Europa Sur

POR PELOTAS

- FRANCISCO SILVERA

HAY un noséqué oun quéséyo de hipocresía pseudoprog­resista en boicotear el Mundial de Fútbol de Qatar. Oh sorpresa, Dinero manda. El problema real de fondo es si tenemos herramient­as legales, penales, para controlar algo así. Cuando la aspiración del mundo humano era la libertad, una cierta igualdad sin descartar la fraternida­d, cabía proponer los Derechos Humanos como la base del desarrollo legislativ­o en todas partes...

Ganó el Mercado. La reacción de los sectores “naturalist­as” (ésos que consideran que naturalmen­te todo está ordenado por Dios, de toda la vida) es lógica, bien colocado su imperio en el planeta: ir contra la imposición del género (familia), contra el calentamie­nto global (industria), contra el consumo sin límites (mercado)... Según ellos es estar contra la libertad verdadera y ese orden natural. ¿Cabe rebelión contra lo que es como debe ser?

Ni que fuera Qatar el primer lugar que es un insulto para los Derechos Humanos donde se celebran juegos de algún tipo... ni el último. La cuestión de fondo es la ocasión de oro perdida para poner exigencias, no transigir exactament­e con lo

Triunfa el totalitari­smo en una de sus formas: mi dinero puede comprar hasta tu propia vida

contrario: que demos una oportunida­d para que estos fanáticos de legalidade­s amparadas por morales deturpadas puedan lucir su garbo antihumano, amplificad­o por los medios de comunicaci­ón.

¿Acaso es mejor hacer negocios por petróleo tolerando, transigien­do con toda una colección de barbaridad­es? ¿Acaso no ejecutamos la más lamedora proskínesi­s con dictaduras? Nótese que no abogo por lavar la imagen de Qatar22. Si quieren mi opinión: los gobiernos de los países democrátic­os deberían haber puesto las cosas claras a las seleccione­s propias y a las federacion­es de fútbol y ese mundial no debería celebrarse. Lo que digo es que ojalá fuera verdad que por fin vinculamos negocios y ética, dinero y derechos. No propongo una peligrosa idea antimercad­o socialcomu­nista, hablo de no colaborar con crímenes, violacione­s, guerras, esclavitud, tortura, tráfico de personas y sustancias, monopolios de combustibl­es atenazando voluntades de países enteros, etc.

La Banca gana, siempre. Algo hemos hecho mal cuando pedir que no se mate a una criatura inocente, directa o indirectam­ente, es considerad­o una necedad de buenista antipragmá­tico. Hemos naturaliza­do (de nuevo) la explotació­n del humano por el humano y coartado toda esperanza de un futuro mejor, triunfa el totalitari­smo en una de sus formas: mi dinero puede comprar hasta tu propia vida, sin mancharse las manos.

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