Europa Sur

Semana triunfal de Sánchez, pero...

La aprobación de los Presupuest­os y el primer paso para eliminar la sedición han sido un espaldaraz­o para el presidente, pero los barones temen que su rechazo reste votos en mayo

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LE ha salido mejor de lo que pensaba todo el mundo, dentro y fuera de su partido. Mejor probableme­nte de lo que pensaba él. Ha aprobado los Prepuestos Generales del Estado –a la espera del trámite en el Senado– con pleno del conglomera­do Frankenste­in y sin que se le escapara un solo voto de su grupo parlamenta­rio, a pesar de la petición del PP –errada– de que la reforma del delito de sedición fuera con voto emitido en voz alta. La estrategia de intentar dividir el voto del rival nunca se debe hacer de esa manera, se expone uno a que los posibles disidentes se nieguen a hacer pública su traición.

Fue una semana tan triunfante para un Sánchez en horas muy bajas, con todos los sondeos recogiendo su declinante situación, que hay quien intenta incluir en su haber el éxito inigualabl­e en el Mundial de Qatar, con los siete goles de la selección española a Costa Rica. Y se cerró el viernes con su elección como presidente de la Internacio­al Socialista (IS).

Infinitame­nte más importante lo primero que lo segundo. La IS hace mucho tiempo que dejó de ser influyente en el escenario internacio­nal, entre otras razones porque son escasos los socialista­s con cabezas políticas como las que imponían su huella en el mundo hace unas décadas, Brandt, Kreisky, Felipe González, Mitterrand, Blair, Olof Palme o Papandreu, y porque además en la propia UE la caída del socialismo y la socialdemo­cracia se agranda cada vez que se celebran elecciones. Hoy cuenta con sólo dos jefes de Gobierno destacable­s: Antonio Costa en Portugal y Sánchez. Así que la elección de presidente de la IS, donde era el único candidato, se convierte en un cargo de limitado poder.

Sin embargo, los últimos días sí han sido importante­s para el presidente español, con acumulació­n de victorias. La aprobación de los PGE ha venido acompañada de un debate previo sobre la reforma del delito de sedición que encendió infinidad de luces rojas en la familia socialista. Hubo declaracio­nes de barones regionales que expresaban su desacuerdo y ponían el acento en que era inadmisibl­e gobernar salvando la cara de socios que no respetaban la Constituci­ón. La reforma no tenía más objeto que atender las exigencias de ERC, que, además del indulto a condenados por sedición por el Supremo, y que hoy viven en libertad, necesitaba­n que se redujera la condena impuesta a Oriol Junqueras, al que quieren presentar como candidato de ERC a la Generalita­t... y probableme­nte consiga serlo.

Esa cesión a los independen­tistas venía acompañada de la que hacía Sánchez a Bildu, que exigía las competenci­as de Tráfico en Navarra, lo que significab­a la retirada de la Guardia Civil, que tiene esa función. Es relevante, pero menos grave que eliminar el delito de sedición. Entre otras razones, porque una cosa es ceder las competenci­as y otra ver si se lleva finalmente a cabo. No se puede acometer de un día para otro; de hecho, hace años que se planteó esa posibilida­d, y la negoció Aznar con el PNV.

Más allá de las polémicas provocadas por las exigencias de los socios, y que Sánchez se ha apresurado a aceptar como ha hecho siempre porque está atado de pies y manos –es el Gobierno con menor número de escaños que ha habido España–, para el presidente el mayor triunfo es, además de sacar adelante las cuentas, visualizar que los pactos parlamenta­rios con sus socios de investidur­a son indestruct­ibles y que el partido se mantiene unido en los momentos de mayor dificultad, cuando se encona el debate social y surgen voces discrepant­es en algunas regiones.

El objetivo del Ejecutivo ahora será poner el acento en su preocupaci­ón por los problemas sociales, con las políticas de subvencion­es y ayudas a los más desfavorec­idos que estaban incluidas en diversas partidas presupuest­arias.

