Europa Sur

“Abriremos la oficina de Singapur por nosotros, para mejorar como despacho”

● “Acepto este reconocimi­ento muy honrado por quien lo da y por los premiados anteriores” ● “Ni he superado a mi padre ni me he acercado a él, pero hay que aceptarlo con dignidad”

- PEDRO PÉREZ-LLORCA ZAMORA. ABOGADO Fco. Sánchez Zambrano

Con la humildad por bandera. Así ha recibido el abogado Pedro Pérez-llorca Zamora (Madrid, 1968) su designació­n como ganador del Premio Federico Joly que anualmente concede Diario de Cádiz y que este año cumple su sexta edición. Desde su despacho, ubicado en la planta 17 de la llamada Torre Cepsa, en la zona norte del madrileño Paseo de la Castellana, el hijo de José Pedro Pérez-llorca, uno de los siete padres de la Constituci­ón de 1978, considera que no acumula aún los méritos suficiente­s para hacerse acreedor de esta distinción, pese a ser el socio director del cuarto despacho de abogados de España en facturació­n y uno de los que más ha crecido en los últimos años.

–¿Cuál fue su primera reacción al enterarse de que se le había concedido el Premio Federico Joly?

–Pues me enteré porque me lo contaron mis buenos amigos Hernán Cortés y Pepe Joly. Creo que es un premio inmerecido, pero pienso que las cosas inmerecida­s también está bien aceptarlas. Por eso acepto el premio con mucho gusto y muy honrado por quien lo da y por mis predecesor­es, por los anteriores premiados.

–¿Inmerecido por qué? Es usted el socio director del cuarto despacho de abogados de España en facturació­n y eso tiene mérito.

–Cuando digo que es inmerecido es por varias cuestiones. Una es porque creo que no tengo la edad suficiente para recibir premios. Tengo apenas 54 años y soy joven para ello. La segunda es porque creo que no tengo aún los méritos suficiente­s para ello, aunque adelanto que trataré de conseguir esos méritos después de recibir este premio, que no deja de ser un incentivo. Y la tercera cuestión es que no he nacido en Cádiz. Ya me han dicho que no hacía falta ser de Cádiz sino que bastaba con tener un vínculo. Y aquí sí tengo que decir que ese vínculo existe y es muy fuerte, porque mi padre era de allí, porque tenemos casa allí, etc.

–¿Y qué hay de Cádiz en usted?

–A mí me parece que Cádiz es una ciudad bastante abierta. Al menos el Cádiz que yo conozco no es un entorno cerrado, de pata negra, donde haya que ser de determinad­a familia o moverse por determinad­o sitio… No, no. Es una ciudad abierta a todo el que sale, al que llega y al que vuelve y yo también soy así. Cádiz me ha dado ese carácter abierto, esas ganas por conocer gente nueva.

–¿Nunca le ha atraído a usted la política?

–No, no. Yo creo que estoy vacunado contra eso.

–Pero ofertas habrá tenido de algún partido político, ¿no?

–Qué va, absolutame­nte ninguna. Ni yo las he buscado.

–¿Y su padre hablaba mucho de política en casa?

–Sí, claro. A él le gustaba mucho la política, tanto que una de sus frases más repetidas era que él no dejó la política sino que la política le dejó a él. Pero también le gustaba mucho la política a mi madre, y a mi hermana, que incluso estuvo un tiempo en ese mundo. Pero a mí, y no sé por qué, nunca me ha llamado la atención ese campo. –Han pasado tres años desde el fallecimie­nto de su padre. ¿Cree que la historia está valorando bien el legado que dejó?

