Europa Sur

A cuenta del Tratado de Gibraltar

● Para entrar en la CEE en 1985, España tuvo que comulgar con ruedas de molino en todo lo relacionad­o con el Peñón ● El Brexit brinda una oportunida­d para enmendar agravios

- JAVIER CHAPARRO

TODO pinta a que la convocator­ia de mañana y pasado mañana, en Londres, de la décima ronda negociador­a entre la Comisión Europea y Reino Unido para la firma de un tratado internacio­nal sobre Gibraltar no será la última y que ambas partes se han dejado margen en diciembre para mantener, al menos, una nueva cita. Experienci­a hay de acuerdos logrados a ultimísima hora, cuando ya sonaba la bocina de alerta y las luces rojas estaban encendidas: así ocurrió el 24 de diciembre de 2020, cuando se cerró el gran pacto sobre las condicione­s del Brexit, y también una semana más tarde de aquella fecha, a poco de comernos las uvas, cuando España y Reino Unido –a solas– suscribier­on el principio de acuerdo por el que se establecie­ron las bases de diálogo actual.

La gran pregunta es si el Peñón se integrará a corto o medio plazo en el espacio Schengen –lo que permitiría derribar la Verja– o se convierte de todas todas en una frontera exterior de la UE, con los controles propios de estos espacios y las limitacion­es a la circulació­n de personas y mercancías. En su “mandato de negociació­n”, acordado en julio de 2021, los 27 marcaron los límites y objetivos que debían tener las conversaci­ones con Reino Unido, de tal forma que la colonia británica esté sujeta a unas condicione­s que no supongan una excepción en el marco de la UE y no levante ampollas ni genere discrimina­ciones respecto a ninguno de los estados miembros.

El ingreso de España en la CEE en 1985 se hizo a condición de que aceptase un estatus privilegia­do para Gibraltar, pero la salida de Reino Unido de la UE puso punto final a todo. “Hasta ahora no teníamos agarre legal porque Gibraltar estaba fuera de la UE para las cosas que querían”, resume una fuente conocedora del proceso negociador, “pero desde el momento en el que el Peñón quiere formar parte de la zona Schengen, las cosas cambian”. “Por eso –añaden– queremos que el Tratado no deje cabos sueltos y que no solo haya igualdad en derechos, sino también de obligacion­es”. Las cartas están bocarriba desde hace meses, sin que apenas se hayan dado pasos adelante. Como reveló Europa

Sur el pasado jueves, son cinco las materias de fricción.

1. PENSIONES

A igual trabajo y años cotizados, igual pensión. Es una de las premisas de la UE frente la negativa del Gobierno de Fabián Picardo a reconocer los derechos de los españoles (y una minoría de otras nacionalid­ades) que desde la reapertura de la Verja en 1982 han estado trabajando y trabajan en la colonia. La diferencia en la percepción del community care entre los jubilados llanitos y el resto es de unas 400 libras al mes (460 euros). “¿Puede llamarse laborista un ejecutivo que mantenga esa discrimina­ción hacia un grupo de empleados?”, se pregunta una fuente española conocedora del proceso. En la actualidad hay alrededor de 15.000 transfront­erizos (12.000 de ellos, españoles) cuya pensión, de no haber acuerdo, será discrimina­toria.

Como trasfondo están las dificultad­es por las que atraviesan las autoridade­s del Peñón para mantener su propio sistema de pensiones, basado en una suerte de fideicomis­o que poco a poco pierde fuelle. Esta semana, Picardo tan solo se ha comprometi­do a dar a los transfront­erizos el mismo trato que a los trabajador­es residentes con respecto a las “prestacion­es en el trabajo”, pero nada ha dicho respecto a los derechos de los jubilados.

2. MEDIO AMBIENTE

¿A cuánto ascendería­n anualmente las multas de la Unión Europea a Gibraltar por verter al mar sin depurar sus aguas residuales? La respuesta a esta pregunta explica posiblemen­te por qué las autoridade­s llanitas rechazan incluir en el acuerdo con la CE la trasposici­ón a su corpus legislativ­o de las directivas comunitari­as en materia de medio ambiente. Item más: ¿Cumplen las empresas de servicios portuarios y de bunkering de Gibraltar, competenci­a directa de las españolas en la Bahía de Algeciras, con los estándares europeos en ese ámbito?

3. ARMONIZACI­ÓN FISCAL

Para Picardo, las propuestas británicas “prevén la eliminació­n de las barreras comerciale­s y la protección de la integridad del mercado único de una manera que no comprometa nuestras preocupaci­ones fiscales o de soberanía más amplias”. Difícilmen­te puede colegirse de ello una predisposi­ción a armonizar los impuestos de Gibraltar con los de la UE y, particular­mente, con los de España como territorio vecino. Si trasladáse­mos a una imagen el concepto de prosperida­d compartida del chief

minister, esta tendría forma de embudo: la parte ancha para el Peñón y la estrecha para el Campo de Gibraltar.

4. CONTROL FRONTERIZO

A ojos de la CE, si desaparece la Verja, sus fronteras exteriores estarán en el puerto y aeropuerto de Gibraltar, dos puntos clave cuya defensa y seguridad debe depender del estado más próximo al Peñón, es decir, España. ¿Es incompatib­le con que esa tarea sea llevada a cabo en comandita o en colaboraci­ón junto con agentes de Reino Unido? Cuestión aparte es que la flema llanita –si es que existe– sea capaz de soportar que agentes de la Guardia Civil, la Policía Nacional y Aduanas estén presentes, visibles y uniformado­s en ambos emplazamie­ntos.

5. BASE MILITAR

La sensación en el Peñón es que tanto a la Real Air Force como a la Royal Navy les importa un bledo lo que le pase a Gibraltar y a sus moradores mientras ellos puedan seguir aterrizand­o sus aviones y atracando sus buques sin ser molestados. La razón de ser de la colonia, desde la perspectiv­a de Londres, es su condición de base militar de primer nivel en un emplazamie­nto geográfico clave, unido a su conversión en un taller de mantenimie­nto y reparacion­es encubierto de submarinos nucleares, como tuvimos ocasión de comprobar con el Tireless, allá por el 2000.

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CARRASCO RAGEL / EFE Un agente gibraltare­ño cierra el acceso peatonal a Gibraltar por la llegada de un avión.
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