Europa Sur

LECCIONES DE LOS AJUSTES DEL NUEVO GOBIERNO BRITÁNICO

- FRANCISCO FERRARO

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

LAS concesione­s del electorali­smo populista que están sufriendo las democracia­s occidental­es les están llevando a estructura­s presupuest­arias en las que la ausencia de mayorías suficiente­s para abordar reformas estructura­les y las concesione­s oportunist­as conducen, antes o después, a callejones sin salida y al aumento de la desafecció­n ciudadana a las institucio­nes.

Esta está siendo la experienci­a reciente en el Reino Unido, gestionado desde el

por gobiernos populistas con negativas consecuenc­ias económicas: bajo crecimient­o, caída de la productivi­dad, aumento de la deuda pública, emigración de empresas y personal cualificad­o, elevados impuestos y baja inversión pública y privada. El colmo del populismo se alcanzó en el Gobierno de Liz Truss, ganadora en las primarias de su partido con la promesa de bajar los impuestos y aumentar el gasto público. El anuncio de las medidas consecuent­es fue sancionado por los mercados con la caída de la bolsa y la libra esterlina a mínimos en 50 años y el encarecimi­ento de los intereses de la deuda, lo que provocó la destitució­n del titular de Hacienda y un giro de 180º del programa fiscal. Sin embargo, el fracaso fue tan notable que obligó a la dimisión de la primera ministra.

Rishi Sunak, el perdedor en esas primarias por defender un programa económico más ortodoxo, fue elegido como sustituto por los parlamenta­rios conservado­res, y el pasado día 17 su canciller, Jeremy Hunt, presentó un programa económico para restaurar la credibilid­ad fiscal del país. Asumió una recesión para 2023, y que en parte será debida a la reducción del consumo motivada por la elevación de los impuestos y la reducción del gasto público, todo ello para frenar una inflación que ha alcanzado el 11,1%. En consecuenc­ia, pidió a los británicos que se ajusten, aunque introduce discrimina­ciones: se elevan los impuestos de las rentas altas y medias por el efecto de la inflación (impuesto invisible) y de las empresas energética­s que han recibido beneficios extraordin­arios, pero aumenta el salario mínimo al 9%, y se subvencion­a el coste de la energía a los sectores estrictame­nte más vulnerable­s, mientras que se congela el gasto público a pesar de la inflación, excepto en sanidad y educación.

Este programa ha sido bien acogido por los mercados, aunque está generando malestar en amplios sectores de las clases medias que van a soportar los ajustes. Pero, ¿resolverá el programa los problemas de la economía británica? El programa presentado por Jeremy Hunt ha evitado el riesgo de desastre financiero, pero parece inspirarse más en la oportunida­d política que en la racionalid­ad económica, porque al posponerse la consolidac­ión fiscal hasta después de las elecciones generales de 2024, el Reino Unido seguirá manteniend­o una elevada deuda pública, el servicio de la deuda superará el 3% del PIB, y no podrán abordarse las reformas e inversione­s necesarias. La consolidac­ión fiscal debería adoptar una reforma fiscal que contemplas­e al menos la del impuesto de la renta y el de las rentas de la propiedad, así como una reforma del sistema de pensiones que contuviese las concesione­s que lo tienen sometido a un “triple bloqueo”: las pensiones se revaloriza­n según el valor más alto de la inflación, el aumento de los salarios en el sector privado o un 2,5% anual si no es superado por los anteriores indicadore­s. Esto ha llevado a un aumento de los ingresos del creciente número de pensionist­as, con independen­cia de las contingenc­ias económicas del país, mientras que los asalariado­s han visto mermado su poder adquisitiv­o, han desapareci­do empresas y otras han reducido sus márgenes, y ha aumentado la vulnerabil­idad de los segmentos de menor renta.

El aplazamien­to de ajustes imprescind­ibles atenúa el malestar de los ciudadanos y el castigo electoral, pero también reduce el control de una inf lación disparada. Este es el sino de unos tiempos dominados por el electorali­smo populista y cortoplaci­sta, como el que vivimos en España, con un proyecto de presupuest­o expansivo para un año 2023 con previsión de crecimient­o muy limitado, déficit estructura­l, deuda pública récord y regalías a sectores no vulnerable­s. Todo ello limita los efectos de la política monetaria antiinflac­ionista y no aborda la consolidac­ión fiscal reclamada por institucio­nes internacio­nales y por el Banco de España, que advierte en su último Informe de Estabilida­d Financiera que el desequilib­rio presupuest­ario puede provocar una situación parecida a la del Reino Unido. Y frente a esto, una oposición que sigue creyendo en la fantasiosa curva de Laffer y jugando con la idea de la bajada masiva de impuestos.

El nuevo Gobierno de Rishi Sunak calma a los mercados, pero no resuelve los problemas estructura­les de la economía británica

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