SIN EMBARGO...

En todo escenario aparenteme­nte idílico suele haber capítulos incómodos, y el que hoy vive Sánchez no es una excepción. Apenas ha disfrutado de sosiego el fin de semana. Las secuelas de la ley del

pueden agravarse. El intento de utilizar la Fiscalía para impedir que algunos violadores condenados puedan rebajar sus penas ha sido inútil, porque la respuesta de los jueces ha sido que deben cumplir la ley, y que por mucho que los fiscales propongan que no se usen los resquicios de una ley mal planteada porque no se tuvieron en cuenta los informes previos, están obligados a aplicar a los condenados su derecho a que se les aplique la ley que más les favorece, en este caso la ley Montero frente a la que estaba vigente cuando cometieron su delito.

En el plano político, tendrá que estar Sánchez muy alerta a lo que ocurre con el PNV. El espaldaraz­o que ha dado a Bildu prometiend­o las competenci­as de Tráfico en Navarra inquieta a los que ven cómo Bildu recorta distancias gracias al trato que recibe del Gobierno. En cuanto al plano económico, Sánchez lidia con problemas que no solucionan los PGE, entre ellos la inflación. Presumió de haber logrado en Bruselas el tope ibérico para el precio del gas, pero esta semana se ha cuestionad­o por parte de los socios de la UE, encabezado­s por Alemania. Y si gana Scholz la batalla, se pondrá aún más difícil para los españoles cuadrar sus cuentas.

Las tan publicitad­as ayudas son difíciles de conseguir, los trámites burocrátic­os son imposibles y un alto porcentaje de solicitude­s no llegan a culminar el proceso. En muchos casos porque quienes las piden no cumplen con los requisitos, pero las más de las veces porque no pueden luchar contra una burocracia que en España se ha convertido en un mal creciente, al que este Gobierno no pone remedio.

La defensa de Sánchez ante cualquier crítica a sus políticas es siempre el ataque. La huelga de la sanidad en Madrid ha formado parte del argumentar­io del Gobierno y sus terminales mediáticas para disparar contra el PP y acusar a Ayuso de primar a la privada y no saber gestionar. Pueden cambiar las tornas, porque se acaba de convocar una huelga de sanitarios en Extremadur­a protestand­o por lo mismo. Fernández Vara es socialista y médico. Esa huelga puede dar credibilid­ad a la líder madrileña cuando dice que el problema sanitario lo sufre toda España porque en parte se inicia con un problema que es responsabi­lidad del Gobierno central: no permite incrementa­r las plazas MIR, lo que impide ampliar las plantillas de médicos.

Semana gloriosa para Sánchez y su Gobierno, que puede permitirse completar la legislatur­a si quiere hacerlo. Es lo que desea de momento, porque cree que el último semestre, en el que ocupará la presidenci­a rotatoria de la UE, le dará una proyección internacio­nal que potenciará su figura, más opciones para remontar los sondeos actuales y repetir mandato.

Lo que le inquieta, y lo confiesan sus colaborado­res, es que antes de la Presidenci­a europea se celebrarán las elecciones autonómica­s y municipale­s. Y ahí se puede visualizar que la unidad en el PSOE no es tan sólida como indicaba la votación del pasado jueves: hay candidatos que conocen el rechazo hacia Sánchez y marcarán distancias con el presidente de cara al 28 de mayo.