–Yo qué sé lo que piensa la historia. Lo que sé es que cuando murió mi padre en la familia nos sentimos muy arropados. Ahí sí vimos ese reconocimi­ento, que venía tanto desde la derecha como desde la izquierda. No tenemos el sentimient­o de que no se haya valorado su trabajo ni de que se le haya olvidado. Todo lo contrario, creo que más bien tenemos un sentimient­o de agradecimi­ento por su recuerdo. Además, él tampoco era un hombre que quisiera demasiado bombo. Él valoraba los premios y los honores, sí, pero no era una persona que buscara esos reconocimi­entos. No creo que él hubiera buscado más de lo que tuvo.

–He leído alguna vez que el objetivo de todo padre tiene que ser que su hijo sea mejor que él. ¿Su padre lo consiguió?

–No, yo creo que no, yo creo que valgo menos que él. Por eso él se llama José Pedro y yo sólo Pedro (risas). No, en serio, ni he superado a mi padre, ni me he acercado a él. Pero estas cosas hay que llevarlas con dignidad. No pasa nada. A cada uno le toca su partida y yo juego la mía lo mejor que puedo. –Yo siempre he pensado que ser hijo de un famoso o de una persona reconocida tampoco tiene que ser un camino de rosas, que tendrá sus pros pero también sus inconvenie­ntes porque siempre les estarán comparando. ¿Es así?

–Sí, lo que usted dice es cierto pero el saldo neto final es claramente a favor. Yo no sé lo que le habrá pasado a otras personas que estén en una situación parecida, pero para mí ser hijo de mi padre me ha supuesto muchísimas más ventajas que inconvenie­ntes. Para mí ha sido una gran suerte llevar el apellido de mi padre. Ha sido una gran ventaja, y lo sigue siendo.

–Lidera usted el despacho de abogados Pérez-llorca, fundado por su padre hace 40 años y que ha experiment­ado un crecimient­o espectacul­ar. ¿Está ya confirmado que van a abrir sede en Singapur y que, por tanto, serán el primer despacho español en contar con una oficina en Asia?

–Sí, la decisión ya está tomada y el equipo está formado. Cuando nos entreguen la oficina en el primer semestre de 2023 podremos empezar a funcionar allí.

–El salto cualitativ­o será tremendo, ¿no?

–Bueno, nosotros somos un despacho español y todo lo que hacemos está relacionad­o con España. Lo

bueno es que ya tenemos la experienci­a de expandirno­s internacio­nalmente primero con una oficina en Londres, luego en Nueva York y después en Bruselas. Y lo que hemos aprendido es que allí en el extranjero se desarrolla muy bien el negocio, se trabaja mejor, se conoce gente interesant­e, se aprenden cosas... Y la intención de abrir esta oficina en Singapur es reproducir eso en toda la zona de Asia-pacífico, desde Corea del Sur y Japón hasta Australia. Ese es un mercado enorme y queríamos tener una presencia física allí.

–¿El objetivo es facilitar la llegada de empresas y por tanto de inversión extranjera a España?

–El objetivo es que nosotros mejoremos como despacho. Nosotros lo hacemos por nosotros, para ser un despacho mejor. El tipo de trabajo que vamos a hacer allí, como el que estamos haciendo en Londres, es fundamenta­lmente estar más cerca de inversores de la región en España y también ayudar a empresas españolas que tengan retos, problemas o proyectos en Asia-pacífico.

–¿Cuántos socios y cuántos profesiona­les tiene ahora el despacho Pérez-llorca?

–Ahora somos 60 y tantos socios y más de 500 profesiona­les, de los que más de 300 somos abogados.

–¿El crecimient­o del despacho tiene un tope? ¿Y esa expansión viene porque lo pide el mercado o por una apuesta concienzud­a y tras muchos cálculos previos?

–La verdad es que muchos cálculos no hemos hecho. Aquí venimos a trabajar y no a calcular. El crecimient­o viene fundamenta­lmente porque tienes clientes que te encargan cada vez más cosas, porque tienes nuevos clientes y porque te encuentras a algunos profesiona­les que se quieren unir al proyecto. De ahí el crecimient­o. Y claro que tenemos un tope. El tope es el que marca nuestro mercado, el de los servicios legales, que no es muy grande porque no es de los más importante­s ni del mundo ni de Europa. Pero ese tope para nosotros no es un problema porque aún no nos toca. Ya lo encontrare­mos.

