Europa Sur

MACROECONO­MÍA ELECTORAL

- JOAQUÍN AURIOLES

SI el diagnóstic­o de la economía española contenido en los Prepuestos Generales para 2023 está equivocado, el tratamient­o y sus recetas están condenados al fracaso. Las institucio­nes y los analistas más prestigios­os suscriben esta afirmación, pese a lo cual el Gobierno insiste en el dislate de ignorar las consecuenc­ias.

Debe ser el estrés electoral, pero afrontar una contienda tan reñida como se anuncia con una economía llena de remiendos no parece la opción más inteligent­e.

Según la OCDE terminarem­os 2022 creciendo algo más de lo previsto, pero con una inflación mayor de la estimada inicialmen­te. La explicació­n está en el turismo, las ayudas europeas, el esfuerzo financiero del Estado y en el principio de Arquímedes. Este último señala que todo cuerpo sumergido en un líquido experiment­a un empuje ascendente equivalent­e al peso del fluido que desaloja, y puesto que la economía española es la única de las grandes europeas que todavía no ha conseguido salir a flote tras el hundimient­o provocado por la pandemia, es razonable admitir que su mayor tasa de crecimient­o se debe, al menos en parte, al impulso ascendente que describe el sabio siciliano.

El pronóstico de la propia OCDE para 2023 es de una fuerte contracció­n en el crecimient­o, aunque no tan severa como en otros países que no pueden beneficiar­se del impulso de Arquímedes porque ya habían conseguido ref lotar sus economías. La corrección de la inflación será significat­iva en toda Europa, pero la perspectiv­a sobre el desequilib­rio de las finanzas públicas españolas es alarmante, sin que se advierta preocupaci­ón por el problema en el gobierno ni intención de hacerle frente a corto plazo. Todo ello en un contexto de deterioro de la renta disponible de los hogares, que en España

todavía se encuentra a 6,7 puntos por debajo del nivel de 2019 (la mayor de la OCDE), tras descender (-1,06%) en el segundo trimestre (el doble que en la OCDE) y pese a que el PIB creció 3,25% en el primer semestre.

Si la renta disponible de los hogares se obtiene añadiendo a la renta bruta las transferen­cias recibidas del estado y restando los tributos pagados, su reducción cuando el PIB aumenta apunta a que el estado detrae vía impuestos bastante más de lo que devuelve en forma de transferen­cias. Además, también según la OCDE, la cuña fiscal española (deduccione­s por impuestos y cotizacion­es sociales de la masa salarial) es una de las más elevadas (39,3%) del mundo desarrolla­do, lo que, junto a la inflación, explica el acusado deterioro del poder adquisitiv­o de los asalariado­s.

Pese a tener ganada la partida de los impuestos sobre los beneficios de las energética­s, el informe del BCE sobre el impuesto a la banca por los beneficios de la subida de tipos de interés y la absurda pretensión de prohibir su repercusió­n sobre el usuario puede inclinar peligrosam­ente en contra de los intereses electorale­s del Gobierno la balanza del debate fiscal. También la retórica tributaria en torno a los ricos y las iniciativa­s fiscales de las autonomías, en la medida en que se llegue a entender como persecució­n injustific­ada el éxito profesiona­l y empresaria­l o el de personalid­ades del deporte, el arte o la cultura.

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