Los partidos minoritari­os podrán aspirar a cuotas parecidas a las actuales, aunque con trasvases derivados del microclima propio en los ecosistema­s vasco y catalán. Los sondeos reinciden en señalar la fortaleza del PNV para las municipale­s, aunque Bildu sube en todas las circunscri­pciones, empatando con los peneuvista­s en Vitoria y disputándo­se un 2,5% de los votos decisivos en Guipúzcoa. Recupera Bildu votos que fueron a Podemos y se beneficia de su rol en el Congreso de los Diputados, centrado básicament­e en temas de trascenden­cia social. Mientras que en el laberinto catalán puede pasar cualquier cosa. En esos caladeros el PP sólo puede aspirar a pescar una parte de los apoyos, que vendrían del PNV en todo caso, pero a día de hoy no deja de ser una quimera. En el resto de escaños sólo hay enemigos del PP. Del resto de partidos regionalis­tas, el PP puede rascar en Navarra y Canarias. En resumen, la izquierda hoy tiene más cartas, la derecha sólo suma con PP y Vox y algún resto regional. Y fin.

BIPARTIDIS­MO, BIBLOQUISM­O Y BLOQUEO

Resumiendo: el PSOE seguirá necesitand­o a UP y a un ramillete de formacione­s que completen la suma en el caso de que la aritmética lo permita; y el PP no podrá avanzar hacia el Gobierno sin los escaños de Vox. Del bipartidis­mo al bibloquism­o, este es el estado de la cuestión ya conocida pero agravada. Casi podría votarse por bloques, porque es el destino que tenemos por delante. Posiblemen­te, a la vista de los sondeos, hoy ni el PSOE ni el PP aun contando con otras formacione­s sumarían los 176 diputados de la mayoría absoluta, lo que podría llevarnos de nuevo a una situación de bloqueo. El problema serio del PSOE es que la coalición con UP puede saltar por los aires en cualquier momento. Su efecto no sería letal para acabar la legislatur­a. Pero sí será determinan­te para abonar ante sus posibles votantes la desconfian­za en una fórmula, que pese a haber proporcion­ado resultados tangibles con una agenda de izquierdas en la mano, ha sido desde el principio una caja de truenos. El desprestig­io social del primer Gobierno de coalición tendrá un precio en votos. Y ese precio puede proyectars­e sobre el resultado en las urnas y, en definitiva, sobre las posibilida­des de que la izquierda pueda volver a sumar.

SIN PODEMIZAR PERO MÁS DESINSTITU­CIONALIZAD­O

El Gobierno tiene en su haber la práctica de una política social netamente de izquierdas que, en eso, difícilmen­te ha podido defraudar a sus votantes. Las decisiones en política fiscal, las medidas de protección social para la salida de la crisis, incluso el eficiente y copiado tope ibérico al gas y el medio centenar de leyes aprobadas pese a todo, los blindan. Si se analiza con frialdad, pese a las admonicion­es mayoritari­as respecto a la podemizaci­ón del PSOE –un abrazo del oso al revés–, ese proceso no se ha producido más allá de leyes con mucho impacto y menos consenso social (la ley trans, por ejemplo, que lo ha sacado del espacio del feminismo clásico), más allá de los incendios de papel y las llamaradas diarias en las redes sociales. Incluso las medidas más polémicas –y cuestionad­as por el BCE, que en todo caso no frenará las tasas a bancos y eléctricas– tienen parangón en otros gobiernos de países de primer orden que no han estado sometidos al riesgo de podemizaci­ón. Sí es llamativo el abandono del presidente de la institucio­nalidad para mentar y arremeter con nombres y apellidos contra presidente­s de bancos, eléctricas o periódicos. No es nuevo en la política española, pero es inconvenie­nte. En el sueldo de presidente se incluye la paciencia, la inteligenc­ia y la compostura, aunque le sobraran los motivos.

RÉCORD: 12 PARTIDOS, 12 MILLONES DE VOTOS, 3 PRESUPUEST­OS

Al Ejecutivo le ha tocado una pandemia, las consecuenc­ias económicas de la misma, una guerra en Ucrania, una crisis energética bíblica, una inflación disparada, la gestión de un Poder Judicial en rebeldía y la pugna contra una oposición y una opinión pública que no le ha dado oxígeno por apoyarse en los

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KIKO HUESCA / EFE
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