El renacimiento del presidente que le habla al pueblo
Luiz Inácio Lula da Silva. Parecía un cadáver político cuando fue condenado a prisión. Dos años y medio después de recuperar la libertad por la anulación de sus condenas, Lula vuelve a la Presidencia de Brasil. Los 57 millones de votos que recibió el pasado 2 de octubre, cifra nunca antes alcanzada por un candidato en la primera vuelta, supuso un atestado de renacimiento político. Y renacer no debería de ser algo extraño para un hombre que tiene dos fechas de nacimiento. El 27 de octubre, Lula celebró su 77 cumpleaños, pero en los documentos oficiales figura la fecha de 6 de octubre, con la que lo inscribieron de modo equivocado en los registros. Esos errores eran comunes en 1945 en las zonas pobres de Brasil, tales como Caetés, la miserable aldea donde nació Lula. Ese origen humilde de Lula ha sido su mejor baza electoral. Le ha permitido ser el único político de Brasil que sabe hablar al pueblo en el mismo lenguaje llano y le da credibilidad cuando habla de la pobreza y el hambre. Esto es porque nadie duda de que en su infancia pasó por privaciones similares a las que ahora se enfrentan 66 millones brasileños, el tercio de la población que vive bajo el umbral de la pobreza. A este amplio estrato de la población, Lula les promete repetir la hazaña de acabar con el hambre, tal y como logró su Gobierno en sus ocho años de gestión (2003-2010). Hace 20 años, ganó sus primeras elecciones prometiendo “hambre cero” y ahora promete que pondrá el churrasco en el plato de todos los brasileños. Su campaña ha vivido del recuerdo de sus ocho años de Gobierno. La nostalgia de esa bonanza económica y de paz social impregna la propaganda de este antiguo líder sindical que en tono paternalista se ofrece para “cuidar” del pueblo. Pese a esos esfuerzos, la corrupción ha seguido siendo el talón de Aquiles de su campaña, su tormento en entrevistas y debates, el lastre que mantiene su tasa de rechazo en el 46%, pese a que el Tribunal Supremo anuló las dos causas en su contra por diversos errores e irregularidades procesales, devolviéndole la libertad y los derechos políticos. Desde entonces, ha tratado de limpiar su nombre y, a tenor de los resultados, lo ha logrado.