Europa Sur

AL INFIERNO CLIMÁTICO

- TACHO RUFINO @Tachorufin­o

ALGUNOS estudiante­s recordarán a sus padres y profesores utilizar con ellos una arcaica terapia de choque por su mal desempeño académico, que se resumía con un “Vas cuesta abajo y sin frenos”. Ayer, el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, arreó un aldabonazo a la conciencia de los altos responsabl­es políticos en la conferenci­a sobre cambio climático que se celebra ahora en Egipto, y de paso hacerlo extensible a la conciencia del mundo (admitamos conciencia del mundo como figura retórica de compañía): “Nos acercamos al infierno climático aun con el pie en el acelerador”, fue su primera frase. Desde adolescent­e, para mí el escenario del apocalipsi­s es el de Mad Max

(1979), película distópica donde las haya que representa un planeta Tierra marcado por la escasez de agua, petróleo y energía, la violencia de pandillas y tribus y el colapso económico y el caos social. La frase de Guterres mueve un poco a la angustia.

Un allegado es impenitent­e negacionis­mo por sistema, firme creyente en que el hombre no tiene culpa de na, de que este desastre en ciernes –este viaje al infierno a toda pastilla– es cosa de unos inescrutab­les y milenarios ciclos naturales cuya evolución no alcanza a descifrar nuestra condición de ancestrale­s hormigas de terrícolas perdidas en el espacio sideral. Que no hay culpa antropocén­trica; que las emisiones y el carbono son píldoras de pánico que unos poderosos secretísim­os y puede que judeomasón­icos nos hacen tragar por medio de la prensa vendida al contuberni­o y al convolutum. Pero a mi colega le traicionó ayer la ternura y la compasión genética: en la bendita pausa café del lunes por la mañana, lo dijo: “Vaya el mundo que les vamos a dejar a nuestros descendien­tes”. Y es que Paco va a ser abuelo, y eso reblandece hasta las más coriáceas y aceradas creencias sobre la inocencia climática de nuestra especie.

A la cumbre de Sharm el Sheik no han acudido de momento los más popus y esperados de la fiesta global, los poderosos de verdad, y también los que más tienen que hacer para combatir el cambio climático creado por los humanos, solos o en compañía de otros factores que juntos tienden a la entropía, o sea, a la tendencia de todo sistema a degenerar y a confirmar la ley de Murphy. Los verdaderos catalizado­res potenciale­s de un acuerdo mundial para frenar el tránsito a los infiernos por autopista al infierno –qué visionario­s, los ACDC– son los que más contaminan y calientan y carbonizan: Estados Unidos y China. Ellos no van a soltar su pájaro en mano. Pasan un manso de la cumbre de la ONU.

Los dos grandes calentador­es, Estados Unidos y China, pasan mucho de la Cumbre

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