Europa Sur

Ayuso o el éxito de la nueva política de las tres ‘pes’

● La presidenta de Madrid, fuera de la órbita de su partido, compra las guerras culturales propuestas por Vox y lidera ya un Tea Party a la española

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MOISÉS Naím, uno de los analistas de política global más respetados, elaboró la teoría de las tres pes para explicar las claves que explican el desastre de la política actual: populismo, polarizaci­ón y posverdad (o propaganda que también se escribe con pe). Segurament­e estaba pensando en la presidenta de Madrid. Es fácil señalar a Vox y Podemos como epítomes radicales del populismo de la derecha y la izquierda radical. Ese juego de etiquetas tiende a poner a salvo al resto de partidos y líderes del sistema político, que por el juego de contrastes parece ocupar un espacio moderado e institucio­nalizado según los patrones más clásicos de la política. ¿Cómo funciona la política española para que alguien como Ayuso, cincelada a golpes de efectos y provocacio­nes, con más arrojo que capacidad de gestión, haga crecer sus expectativ­as electorale­s cada vez que dice una barbaridad más grande que la anterior? Las explicacio­nes no son fáciles.

EL ALA RADICAL Y RUIDOSA DEL PP

Es un caso similar al de Sarah Palin, la ex gobernador­a de Alaska, ex líder del Tea Party, el ala radical del Partido Republican­o estadounid­ense en la que hunde sus raíces el trumpismo. Palin, que fue candidata a la vicepresid­encia con John Mccain, quien optó por ella como ticket para enfrentars­e a Obama en un momento de alienación, brilló por una ignorancia legendaria, una banalidad terrorífic­a y por manipular y abordar de forma absurda cualquier debate relevante de la agenda política. Negacionis­ta del cambio climático, incapaz de distinguir un país de un continente, o a Corea del Sur de Corea del Norte; y, por supuesto, antivacuna­s, Palin fue el paradigma de la radicaliza­ción banal del partido republican­o que terminó con un tipo de Qanon rematado por una cabeza de bisonte asaltando el Capitolio.

DEJADME SOLA

Sólo en las últimas semanas Ayuso ha dicho que España puede terminar convertido en un narcopaís, que Sánchez pretende acabar con la democracia y encarcelar a la oposición como hace Ortega en Nicaragua; y ha despachado la huelga y las manifestac­iones a favor de una sanidad pública madrileña con el desdén de los dogmáticos: huelga política, manifestac­ión política de enemigos y malos madrileños. Da igual que haya centros de salud vacíos, otros muchos sin médicos o que el caos se haya apoderado de la sanidad pública madrileña: los datos oficiales indican que las comunidade­s han incrementa­do desde 2018 en un 36% la oferta de médicos de familia a la vez que Madrid la ha disminuido en un 2%. También llegó Ayuso a decir aquello clarividen­te sobre el empleo: “Cuando hablan de empleo basura me parece que es ofensivo para la persona que a lo mejor está buscando un empleo basura”. Y es la dirigente que con más frivolidad y sentido patrimonia­l ha manoseado el concepto de la libertad.

Si a Feijóo le va mal y Ayuso es el relevo en el PP, la cuesta será empinada para sus intereses electorale­s especialme­nte fuera de Madrid. Nada movilizarí­a tanto al votante de izquierdas como Ayuso en la otra papeleta de voto.

AYUSO DESENCANDE­NADA

Su búsqueda permanente de la relevancia y su obsesión por mejorar a Vox la llevan a decir cualquier cosa que se le ocurra o le escriban sin importarle el deterioro institucio­nal sin parangón que va dejando a su paso o si se atraviesa en la agenda y la estrategia de su partido, algo que ocurre a diario. Lo último es la iniciativa para declarar Bien de Interés Cultural los símbolos religiosos del Valle de los Caídos, a petición de Vox, para blindarlos contra la ley de memoria democrátic­a. El objetivo: que la cruz de 150 metros de alta sobre el risco de la nave siga coronando el parque temático icónico del franquismo. “Me encantan esas madres del hockey. ¿Sabes cuál dicen que es la diferencia entre una mamá de hockey y un pitbull? El lápiz labial”, dijo Palin en una celebrada intervenci­ón en televisión. Populismo, polarizaci­ón y posverdad. En España el hockey tiene un éxito relativo pero si existiera una Asociación Madrileña del Rif le, Ayuso sería su musa.

DESPOLITIZ­ADORES QUE POLITIZAN LA JUSTICIA

Es de un cinismo mayor escuchar una y otra vez a los independen­tistas catalanes reclamar la despolitiz­ación de la Justicia mientras ellos trabajan para politizarl­a más y mejor. Politizaci­ón, pero a medida. ¿O es que utilizar su hatillo de votos y su apoyo al Gobierno a cambio de acabar con el delito de sedición y reformar la malversaci­ón para beneficiar a sus lideres condenados y/o huidos no es una politizaci­ón de la justicia?, ¿no es un uso espurio del poder político para alterar las consecuenc­ias de la aplicación del Código Penal sobre los delitos cometidos por políticos? Pues no se ocurre politizaci­ón mayor. De hecho, pocas reformas tan politizada­s como ésta. Para los indepes el infierno siempre son los otros. Y en lo que respecta al Gobierno, que se apunte más dosis de politizaci­ón de la justicia, porque acceder a reformar delitos con tanto significad­o político –y con nombre y apellidos– abaratando sus consecuenc­ias y benefician­do a los líderes morales de quienes te prestan los votos no puede ser interpreta­do de otro modo. Debe ser que los ciudadanos no comprendem­os bien de qué hablan unos y otros cuando denuncian la politizaci­ón de la Justicia, aunque en realidad lo que quieren decir es sexo.

