Morante cumple su objetivo de 100 corridas con un gran triunfo
● El de la Puebla sale a hombros con Aguado y Romero con buen ganado de Núñez y Bohórquez
Ubrique
Morante de la Puebla ha ayer en Ubrique su objetivo de torear cien corridas en una misma temporada para homenajear a su mayor referente: Gallito.
Y lo ha hecho cuajando una tarde redonda, especialmente con el quinto, un toro de buen fondo pero un punto remiso que le sirvió para hacer una antología de su propia tauromaquia.
Antes brilló con un bonito segundo, muy en Núñez, al que toreó en una faena entonada en una notable labor a la que le faltó mejor refrendo con la espada.
Pero lo mejor estaba por venir con el quinto, mostrando amplia variedad capotera. Morante requirió las banderillas para un brillante segundo tercio que culminó con un vistoso par al quiebro.
Brindó a su apoderado y amigo, el portugués Pedro Marques. Sentado en el estribo, esperó que culminara una copla que le cantaron antes de formar el primer lío toreando por ayudados por alto. Un nuevo molinete abrió la puerta al nudo central de una faena brillante en la forma y firme en el fondo.
No le importó que el animal se metiera por dentro al natural.
Morante se entregó a tope, exprimiendo el buen aire del astado a base de pasión y conocimiento; reuniéndose con él en los embroques; expresándose en cada pase. Los naturales finales, con el toro agotado, tuvieron sabor de otro tiempo. La estocada, tendida, estuvo precedida de dos pinchazo, pero le concedieron dos orejas.
Y otras dos, una de cada toro, se llevó Pablo Aguado. La primera de un ejemplar demasiado anovillado, al que recibió con templadas verónicas y quitó por aladas chicuelinas. Fue una faena de sabor natural y bello trazo en la que hubo que lidiar con las fuertes querencias del animal. La estocada fue defectuosa pero también fulminante.
Su segundo fue un sexto de inconfundible estampa Núñez que brindó a Morante. Fue el mejor de los cuatro núñez. Aguado entendió a la perfección esa fijeza en una faena limpia y reunida que fue a más en expresión. El acero tampoco funcionó pero cortó la oreja y salió a hombros.
Abrió festejo el rejoneador Andrés Romero, sustituto del matador Alfonso Cadaval. Descordó al primero de la tarde tras de una faena animosa acabaría dando lo mejor de sí mismo con el excelente cuarto, al que cuajó una excelente faena.
Se jugaron dos toros de Bohórquez en lidia ecuestre de los que destacó el cuarto por bravo y repetidor, premiado con la vuelta al ruedo. A pie salieron cuatro toros de Carlos Núñez, en tipo de la casa, y manejables y con buen fondo aunque acusando fuertes querencias. El mejor de todos, pese a acabar muy rajado, fue el sexto.
Andrés Romero, ovación y dos orejas y rabo. Morante de la Puebla, ovación y dos orejas. Pablo Aguado, oreja y oreja.
La plaza se llenó.