el cambio.

Sánchez ha querido compartir cartel con Felipe, que hace por mantener la genealogía, pero no comparten demasiado. Algunos barones se han borrado de ese teatro, cuyo cartel –40 años de democracia...– ha sido censurado por destacados protagonis­tas como Eduardo Sotillos: no, hombre, la democracia llegó antes, con Adolfo Suárez junto a Juan Carlos I. En todo caso, el problema del socialismo andaluz es que Andalucía es más felipista que sanchista. El barómetro delata que el desgaste de marca no ha terminado. Y ese barómetro también pone el foco en la patata caliente de los indultos de los ERE, con José Antonio Griñán a la espera. Todos saben que Sánchez actuará por puro pragmatism­o en función de sus intereses, al dictado de su Manual de superviven­cia.

« VÉRTIGO »

Otro nombramien­to de la nomenclatu­ra de Cs por el PP, ahora Marta Bosquet, escenifica un proceso vertiginos­o y amenazante de extinción. Los Liberales, en plena refundació­n, encajan el golpe tratando de contraatac­ar con una informació­n de fuente anónima sobre su censo. Están demasiados débiles para eso. Por demás, es un mito que arrastran desde hace años, cuando El Lobo Hervías salió y fichó por el PP, como fontanero en Génova, y ya se decía que en su cabeza llevaba la caja negra del partido. El censo andaluz es un asunto segurament­e menor, puesto que en sus últimas primarias quedaban apenas 2.500 nombres, la mitad que en los anteriores comicios. En Cs saben que se está produciend­o una absorción por opa amistosa. Y no ven una salida, una hoja de ruta, como acreditan sus bandazos con Juan Marín hasta pedirle que se vaya. Lo malo para Ciudadanos no es que haya seis o siete nombres en la administra­ción del PP, sino que las urnas vaciaran sus siglas. Los Liberales pueden reivindica­rse como una necesidad teórica... Lo difícil siempre es pasar de las musas al teatro.

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JUAN CARLOS MUÑOZ Felipe González, durante el acto de celebració­n de los 40 años de la victoria socialista.
 ?? JULIO MUÑOZ / EFE ?? El presidente del Parlamento, Jesús Aguirre, y la consejera de Economía, Carolina España, con los presupuest­os.
JULIO MUÑOZ / EFE El presidente del Parlamento, Jesús Aguirre, y la consejera de Economía, Carolina España, con los presupuest­os.
 ?? CARLOS BARBA / EFE ?? Marta Bosquet, presidenta del Ifapa.
CARLOS BARBA / EFE Marta Bosquet, presidenta del Ifapa.
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