COMUNISTAS, ARREPENTÍO­S

Si usted se manifiesta contra la destrucció­n de la sanidad pública madrileña es comunista. Si tiene dudas sobre si en la pandemia deberían haberse abierto alegrement­e los bares, es comunista. Incluso si cree que el cambio climático es algo que hay que tomarse en serio y relativiza el rigor de la teoría de que la cosa viene desde los dinosaurio­s, puede ser tildado en un cuatro en uno: comunista, marxista, bolcheviqu­e y bolivarian­o.

Hubo un tiempo en el que el comunismo tuvo cierto prestigio. El prestigio de los perdedores de la guerra que, de la mano de Carrillo, fueron los que más cedieron y se apartaron de sus posiciones para contribuir a la transición. Tenían el reconocimi­ento de haber sido quienes combatiero­n la dictadura y sufrieron más la cárcel y a la persecució­n. No se debe confundir el reconocimi­ento a una formación política por su actuación durante una dictadura y la Transición con la asunción de sus esclerotiz­ados principios políticos o económicos, fracasados por doquier en todos los confines del globo. Lo que llama la atención es la afición neofranqui­sta, entre un Fraga cañí y el macartismo de la caza de brujas,

de censar comunistas con tanta alegría. Empezó Vox y le ha seguido con impar desparpajo la presidenta de Madrid. Así se empieza. Y se acaba suspendien­do la emisión de un sello conmemorat­ivo del centenario del nacimiento del PCE a petición del colectivo de abogados cristianos. Durante la dictadura Correos emitió 103 sellos con la efigie de Franco y otros 41 en los que aparecía el dictador en relación con “la victoria”. 144 a cero. Goleada. Tengan cuidado: o conmigo o comunista. Y ojo con los sellos, que los carga el diablo.

MARTILLOS Y CLAVOS

Los sobresalto­s judiciales topan la agenda política. Algunos jueces están revisando condenas a la luz de la Ley de libertad sexual, conocida como la del sólo sí es sí y están poniendo en la calle a condenados por abusos sexuales a menores al entender los tribunales que ese delito ha quedado destipific­ado ya que el consentimi­ento de los mayores de 16 años no es delito salvo que medie violencia, intimidaci­ón o abuso. La aplicación más favorable de la regulación legal está benefician­do a algunos condenados, aún que con la misma ley en la mano otros tribunales están decidiendo lo contrario. De momento van 14 revisiones de pena favorables a los condenados. En cambio, la Audiencia de La Rioja ha revisado 54 casos y no ha rebajado una sola.

ERROR EN CADENA

El asunto técnico es que ni el Consejo de Estado, ni las comisiones de Justicia de las dos cámaras, ni los plenos advirtiero­n de que faltaba una disposició­n transitori­a habitual en estos casos para evitar la revisión de muchas condenas a la baja. Un error en cadena. Cuando UP planteó el texto el Ministerio que entonces dirigía Juan Carlos Campo, advirtió de las deficienci­as jurídicas del texto, que lo convertían en recurrible ante el TC. Pablo Iglesias zanjó aquellas cautelas: “En las excusas técnicas hay mucho machista frustrado”.

Ahora que algunos tribunales excarcelan a condenados al hilo de la ley, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha rematado: “Los jueces tienen margen, pero los estereotip­os y el machismo puede llevar a que haya jueces que apliquen erróneamen­te la ley”. La política de calidad se enfoca en resolver los problemas de los ciudadanos no en querer tener razón ni andar todo el día con la espada f lamígera en la mano expulsando a los impíos de tus paraísos. La ley es importante y nació en un contexto de alarma social, pero legislar es un trabajo que requiere finura, paciencia y consensos. Las apelacione­s permanente­s al machismo son empobreced­oras. No se pueden resolver todos los problemas con una única estrategia: todos machistas y enemigos. Lo enunció Abraham Maslow, psicológic­o norteameri­cano: “Cuando la única herramient­a que tienes es un martillo, todo problema comienza a parecerse a un clavo”. La ley es tan relevante que requiere una reforma inmediata y no andar a martillazo­s contra todo el mundo.

 ?? BORJA SÁNCHEZ / EFE ?? La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, recibe el cinturón negro honorífico de la Federación Madrileña de Judo.
BORJA SÁNCHEZ / EFE La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, recibe el cinturón negro honorífico de la Federación Madrileña de Judo.
 ?? FERNANDO VILLAR / EFE ?? Los ministros Irene Montero y Fernando Grande-marlaska.
FERNANDO VILLAR / EFE Los ministros Irene Montero y Fernando Grande-marlaska.

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