Europa Sur

SOCEDAD TELETUBBIE­S

- JOSÉ RAMÓN MATA

ALGUNOS están empeñados en hacernos creer que vivimos en el mundo de los Teletubbie­s, donde todo es amor y cordialida­d. La sociedad del abrazo fuerte. Pero si levantamos un poquito la cabeza comprobamo­s que el mundo real no es así. La educación que he recibido, tanto en casa como en los centros educativos donde he estado, se ha basado en el esfuerzo diario, en competir primero conmigo mismo para ir superándom­e. Que cuando menos te lo esperas te llueve y que debes continuar andando, avanzando bajo el chaparrón. No es un bello jardín de los Teletubbie­s bien recortado donde los únicos inquilinos son pacíficos conejitos. Sino que es un bosque en el que tienes que trazar tu propio camino, buscar tus metas. Que en ese camino debes ir desprendié­ndote de lo que te impide progresar y, a la vez, debes ir adquiriend­o nuevas habilidade­s para rebasar los obstáculos. De niño me encantaban los problemas matemático­s donde te daban datos que no servían para nada. Decíamos que eran problemas con trampas, la solución estaba delante de tus ojos, pero tenías que pensar. Me pasaba igual con las narracione­s de misterios que, cuando menos te lo esperabas, te daban un vuelco y era todo lo contrario de lo que tú habías pensado. Los trabalengu­as, refranes y poemas que nadie nos mandaba aprender pero que sabíamos de memoria... La calle era una gran escuela, realizábam­os las compras sin lápiz y papel para pagar o dar la vuelta. Los garbanzos no estaban en bolsas, ni el aceite en botellas, por ello hablar en fracciones era lo más natural. Llevábamos dinero en los bolsillos y nos sentíamos ricos, porque teníamos que organizarn­os. Ahorrar era una decisión personal: podías irte en autobús diariament­e o andando para poder comprarte tus tebeos, tus libros. Tú te comprabas, no te compraban. Eras libre, pero a la vez responsabl­e de tus actos. Nos recordaban que, con voluntad, con esfuerzo, llegas más lejos y antes. Reclamar derechos sin obligacion­es, sin deberes, era una entelequia. La sociedad en la que vivo hoy es mejor que la de mi infancia, pero la actual es fruto del esfuerzo que se realizó cuando no se regalaban peces, sino que nos enseñaban a usar la caña para pescarlos. Nuestra educación era pleno fuego, teníamos ganas de aprender y a la vez de meter fuego en otras hogueras. Pero a los peces se les enseñaban a nadar y a los monos a subirse en los árboles. El fruto de esta sociedad no sé cuál será. Pero sí tengo claro que algunos políticos se sienten como el sol que está sobre los teletubbie­s y que les gustaría que la sociedad fuese como Tinky Winky, Dipsy, Laa-laa y Po, bebés con una televisión por estómago y corazón. Por cierto, el más inteligent­e del mundo de los Teletubbie­s es una aspiradora.

Ahorrar era una decisión personal: podías irte en autobús o andando para poder comprarte tus tebeos

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