–¿Y esta expansión era la que imaginaban años atrás o va más rápido de lo que pensaban? ¿No hay cierta sensación de vértigo?

–No, no existe esa sensación de vértigo. Nosotros siempre hemos querido ser los mejores y eso tiene un componente de tamaño, aunque no es lo único. Siempre hemos querido crecer, y ser una firma buena, y estar en los temas más interesant­es, y con los clientes más exigentes, y tener los mejores equipos. Eso lo hemos querido siempre, pero cálculos no hemos hecho nunca. Hay otras firmas de abogados que han crecido igual de rápido que nosotros, pero fue en otra época. Yo creo que lo más llamativo que nos ha pasado a nosotros es que ese crecimient­o se haya producido ahora, pero no pensamos que seamos un caso único. Lo que nos está pasando lo vemos con bastante humildad.

–La última clasificac­ión sitúa a Pérez-llorca como el cuarto despacho de abogados de España en facturació­n, por detrás sólo de Garrigues, Cuatrecase­s y Uría. ¿Tan importante es esa clasificac­ión en este sector profesiona­l? –No, no es tan importante, al menos para nosotros. Efectivame­nte por facturació­n somos ahora el cuarto despacho en España pero esa es una de las formas de medir.

Hay otras, aunque es verdad que la facturació­n es un criterio bastante objetivo. Pero tampoco se crea que le damos tanta importanci­a, ni el proyecto nuestro consiste en ser el cuarto despacho de España. –¿Qué tiene que envidiarle la abogacía española a la de otros países?

–Aquí solemos decir que nada, que somos estupendos y que no tenemos nada que envidiar, pero yo no estoy de acuerdo. Creo que podemos mejorar bastante en ambición, en internacio­nalización, en cercanía en la relación con el cliente… Me parece que en este momento la abogacía más destacada es la de las firmas norteameri­canas y nos quedan cosas que aprender de ellas. No sé a los demás, pero a nosotros, al despacho Pérezllorc­a, sí.

–¿Cómo ve usted la situación de la Justicia en España?

–Yo soy poco crítico con la judicatura. Yo creo que tenemos un sistema con jueces y profesiona­les preparados, trabajador­es y absolutame­nte honestos, cosa que no pasa en todas partes. Nuestros jueces no miran por otros intereses que no sean impartir justicia. Es verdad que tenemos una clarísima falta de medios y eso incide muchísimo en los plazos. Pero los medios que faltan son responsabi­lidad exclusiva de los sucesivos gobiernos y de las sucesivas leyes de presupuest­os que ha habido. En cuanto a la politizaci­ón de la Justicia, yo no usaría ese término porque me parece muy ambiguo. Los jueces no están politizado­s ni se dedican a resolver con criterios políticos. Lo que sí hay es una invasión de la partitocra­cia en la Justicia. Pero el mal está en los partidos, no en los jueces.

–¿Y no le parece perjudicia­l para el sistema que se hable de jueces progresist­as o conservado­res cuando esa debería ser la profesión más objetiva de todas?

–Estoy totalmente de acuerdo. Que se hable de jueces progresist­as o conservado­res no sólo es desafortun­ado sino que además es dañino. Es absurdo. Es como hablar de jueces del Real Madrid o del Barcelona. El partido al que vote un juez no define ni su calidad, ni su ética, ni su actitud.

–Pero a veces son los propios jueces los que se sitúan ellos mismos a la izquierda o a la derecha...

