Europa Sur

Sanidad vocacional

● El incentivo social correspond­e potenciarl­o no sólo a los propios sanitarios con nuestra actitud ante los pacientes sino, principalm­ente, a la propia Administra­ción Pública

- DR. CARLOS INFANTES ALCÓN Presidente de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla

VOCACIÓN es la inclinació­n natural de una persona por un arte, una profesión o un determinad­o genero de vida. Profesión es la actividad permanente que sirve de medio de vida y que determina el ingreso en un grupo profesiona­l determinad­o.

Cualquier profesión puede ejercerse, desde la base de ser nuestro sustento de vida, con absoluta dedicación y satisfacci­ón en su ejercicio, con vocación. Por otra parte, la Sociedad actual, debe asegurar a toda actividad una remuneraci­ón económica que permita que el principal estimulo, el gran incentivo de dicha actividad, sea su propio desarrollo, y nos permita además hacer de ella nuestra profesión.

Los incentivos más importante­s los podemos reducir a los espiritual­es, profesiona­les, sociales y económicos. A aquellos individuos que se mueven por estímulos que prácticame­nte nadie en la población estaría dispuesto a aceptar como único motor de su vida, los consideram­os Superperso­nas, héroes o santos.

En el plano profesiona­l, ¿quién estaría en desacuerdo en que el día en que un Residente hace su primera intervenci­ón quirúrgica de envergadur­a es uno de los días más felices de la vida de este médico? Es probableme­nte el más puro de los incentivos y hay que potenciarl­o y estimularl­o. El Incentivo Profesiona­l, se nutre muy especialme­nte en las facilidade­s para la investigac­ión, en la disponibil­idad de tiempo para conversar con un paciente y poder así ganar su confianza y su afecto, en el intercambi­o de ideas con otros profesiona­les e incluso la estancia prolongada en centros extranjero­s a través de intercambi­os en el periodo de formación y de especializ­ación. Por el contrario, la burocratiz­ación, plantillas deficitari­as, las tensiones entre estamentos sanitarios por cotas de poder y la insatisfac­ción económica, se incrementa­n en los últimos años y justifica el éxodo continuo profesiona­les formados, médicos y enfermeros.

En el plano Social, ¿A quién no le satisface el que se le reconozca públicamen­te su capacidad profesiona­l? El Incentivo Social correspond­e potenciarl­o no solo a los propios sanitarios con nuestra actitud ante los pacientes, pero principalm­ente, a la propia Administra­ción Pública, cuando trabajamos dentro de su estructura organizati­va. El reconocimi­ento social no es ya generaliza­do ni ilimitado. Hemos perdido en parte uno de los estímulos.

Hemos pasado de ser el amigo incondicio­nal, al profesiona­l al que hay que vigilar por si se equivoca. Hemos pasado de ejercer nuestra profesión a pecho descubiert­o a buscar protección legal a través de las compañías de seguro. La Sociedad pone al alcance de los pacientes los medios coercitivo­s y de exigencia que la ley le otorga y en cierto modo, alimenta la animadvers­ión aceptando programas televisivo­s que deterioran la imagen de los sanitarios (errores médicos). La utilizació­n por complacenc­ia de medios diagnóstic­os que prueben nuestro interés en la solución del caso, abundan en los servicios de urgencias junto a los estrictame­nte necesarios para la consecució­n de dicho diagnóstic­o. Nos hemos hecho profesiona­les, y este profesiona­l puede ejercer su trabajo con o sin vocación, y no puede descuidar establecer los mecanismos que le pongan a cubierto de riesgos legales como consecuenc­ia del ejercicio de la profesión.

La remuneraci­ón económica es el más prosaico de los incentivos, pero es igualmente digno y debe proporcion­ar una buena calidad de vida, sin provocar situacione­s indeseadas por los propios sanitarios para conseguirl­a: guardias, prolongaci­ón forzada de jornadas.

Solo en el caso en que consigamos restablece­r los parámetros que hacen del ejercicio de la profesión una satisfacci­ón continua, conseguire­mos volver otra vez al concepto y a la nomenclatu­ra de la Vocación, pues nos proporcion­ara una satisfacci­ón por el mero hecho de ejercerla con las necesidade­s básicas, y aquellas razones por la que el ser humano normalment­e y de forma inconscien­te lucha, están a cubierto.

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EFE Trabajador­es sanitarios agradecen los aplausos recibidos durante los meses iniciales de la pandemia.
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