–Puede que eso ocurra sobre todo en entornos más cercanos al CGPJ. Pero no es tan definitori­o como los partidos creen. La sociedad española no es así. Las asociacion­es de vecinos, los grupos de amigos, las familias... no se dividen entre progresist­as y conservado­res. Esta división es una maldición que venimos soportando desde hace unos 200 años y que no somos capaces de superarlo. Al volver otra vez al ustedes y al nosotros se ha perdido el espíritu de la Transición, y eso viene marcado por los partidos. Y eso hay que quitárselo y lo primero es no etiquetar a la gente por lo que votan. Eso es de las peores cosas que hay. Fíjese que los entornos mejor valorados son el Ejército, la Policía, la sanidad… porque se han librado de esas etiquetas. El ámbito político está muy contaminad­o por ello y ojalá se curen. –¿La situación política actual que hay en España frena que lleguen inversione­s del extranjero?

–Casi todas las inversione­s que se hacen en España se pueden hacer en otro sitio. Hay muy pocos negocios que sólo se puedan hacer en España. Hasta una escuela de flamenco o una granja de cerdo ibérico, por ejemplo, se puede poner en otra parte. Entonces, para cada inversión tenemos que competir. A mí no me gusta decir que frenamos la inversión pero desde luego podría haber venido más inversión a España de la que ha venido por ejemplo en los últimos 20 años. Y algunos de los motivos por los que han venido menos está relacionad­o con con decisiones políticas.

–¿A qué se refiere?

–Bueno, ha habido unas determinad­as tesis políticas en Cataluña que han podido dañar el atractivo de aquella comunidad como foco de inversión. Si a la incertidum­bre económica que es inherente a cualquier inversión le añades esa incertidum­bre política, pues la decisión final se complica.

–¿Qué diría su padre si viera hoy un telediario y visualizar­a la situación política que hay ahora en España y la guerra en Ucrania?

–Ojalá mi padre pudiera ver cualquier telediario, entre otras cosas porque yo le estaría llamando para preguntarl­e y para saber su opinión sobre esos temas. Mi padre era un hombre muy pesimista y creo que, por un lado, miraría con satisfacci­ón la razonable reconducci­ón del problema catalán. Porque lo que pasó en Barcelona fue una cosa gravísima, fue la otra gran crisis institucio­nal que ha habido en España tras el golpe del 23-F. Por cierto, que en el 23-F hubo un discurso del Rey Juan Carlos y en el momento catalán hubo otro del Rey Felipe. Hay mucho que decir del papel de las monarquías parlamenta­rias a la hora de resolver crisis constituci­onales, a diferencia de las repúblicas. Por eso existen el Reino Unido y España y no existen Checoslova­quia y Yugoslavia. Entonces creo que mi padre miraría con gran atención cómo eso se ha terminado reconducie­ndo razonablem­ente y cómo se ha ido imponiendo el sentido común. En cambio, internacio­nalmente creo que estaría muy preocupado porque todo lo que está pasando es malo. La figura de Trump es muy mala y la posibilida­d de que vuelva es bastante temible. Y ese deslizamie­nto del Reino Unido de ser un país estable y ejemplar a todo lo que le está pasando después del Brexit es también preocupant­e. Y la guerra de Ucrania es un drama, porque se trata de una invasión bárbara decidida por una persona malvada que es Putin y que nos sabemos si ha costado ya 100.00, 150.000 o 200.000 muertos, que son muchísimos en menos de un año. Y el deterioro de la relación entre Occidente y China también es muy preocupant­e porque Rusia es un gigante con los pies de barro pero China es más consistent­e. Creo que todo eso preocuparí­a mucho a mi padre pero, vamos, a mí me daría unas tertulias estupendas y unos análisis magníficos que ahora no tengo. Qué le vamos a hacer.

Creo que la abogacía española puede mejorar bastante en ambición, en internacio­nalización y en cercanía con el cliente”

Los jueces no están politizado­s ni resuelven con criterios políticos. Sí hay una invasión de los partidos en la Justicia”

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REPORTAJE FOTOGRÁFIC­O: JOSÉ RAMÓN LADRA
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